La estructura narrativa de la historia, divida por cuatro capítulos, logra trasmitir el viaje que debe realizar el protagonista, por ello, Jesús Mario Lozano se centra en capturar el mundo interior del personaje: la cámara sigue a León en su rutina, en sus momentos contemplativos y cuando desea acallar sus pensamientos sumergiéndose en el agua. Sin embargo, la llegada de Andrés obliga a León a regresar al mundo “real”, un mundo en el que deberán enfrentar sus pasados. El camino sinuoso que Hugo y Andrés siguen está rodeado, a lo largo del filme, por escenarios naturales que remiten a una búsqueda espiritual; asimismo, la ambientación que se traslada del exterior lleno de cascadas, nubes, niebla y árboles a un interior que parece ser sofocante en algún momento para los hermanos, revela poco a poco las partes más oscuras de ambos y la dualidad que vive en ellos.
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