Por
Fabián Quezada León
En un
futuro no muy lejano, “Mayor” (Johansson) es la mezcla perfecta entre
ingeniería robótica y género humano, una sobreviviente de un choque mortal que
fuera rescatada proveyéndola de un cuerpo cibernéticamente perfecto; destinada
a ser mucho más que una simple humana, es una máquina de guerra, una soldado
eficiente e invencible en la lucha contra el crimen.
Pero como en toda sociedad
futurista y distópica suele suceder, la esperanza de felicidad se ha borrado de la faz del planeta, más aún
cuando, por los avances tecnológicos se ha logrado perfeccionar la manera de “hackear” el último reducto de
la humanidad, la mente.
Ante tal planteamiento, Mayor es la única que puede
luchar contra el crimen y detenerlos. Pero, como consecuencia de su misión se
percata que, contrario a todo lo que le habían dicho, quién la “rescató” no
hizo básicamente eso… sino que cometió un terrible crimen en su contra: le robó
su identidad y su vida… y planea hacerlo con otros…
Masamune
Shirow y su obra “Ghost in the shell” son de los nombres icónicos en las
historias de manga japonesas y que tras de haberse adelantado por mucho a su
tiempo, y haber tenido ya una película en versión animada, ahora es retomada
“en vivo”, con el glam de Hollywood a todo lo alto y un presupuesto a todo lo
largo.
Poderosamente
futurista para la época en la que vio por primera vez la luz como un producto
de manga, Ghost in the Shell, plantea un interesante ejercicio para quien no se
haya acercado nunca antes a su trama; el simple y sencillo hecho de colocarla
en su fecha de lanzamiento en los finales de los 80’s en Japón, cuando la
historia fue creada por Masamune Shirow.
Mientras,
en Occidente el asombro y el miedo curioso en torno a la figura del cyborg habían dado ya sus
primeros pasos en firme con la cinta de “Blade Runner” basada en el libro de
Philip K. Dick: ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (1968) y
que no fuera globalmente popular hasta que la película viera la luz en 1982.
De esta
forma, la trama de “Ghost in the Shell” continúa la charla de un mundo tan terriblemente alucinante en
cuanto más cercano se ha tornado hoy por hoy.
El
“espíritu” de la cinta no simplemente toca el aspecto de la tecnología sino de
la modernidad desbordada, eso que hace que el ser humano pueda preguntarse si
es lo suficientemente seguro o feliz, aniquilar lo humano a favor de lo
perfectamente tecnológico
Rupert
Sanders (Snow White & the Huntsman) crean un universo tan abigarrado de
modernidad en el cual se resaltan casi todos los “temores contemporáneos” como
la tecnologización y la pérdida de humanidad a favor de la plastificación, aunado a la certeza de que poco o nada se
puede hacer para evitar semejante desvarío.
Entonces,
se ubica en una ciudad que parece ser Tokio mezclado con una explosión de
escenarios de juego de video en 3D y
collages de marcas de productos de consumo, llevados a cabo por medio del
trabajo de computación, que vienen a crear esa atmósfera del mundo
perfectamente deslumbrante y frío,
apocalípticamente robótico, lluvioso y gris con textura de fondo de juego
de video que, irremediablemente, parece
que será el destino de la apariencia de
la tierra en pocos años.
En lo
que se refiere a la trama, sí, estamos en los albores de la segunda década del
siglo XXI y las historias sobre la vida artificial han llenado las pantallas
grandes y chicas con una amplia diversidad de enfoques y temas acompañando al
alud de cambios por el tiempo transcurrido y el desarrollo y divulgación
tecnológica, por lo que el mero tema de la inteligencia artificial y los
cyborgs ha perdido algo de su lustre como “innovación” Sin embargo, el
planteamiento central a nivel historia de Ghost in the Shell, que recoge el
estupor de ese “algo” que, aún dentro de un cuerpo artificial y evolucionado
tecnológicamente, queda preso, subyaciendo ahí… el alma o el espíritu humano…
le da una perspectiva de visión diferente,
y del que se pueden abrir muchas preguntas dado que es un tema que sigue
sonando inquietante conforme se sigue avanzando en la creación cibernética.
Es un
hecho que su imagen y diseño de producción son impecables, asombrosos y
deslumbrantes. La cinta es un verdadero portento equiparable a esos hitos como
“Avatar” visualmente y conceptualmente crea y desarrolla, toda una idea
hipercompleja del universo distópico, las ciudades, la sociedad, los
objetos son diseñados y reproducidos
ante los ojos del auditorio que ya no los ve como un “sueño imposible “ o una
invención, sino que los identifica como “un paso más cerca” para ser poseídos
por el consumidor común y corriente.
En esta
nueva llegada a la pantalla después de la obra de Oshii en 95, es evidente el
indiscutiblemente bien manufacturado diseño de producción, pero sin embargo no
es cien por cien original, ya que algunas de las escenas (que podrían ser
homenajes visuales ,cabe decir) son la transpolación de la obra de anime.
Por el
otro lado, en medio de la moda distópica, a la que el cine y la literatura nos
han conducido en los últimos años , la historia de los cyborgs superdotados ya
no es tan no es absolutamente sorprendente , sigue siendo taquillera, pero ya
la hemos visto, en esta ocasión un punto fuerte de la trama original, la
dicotomía existencial del cyborg con alma humana, queda tan tenuemente dibujada
que pierde la fuerza que nos mostraba aquella icónica escena del discurso final
de Blade Runner .
“Mayor”
no llega a hendir la pregunta lo suficientemente hondo, tal vez porque (también
con la moda de las “sagas”) se planee contar
la historia como en el comic, en episodios. Dejando de lado la preocupación
sobre la los remanentes de humanidad en un organismo prefabricado, la cinta se
ve aderezada con múltiples y violentas pelas y escenas de acción.
En la
crítica internacional se ha señalado la selección de Johansson en el rol
principal, dado que en la original es de origen asiático, pero el guión
resuelve esta discrepancia en base a la estructura de la trama: es una mente en
un cuerpo nuevo cibernéticamente creado, así que materialmente daría lo mismo
el envoltorio, el alma (el famoso espíritu del que habla el título) permanece
siendo el mismo.
Sanders,
evidentemente en esta ocasión da prevalencia a la acción sobre las
reflexiones interiorizantes de los
personajes y las secuencias de peleas están cinematografiadas por DP Jess Hall
dando varias escenas de batalla coreográfica y violentamente impecables.
Johansson
hace un remix de algunos de sus anteriores personajes, (que también
coincidentemente patean traseros de un hilo) y lo hace con dedicación en su
tarea dejándonos con un sabor de ausencia de sentimientos generalizada.
El
elenco que respalda a Johansson: Kitano,
Pitt, Asbaek y Binoche cumplen con su parte en la historia pero nos quedamos esperando saber “mas” (tal
vez en alguna de las partes subsecuentes…)
Al
final de todo, los fantasmas siempre serán esos seres que pueden aterrorizar, tal vez no
tanto por su forma, sino por lo que representan y aquí aunque sean la belleza de
Scarlet poseen dentro de sí temores reales incrustados; el miedo al futuro
tecnológicamente dominante, la sospecha oscura a lo que esa tecnología puede hacer sobre
el hombre, el estupor a que en medio de esta carrera por el progreso no haya
vuelta atrás y todo termine volviéndose plástico, y acabemos con el planeta… y pero aún el hombre se deshumanice.
Esos fantasmas erizan la piel, esos fantasmas están ya entre nosotros y así
como en el Cuento de Navidad se presentan a Scrooge, nos salen a diario
enfrente. Vamos a vigilar el futuro? O
llegaremos a él ignorándolo, metidos en un caparazón a esperar las consecuencias?
Reparto: Scarlett Johansson, Pilou Asbaek, Takeshi
Kitano, Juliette Binoche, Michael Pitt, Chin Han
Año:
2017
País:
Estados Unidos
Género:Ciencia
Ficción
Duración:
106 min
Clasificación:
Mayores de 13 Violencia fantástica
Fecha
de estreno en México: 31 de Marzo
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