Por Julia Elena Melche.
La pobreza extrema habita en el Elefante blanco, una mole semi abandonada e inacabada, cuyo destino en los años treinta era ser el hospital más grande de Latinoamérica. Es Ciudad Oculta, al sur de Buenos Aires, el escenario donde dos sacerdotes católicos se enfrentan día a día con la violencia, la corrupción, la delincuencia, el narcotráfico y la policía en su labor de ayuda a cientos de marginados que viven ahí en la miseria.
El realizador bonaerense Pablo Trapero coloca de nuevo su mirada en Los Olvidados de su país que malviven en gigantescas barriadas y coloca en el centro al párroco argentino Julián (Ricardo Darín) y al belga Nicolás (el actor frecuente de los hermanos Dardenne, Jérémie Renier), quienes tratan de levantar un proyecto de viviendas, lidiando con la burocracia de las autoridades gubernamentales, con conflictos gremiales y con la apatía de las jerarquías eclesiásticas.
Trapero recoge el dramatismo de un ambiente hostil y opresivo y lo concentra en Elefante blanco (2012), una dura crónica de denuncia social con tintes de thriller, subrayada por su estética realista. Su cinefotógrafo habitual Guillermo Nieto captura con fluidez la cotidianidad desordenada y adversa y sigue de cerca a los personajes mediante largos planos secuencia entre los laberínticos y oscuros callejones fangosos de las villas, donde estallan las balaceras en cualquier momento. Crea con acierto climas de tensión como en la notable escena donde Nicolás se interna en un barrio rival hasta la guarida de un narco para rescatar el cadáver de un jovencito acribillado por una banda enemiga.
En Elefante blanco, se asiste a una visión sobre el lado religioso y espiritual del hombre, así como el de sus flaquezas, mediante un buen trazo de los personajes y de sus dramas existenciales, que dan forma a un retrato de opuestos que se complementan.
Si bien, los dos padres arriesgan sus vidas por los indefensos y hacen suyas las causas de los pobres, es Julián el más arriesgado, quien abraza en su compromiso, el legado social y humano del padre Carlos Múgica, asesinado en 1974 y a quien está dedicada la cinta.
El guión a cuatro manos, incluyendo al director, construye un explosivo coctel de descomposiciones sociales que se reiteran y caminan con fragilidad sin alcanzar la fuerza narrativa necesaria. Hay demasiadas líneas argumentales y los conflictos personales quedan eclipsados por el drama colectivo que se vive en las calles.
Filme, en momentos intenso, con ecos de Ciudad de Dios (Meirelles, 02) y resonancias de El crimen del padre Amaro (Carrera, 02), sobre lucha de territorios, familias rotas y el compromiso de la fe, que camina con la majestuosa banda sonora del experimentado compositor británico Michael Nyman hacia su desenlace de heroísmo con tonos de elegía. Amarga y desesperanzadora, Elefante blanco se exhibió en la sección Una cierta mirada del Festival de Cannes 2012 y ha sido todo un éxito de taquilla en Argentina.
EL DIRECTOR.
Pablo Trapero es uno de los cineastas argentinos contemporáneos más reconocidos y premiados. Desde su primer largometraje, Mundo grúa (99), ha demostrado su compromiso para llevar a la pantalla la realidad social y política de su país, casi siempre a través de los rostros del actor Ricardo Darín y de su esposa Martina Gusman. En su segunda cinta, El bonaerense (02), catalogada como su mejor obra, abordó el desempleo, la inseguridad y la corrupción policial. En el 2008 rodó Leonera en centros reales penitenciarios para hablar de la maternidad en la cárcel. La película tuvo una cálida acogida en el Festival de Cannes de ese año, recibiendo múltiples elogios. Para filmar Elefante blanco se internó en algunos de los peligrosos barrios de Ciudad Oculta.
Dirección: Pablo Trapero.
Reparto: Ricardo Darín, Jérémie Renier y Martina Guzmán.
País: Argentina-España-Francia.
Año: 2012.
Género: Drama.
Duración: 110 minutos.
Clasificación. Adolescentes y adultos.
Fecha de estreno en México: 12 de abril de 2013.
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