Philomena
es la historia verídica de Philomena Lee, interpretada por Judi Dench, quien
siendo muy joven se embarazó y tras haber sido “enclaustrada” en un convento por
su padre, pierde a su hijo cuando las rigurosas y perversas religiosas de la orden
del Sagrado Corazón lo dan en adopción.
Han
pasado más de 50 años y ahora Filomena decide iniciar de una manera activa la
búsqueda de ese hijo, (esa tarea titánica que a la fecha sigue haciendo la
verdadera Filomena para recuperar a los bebés irlandeses vendidos
principalmente a padres adoptivos residentes en Norteamérica)
En
esta labor se topa, con un descreído periodista que ha visto pasar sus mejores
años y que está prácticamente desempleado: Martin Sixsmith (Coogan) poco
interesado al principio en las historias de “interés humano” Martin poco a poco
va develando toda una serie de misterios y actos incalificables sucedidos en el
pasado.
Filomena
y Martin se embarcan a América para
rastrear al hijo de Filomena.
En
el camino se hacen más que amigos, cómplices. Y juntos transforman sus vidas. Dando como resultado la formación del libro en
el que se basa la película “El hijo perdido de Philomena Lee” (The
Lost Child of Philomena Lee.)
Independientemente de las preferencias
ideológicas o de la condena o “perdón” de los actos que se plantean en la cinta,
la gracia de esta historia reside en que sobrevuela ese telón de fondo, ese maremágnum
de maldad e injusticia que la vida le propinó a Philomena y expone de una manera magistral como una
historia bien contada y bien dirigida, sobrepasa el drama lacrimógeno y la
enfebrecida crítica a las acciones y se transforma en una lección de
planteamientos para que guiados por la presencia de Dench el público reciba una
impecable lección de actuaciones. (Yactitudes)
Philomena no es solo la exposición de un caso
estremecedor, sino es también una casi delirante muestra de que aún los más
profundos dolores, aún las más desgarradoras situaciones, pueden enfrentarse y
ejercer en el ser humano una fuerza que puede transmutar lo más malo del
universo en algo que pueda servir. Más allá de plantear un perdón
injustificable, la cinta mueve a pensar en cómo esa fuerza puede transformar la
vida diaria, independientemente de si Philomena en la realidad actuó así como
se plantea en la película todo el tiempo.
El hecho irrefutable es que hoy por hoy, esta
mujer septuagenaria sigue en pie apoyando a casos de madres que perdieron a sus
hijos.
Pero eso no es todo lo que habla Philomena,
tras de sus merecidas nominaciones al Globo de Oro, el SAG, El Oscar y el BAFTA
Philomena también nos remite a la labor del director, el guionista y desde
luego los actores.
Stephen Frears nos ha dado a lo largo de su
prolífica carrera varios títulos que merecen revisarse porque siguen la línea de
los usos hábitos y actitudes sociales de una época y como estas afectan en base
a la represión, las costumbres y los miedos del status quo a los personajes que
se mueven en las distintas historias.
Y para muestra basten varios botones de la cinematografía
de Frears :
The Grifters
High fidelity
Liam
Mrs. Henderson Presents (en
la que trabajó también con Dench)
The Queen
Creo que revisando estos
títulos básicamente nos queda claro que los temas sociales de conflicto humano
suscitados por la aplicación de normas y comportamientos es lo que le interesa
a Frears mostrarnos.
En Philomena logra
conjuntar la fuerza de la narración con una entrañabilidad que es manejada con
el ambiente, que confronta de alguna manera la fe con la falta de ella, los
secretos guardados y los deseos reprimidos con la urgencia de descubrir lo
oculto, la contraposición de la esperanza contra la realidad, impregnándolo con ese sabor agridulce que va de la comedia a
los momentos trágicos siempre girando sobre la majestuosa Dench, que con solo
una mirada, un suspiro o un gesto, logra con la gracia de los grandes actores,
sumergirnos en todo lo que Philomena está sintiendo y a la vez, de una forma
contundente, dice como esta aparentemente “mujer madura promedio” posee un arsenal de emociones y
aperturas mentales que serían difíciles de identificar en una contemporánea.
Por su parte Coogan no
solo escribió el libreto sino que se designó un papel absolutamente diferente a
los que nos tiene acostumbrados en el área de la comedia, yéndose por este
periodista cínico, descreído, pragmático, que en un principio busca solo su
beneficio y que poco a poco, comienza a inmiscuirse en esa personalidad con la
que tiene que compartir el camino y a la que por fuerza debe aplicarse en una
tarea que hace la diferencia: Debe escucharla.
Si, tan simple como eso.
Primero para sacar su beneficio inmediato “una historia que lo ponga de nuevo
en circulación” pero conforme la comunicación permea barreras más profundas
esta intencionalidad se convierte en un motor de transformación y de compartir si al
principio Martin es hasta antipático al transcurrir la cinta logra empatizar
con el drama humano que se desarrolla a su alrededor llevándose la palma para
poderle decir a la hermana Hildegarda lo que el publico dice dentro de sus
cabezas.
Indudablemente, la historia es cautivante,
humana, entrañable, llena de emociones que se fraguan conforme se va
desvelando, por un lado la angustia de la madre y por el otro la fuerza de la determinación
de encontrar respuestas. Teniendo entre las manos un tema tan sensible como es la controvertida actuación
de las órdenes religiosas, quienes se esperaría que debieran de haber sido
caritativas y bondadosas y que sin embargo mostraron la peor cara de la represión
y la conspiración basadas en perversos rigores morales de una muy discutible
justificación.
Director: Stephen Frears
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