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Por: Fabián Quezada León
Bella Baxter (Emma Stone) es resucitada por un brillante, pero poco tradicional científico; Godwin Baxter (Willem Dafoe) quien la provee de una cierta y especial cualidad y observa detenidamente su proceso de desarrollo, tanto con fines científicos como “sociales”.
La cuestión es que dentro de Bella existe un alma primigenia hambrienta de descubrir, conocer y aprender sin importar las consecuencias, más allá de los cánones y las percepciones de quienes la rodean.
En esta desmesurada necesidad, Bella se
escapa de un matrimonio conveniente y programado, para vivir sin freno todo lo
que su deseo y sus instintos le dicten, para eso sigue a un abogado libertino: Duncan
Wedderburn (Mark Ruffalo). A su lado, Bella crece apresuradamente y con
descontrol en todos los sentidos, sin rienda que la sujete.
Mientras eso sucede,
viajan por diversos puntos del continente. En este transcurrir del camino, Bella
se transforma en una incontrolable fuerza de la naturaleza que no mide las
consecuencias de lo que provoca, si ese es el precio que debe pagar por seguir
aprendiendo.
Controversial, desquiciada, irrefrenable… Con Stone llevándonos al extremo.
Yorgos Lanthimos no se ha caracterizado por
ser un director falto de excentricidades y vuelve a encontrarse con Stone para
edificar una historia llena de controversia, casi terrorífica, donde a igual
forma se combinan la extravagancia, el impresionismo cinematográfico, y una voraz
y desnuda necesidad de desarrollo con mil implicaciones al lado. Comenzando por
preguntar cuánto se debe pagar (o sufrir) por el conocimiento y hasta qué grado se necesitan las
normas para gobernar la convivencia del ser humano. Además de la franca
rendición a Frankenstein y a refinar la provocación que tanto divierte y
fascina a Lanthimos.
Stone se mete hasta la médula, hasta las
neuronas de Bella, se entrega a ese caso extremadamente complejo y al mismo
tiempo ridículamente simple qué
significa "crecer" y cómo las reglas del tiempo en el que tocó hacerlo van a
moldear y condicionar ese crecimiento.
A cada generación le ha tocado vivir eso de una manera reglamentada y tarde o temprano los más jóvenes se convierten en los jueces implacables de los modos que les legaron quienes les antecedieron... y mas temprano que tarde, se vuelven contra ellos, tratando de ajustar al mundo a sus propias necesidades.
Stone se
pone al servicio de esta necesidad: crecer duele y en qué forma.
El beneficio del proceso queda a juicio de cada uno. Lo cierto es que Stone entrega cada célula para que Bella experimente y azorada, siga con esa desenfrenada apetencia pagando cada uno de los costos. ¿Es demasiado alto el precio? Aparentemente bajo todas las normas imperantes, toda esta divertida, cuasi terrible y poco limpia forma de vivir es escalofriante, sí, pero para Bella vale la pena.
Los demás, que no logran ponerse al paso, van
a sufrir las consecuencias al doble, porque tienen que enfrentar su azoro con
su moralidad, su casi probable envidia y todo el peso de su juicio sobre lo que "debe ser".
Atando caminos.
“Poor Things”, marca no solo el reencuentro de
Stone con Lanthimos, quien suele tener a sus actores favoritos (como la propia
Stone y Olivia Colman) sino que repite al adaptador Tony McNamara, con quien
había hecho "La Favorita". El original de novela es de Alasdair Gray, (1992) y si
ahora es asombrosa, alucinante y transgresora, fácilmente podemos imaginar las cejas que se elevaron en
92.
Esto nos da una razón más para pensar que pocos hubieran podido llevarla a
cabo, dado que Lanthimos se coronó como el líder de la generación de cineastas
griegos pertenecientes a algo denominado “La ola Extraña” y para ello tiene
para exhibir su debut en el 2009 con Dogthooth, seguido de "Langosta" y "El Sacrificio del Ciervo" o "La Favorita"
Esta alabanza estrambótica a la sed de conocimiento y a contravenir las normas debía de esperar para ver la luz y entrar en un tiempo en el que, sin lugar a dudas, hay serios cuestionamientos sobre los paradigmas existentes de lo que es, o no, socialmente aceptable en el renglón descubrimiento personal y desde luego, qué tanto se puede considerar "desinhibido" y qué tanto ya es "casi salvaje".
La otra punta es la valoración de la construcción
de un ser a partir de ser autodidacta, autoregulado y eso adquiere un color
especial cuando se aplica a una protagonista que comienza con un cerebro de
niña injertado en el cuerpo de una mujer y se puede tomar como un símil a la
imagen tradicional de la mujer, a quien la sociedad y las reglas aprisionaban
como un corsé, exigiendo que, aunque su cuerpo creciera, las varillas mentales
estrecharan su mente 24x7 y adjetivos como
candor, inocencia, docilidad, fragilidad, fueron cosidos a la piel de la visión femenina.
Bella deja atrás eso, no por una rebeldía
innata o aprendida. Simplemente no lo conoce porque no conoció las reglas. Ella
concibió su vida de una manera absolutamente orgánica.
Es obvio que al ser una
obra de ciencia ficción no existe una época histórica real en dónde enclavarla,
pero el clima pareciera propicio en el esplendor de una era que podría oler
como a Victoriana (el santo grial de la formalidad y las normas) aunque se adorna
con una amplia gama de elementos que podrían entrar dentro del steampunk y el
impresionismo alemán por la estética visual.
La transformación de la figura del "científico loco" juega abiertamente con la palabra God (dios). Para Bella, Godwin es su dios, su padre creador. Esto además puede ser valido como una manera de cortar el apellido para decirlo de “cariño”.
Ese cariño no se pone en duda en ninguna de sus partes, God ama a su Bella y ella lo ama de regreso, lo suficiente como para no alejarse de una manera definitiva nunca de él.
Cuando aparece Max McCandles (Youssef) aún con todo su amor y sus celos no logra
deslumbrar suficientemente a Bella, pero también el espíritu de Bella nunca lo
deja de hipnotizar. Al final del día, en esta historia la seducción y el asombro van de la mano.
¿La perdición llega de fuera? ¿O está esperando que alguien le abra la puerta para salir huyendo?
Por
todos los antecedentes de Duncan Wedderburn (Ruffalo) a primera vista parecería
que la perdición viene a desequilibrar el paradisíaco hogar de Godwin. Sin embargo eso es
una mera suposición, sobre todo cuando la inquieta Bella decide salir del edén a ver el
mundo desde su punto de vista y en un abrir y cerrar de ojos, todo el
libertinaje de Duncan se ve abrumado por la descomunal fuerza exploradora de
Bella. El orgulloso cazador se transforma, ante su propio asombro, en una frágil presa.
Girando y cambiando hasta de color
Cuando
Bella abre la puerta y sale de la casa de su creador, el mundo se transforma de
blanco y negro a colores (tal vez dado por la intensidad de lo que ella va
descubriendo.) Este road trip que comienza en Londres va a Lisboa, Alejandría
y termina en París y hay que ver todo lo que Bella aprende en este recorrido.
Además de los múltiples descubrimientos sexuales, que para Bella son mas un termómetro que
su significado sexual de básicamente la gama de sensaciones que puede experimentar corporalmente (dolor placer o
lo que sea)
En este sentido, el sexo deja de tener la connotación de lujuria y pecado sexo para pasar a ser simplemente una experiencia sensorial, sin peso ético. En estos momentos es cuando Stone traspasa los límites y nos ata a Bella, más que por la sexualidad, por las interminables e intensas emociones que refleja, con el asombro auténtico de quien contempla los resultados de un experimento científico exitoso.
Aunque
Stone se lleva las indudables palmas, el resto del elenco tiene todas las
oportunidades (aunque salgan cinco minutos) de lucir al máximo en esta desquiciante
historia. Pero sin duda, dos merecen un punto y aparte, Da Foe como el creador desfigurado que no importa lo que Bella haga la acogerá y Ruffalo como el libertino encapsulado en su personalidad
de niño berrinchudo y aferrado que va degradándose y quedándose atónito de su
pretendido “libertinaje” cuando simplemente era una pose.
Su débil
concupiscencia se evapora avergonzada progresivamente, mientras Bella crece, no
simplemente en cosas relacionadas con el sexo (cabe aclarar) ella también se
pregunta muchas cosas más, sobre la justicia, la caridad, el amor, la libertad,
la subsistencia, el agradecimiento, la venganza y el empoderamiento (y de lo
cual se podrían hacer miles de comparaciones de los conceptos femenino-masculino
tradicionales) Duncan es el contrapunto de locura en toda esta magnífica
historia.
CONCLUSIÓN
Sin
lugar a dudas las actuaciones y dirección, mezcladas con el cocktail visual
fruto del diseño de producción, la escenografía, el vestuario y maquillaje son
parte de esta droga experimental, pero una parte vital es el ojo de la cámara, que
encarna el espíritu de Bella, que logra estremecernos, llevarnos a un viaje
exótico, desenfrenado, aventurero y confrontante, donde los pliegues y repliegues
(y todas las simbologías presentes) nos envuelven, arrastrándonos hasta donde queramos
seguir a Bella, para ver si podemos seguir la ruta como ella, sin temer lo que
vamos a encontrar a cambio de lo que vamos a aprender.
Dirección: Yorgos Lanthimos
Reparto: Emma Stone, Willem Dafoe, Ramy Youssef, Mark Ruffalo, Hanna Schygulla Jack Barton, Kathryn Hunter, Jerrod Carmichael, Donovan Fouassier, Wayne Brett, David Bromley, Gergo Borbas, Roderick Hill, Hisham Omer, Sam J. Schiavo, Celina Schleicher, Alexandra Tóth
País: Irlanda, Reino Unido, Estados Unidos, Hungría
Año: 2024
Género: Drama, Sci Fi, comedia,
Duración: 141 min
Clasificación: C
Guión: Tony McNamara Alasdair Gray
Musica: Jerskin Fendrix
Cinematografía: Robbie Ryan
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