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Basada en la novela de Ernest Cline publicada en
2011, nos presenta una sociedad distópica en la ciudad de Columbus, Ohio; en el
año de 2045.
Como en muchas tramas futuristas, las perspectivas felices
son nulas; la mayoría de la población vive apilada (materialmente) en viviendas
construidas de contenedores que están amontonadas una sobre otra, formando unas
frágiles torres al más puro estilo Jenga
.
En este ambiente miserable, hiper
contaminado/poblado/miserable/desolado lo
único que puede servir al humano promedio para no volverse loco ante la funesta
realidad, es el ingresar a un universo alterno llamado el Oasis donde todo (y esto significa materialmente Todo), puede pasar. Wade Watts
(Sheridan) es un muchacho fanático de internarse en Oasis donde literalmente
vive en otros mundos por medio de su avatar Parzibal.
Siendo un jugador experimentado, Wade mantiene su
nombre encubierto y tampoco sabe demasiado de los otros jugadores, con quienes
convive en los mundos de Oasis, solo conoce su apariencia y nombre en el juego.
Aunque está consciente de que estos universos
paralelos la “apariencia” no significa absolutamente nada, atrás de un avatar
poderoso puede haber un chico nerd con bastante sobrepeso, lentes y que vive en
casa de sus padres.
Pero los infinitos mundos del Oasis no serían nada
si no tuvieran todo poderío de Innovative Online
Industries, (IOI) una ambiciosa corporación encabezada por el cruel Nolan Sorrento
(Mendelsohn) quien materialmente gobierna todo lo que hay ahí y a sus
habitantes/consumidores. Y cuyo ascenso al poder tiene un pasado muy oscuro…
Sin embargo, la fuerza seductora del Oasis no
radica en los millones de mundos que puedan suceder dentro de sus límites; sino
a que hay una especie de leyenda urbana
con fundamento: la suculenta y no poco truculenta promesa de una poderosísima recompensa
escondida por James Halliday (Rylance) el mítico genio creador de Oasis y que
ahora, aún después de muerto, sigue haciendo de las suyas al prometer que quien
logre descifrar y encontrar pistas clave, adquirirá todos los poderes sobre Oasis.
De esa manera, cientos de participantes (incluidos agentes que trabajan
para la corporación que maneja el juego) y obvio Wade, junto con sus amigos y aliados
Art3mis
(Cooke) , Aech (Waithe), Daito (Morisaki)
y Shoto (Zhao) se dedican a buscar
desentrañar ese misterio para así adquirir el control de todo. Solo que el
poder absoluto no solo afectará al mundo virtual, la realidad está mucho más
comprometida con Oasis de lo que nadie imaginaría.
Spielberg la hace de nuevo!. A sus 71 años,
Steven resurge con el brío de un adolescente eterno que se come al mundo con
apetito voraz. Se mimetiza, como el
genio detrás del Oasis, en todas y cada una de las tramas que dan nuevas claves
para seguir la aventura entre mundos.
La mano de Steven atrapa, con la fuerza de
una mandíbula de tiburón, toda la iconografía popera que puede hacer brillar el
corazón de quien sea, para llevarlo más allá de las nubes en una bicicleta. No
conforme con eso, es indómito como un Tiranosaurus Rex, que se multiplica en
todos los planos de pantallas líquidas, donde se puede avanzar o retroceder un
fragmento del tiempo para buscar pistas. Logra, sin pudor ni remordimiento, hacer que levantemos el vuelo de la sorpresa. El Futuro, como sabemos, vuelve una y mil veces; siempre veloz, como un
rayo.
Spielberg se lanza a abordar, de manera
espectacular, la temática de una venerada novela que gira en el mundo más
prolífico de todos: el que puede crearse sin límites de ninguna especie, el
universo del juego.
Una cosa es segura; el interminable y por siempre
expansivo universo de los juegos jamás había sido llevado a los extremos que “Ready Player One” pone sobre la mesa.
En primer lugar, la materialización de una
novela que tiene legiones de fans y donde la cantidad de remembranzas,
referencias e interconexiones con todo el fenómeno histórico, social y
contextual de las décadas de los 80’s y 90’s irrumpe de una manera descarada y
estridente gracias al guión de Zak Penn y Ernest Cline, y como cereza del pastel; la producción que
Spielberg que se ha distinguido por llevar a sus obras (y más a esta) a ese
sitio donde de una o mil maneras, se reinventa ese niño que todos llevamos
dentro y que Steven jamás ha dejado demasiado alejado.
Es tal la cantidad de información y de
“easter eggs” en la película que es materialmente imposible capturarlos todos
en la primera vez que se ve. “Ready Playe One” es, no solamente un arsenal de
efectos y de acciones, es un circo de múltiples pistas donde se leen
simultáneamente, toneladas de información.
No importa si eres “fan from hell” de
los videojuegos o si no tienes más que una leve idea. El show que monta
Spielberg es impactante y no deja afuera a nadie.
La abundancia referencial atrapa no
unicamente a los que vivieron los 80’s y 90’s como una época histórica en su
vida existencia y que hoy por hoy andan entre los finales de los 30’s y los
50’s, sino que también seduce a los millenials, porque es una efervescente
explosión indefinible; entre post moderna, pop, electrónica, retro, un delirio
gamer vibrante y desenfrenado; es todo un código que encierra “theras”
de información sobre el pulso de la cultura pop, iluminados con luces
brillantes y sonidos que cubren gamas rítmicas impensables.
Hay referencias a
comics, a cintas de culto, a la misma obra de Spielberg, a iconos de todos
tipos y formas; seres intergalácticos, personajes de juegos de video (obvio)
dinosaurios, criaturas mitológicas, visiones futuristas dadas en un pasado
cercano… y más y más… todo con el brillo impertinente del pop gloss.
Por esto, es casi condición imprescindible
ver esta cinta en la pantalla de cine más grande y con el mejor sonido que puedas
conseguir. Vivir al tope la esencia pop lo exige, porque sencillamente el
pop es abigarrado, explosivo y abundante. Solo cabe en una pantalla enorme.
Algún punto a discusión en todo esto es la
argumentable solidez de los personajes y de ciertas situaciones, porque el
ritmo es tan acelerado que ante esas circunstancias específicas, a los
personajes casi no les queda tiempo de reaccionar.
Aunque sean situaciones que
les hayan tocado las fibras más intimas. Pero por el otro lado, está también el
hecho contundente de que siendo personajes tan íntimamente ligados al juego de
video, el lado de acción es preponderante y los plots referidos a “partes emotivas”
deben tomar un bajo perfil.
Como sea que se le quiera abordar, la
desbordada creatividad y apariencia espectacular de Ready Player One hacen que
se le coloque en un status diferente y que casi de inmediato se haya colocado
como un “infaltable” al mencionar la carrera de Spielberg y como un pronóstico de inquietud apocalíptica para el futuro de la
raza humana.
Reparto: Tye
Sheridan, Olivia Cooke, Lena Waithe, Ben Mendelsohn, Mark Rylance, T.J. Miller,
Simon Pegg, Win Morisaki, Philip Zhao, Hannah John-Kamen
Año: 2018
País: Estados Unidos
Género: ciencia ficción, aventura, acción
Duración: 140 min
Clasificación: Mayores de 15
Guión: Zach Penn y Ernest Cline basado en la novela
de Cline
Fecha de estreno en México: 29 Marzo 2018
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