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En la época de la “noche de paz, noche
de amor” y las “campanas navideñas de alegre y claro son” las susceptibilidades
están a flor de piel. No es raro encontrar en medio de esa fecha severos casos
de ansiedad, depresión, fragilidad y “tensión de la temporada”. En ese
escenario es que Ben regresa a casa y la vida familiar va a dar un giro
frenético en solo veinticuatro horas. Cayendo hacia la helada, resbaladiza y frágil
pendiente de la vida de un adicto en “recuperación”.
Peter Hedges escribe y dirige este drama
profundo, en el que si bien el personaje protagónico es Ben, Holly encarnada
por Roberts da una poderosa y conmovedora interpretación de una madre "ciega de
amor" y desesperada, pero no tonta. Que intenta inútilmente fingir ante todos y autoengañarse sin creérselo. Quiere ser fuerte sin saber si lo será y su única
certeza es el que va a defender, con su
vida misma, a su hijo.
Hedges desarrolla el extremo del dolor y la decepción
mirándolo desde los diferentes lados que florecen en la celosa intimidad del sufrimiento
familiar, sin colocarse como un juez condenatorio, sino como un narrador
certero de la enorme decepción, angustia, y los frenéticos (y casi inútiles) esfuerzos
por encontrar una salida.
Ben en su fragilidad, busca escape.
Holly en su amor absoluto, busca rescatar a su familia y a su hijo de una
pesadilla. El tono del comienzo plantea una entrada sólida, enfocada al
doloroso drama familiar, que luego gira hacia algo que tensiona hacia otro
lado, (la trama de thriller policíaco) que resta un poco la intensidad del
drama humano, pero que, gracias a la actuación de Hedges y Roberts, sostiene la
segunda parte de la película
Y como de "raza le viene al galgo", el
hijo de Hedges: Lucas, ha demostrado en los últimos años que está trabajando en
ser un buen actor, pues sus últimos films así lo demuestran; desde “Manchester
junto al mar”, “Lady Bird” y recientemente (en cartelera) “Corazón Borrado”. Ahora, bajo la batuta de su padre da una actuación devastadora, con una profunda
identificación con Julia Roberts formando la mancuerna perfecta.
Dentro de la familia reconstituida (es
el segundo matrimonio de Holly) la imagen de "tarjeta navideña perfecta" es
simplemente eso, una falsa ilustración de “Felices Fiestas” en la que al
abrirla, la desesperanza diluye todos los alegres colores de la portada. La trama comienza
con los preparativos para el festival navideño, los disfraces, la canción y
todo el ambiente de “Blanca Navidad”, pero cuando Holly, Ivy y los niños regresan de la iglesia en
medio de un halo de felicidad, el espíritu de Krampus está sentado en la
escalera fumando un cigarro electrónico. Ben ha regresado.
Holly extasiada pone en marcha los desenfrenados
esfuerzos para enmascarar la situación y fingir que cree en su hijo, sin
embargo la realidad la golpea cuando Ivy le reclama. "Por qué escondes las medicinas y ocultas tus joyas?"
Pero
Holly no es tonta, reacciona todo lo “dura” que se supone debe ser. Exige a su
hijo cumplir con reglas como "nuca escapar de su vista", "test de orina
obligatorio"… y le advierte imperiosa “eres mío, eres todo mío” en esa mezcla
materna que las madres creen autoritaria y que los hijos saben que esconde ese
amor incondicional que puede perdonarles todo.
Sin embargo, el desafío de regresar inesperadamente
no es solo una prueba para Holly, sino para Ben. Está jugando una ruleta rusa
que puede descargarse en su sien en cualquier momento. Porque regresa a los
lugares donde su tragedia se disparó, donde tenía sus escondites de droga, donde están sus dealers,
donde se hundió en el infierno y donde el pasado asecha con ojos inyectados por
la culpa y el drama. Un desafío bastante grande, si no se poseen las armas
necesarias.
Consciente de lo que ha escrito en el guion, Hedges se acerca directo a esas escenas, aunque lo hace con tacto, con discreción. Dejando que el
ambiente íntimo entre los personajes vaya asfixiando las situaciones hasta
hacer que una venganza añeja se vuelva en contra de Ben y de lo que más quiere.
A veces ni siquiera hace falta entrar en
diálogos elaborados, simple la transparencia de un gesto, de una mirada que
cambia súbitamente de la simulada alegría a la honda desesperación es
suficiente y ahí Hedges y Roberts entran
en contacto profundo con sus personajes.
En el telón de fondo tenemos a Vance, quien
tal vez por no ser el padre biológico de
Ben, no cae en la idea de que el muchacho este “mejor” y política pero inútilmente, trata
de centrar a su esposa. Además está Ivy, quien aún teniéndole cariño fraterno a Ben, sabe
demasiado y no cae en su juego.
Comprende la inútil esperanza de su madre y se
mantiene como la mejor consejera contra la mentira de uno y la ilusoria reacción
de la otra, equilibrando el confuso sentimiento de cuando alguien tan cercano está
en el filo entre hacernos sentir inquietos, felices, o aterrados.
La vida despedazada de un
adicto y su familia es más allá de las consecuencias obvias e inmediatas y Hedges nos lleva a ese terreno donde, como
si fuera parte de una alucinación producto de una sobredosis, la realidad derrapa
en todas direcciones, sin control ni lógica, sobrepasando vertiginosamente límites,
ignorándolos, como se ignoran las luces en rojo cuando se está drogado.
Cuando llegamos a la segunda parte de la película, Ben y Holly han entrado en este tobogán alucinante y la espiral de “esto no puede estar pasando ahora”
los devora. Es
verdad que el tema decae en aras del thriller policíaco, pero aún así la
infección de desesperanza y ahogo, como la del síndrome de abstinencia, carga
en los hombros de madre e hijo el drama hasta su desenlace. Cuando ya ni el
desenfrenado amor materno puede sostener la venda en los ojos y Holly, aún yaciendo
en el piso abrumada por la verdad, se yergue. Para como sea, como pueda y a cualquier costo, recuperar a su hijo.
“Regresa a mi” no es solamente una
frase que pudiera esconder melosos significados románticos. También marca un
camino, el camino de recuperación, de reintegración.
De volver, no
solo a una vida pasada, sino que alcanza otros niveles si llegamos al extremo
de hacer un regreso hasta el vientre materno.
Por Fabián Quezada León
Una visita indeseada
Ben Burns (Lucas Hedges) tiene 19 años y hace 77 días que no ve a su familia…
Regresa inesperadamente a casa para
la Navidad. Su madre Holly (Julia Roberts) lo recibe casi eufórica, aunque su
hermana, Ivy
(Kathryn Newton) y su padrastro Neal (Courtney B. Vance) no están muy contentos con ese
“sorpresivo” regreso navideño. Y tienen una razón. Ben ha arruinado las últimas
navidades porque… Ben, es un adicto en rehabilitación que tiene un turbulento y
muy doloroso pasado. Aunque Ben aparentemente está “limpio” y de visita con la
aprobación de su supervisor en la clínica, la verdad (que no tardará en surgir)
es definitivamente diferente.
Perdón, en serio dijiste... Noche de Paz?
En la época de la “noche de paz, noche
de amor” y las “campanas navideñas de alegre y claro son” las susceptibilidades
están a flor de piel. No es raro encontrar en medio de esa fecha severos casos
de ansiedad, depresión, fragilidad y “tensión de la temporada”. En ese
escenario es que Ben regresa a casa y la vida familiar va a dar un giro
frenético en solo veinticuatro horas. Cayendo hacia la helada, resbaladiza y frágil
pendiente de la vida de un adicto en “recuperación”.
Sabia es mamá...(?)
Peter Hedges escribe y dirige este drama
profundo, en el que si bien el personaje protagónico es Ben, Holly encarnada
por Roberts da una poderosa y conmovedora interpretación de una madre "ciega de
amor" y desesperada, pero no tonta. Que intenta inútilmente fingir ante todos y autoengañarse sin creérselo. Quiere ser fuerte sin saber si lo será y su única
certeza es el que va a defender, con su
vida misma, a su hijo. Hedges desarrolla el extremo del dolor y la decepción
mirándolo desde los diferentes lados que florecen en la celosa intimidad del sufrimiento
familiar, sin colocarse como un juez condenatorio, sino como un narrador
certero de la enorme decepción, angustia, y los frenéticos (y casi inútiles) esfuerzos
por encontrar una salida.
No hay peor ciego...
Ben en su fragilidad, busca escape.
Holly en su amor absoluto, busca rescatar a su familia y a su hijo de una
pesadilla. El tono del comienzo plantea una entrada sólida, enfocada al
doloroso drama familiar, que luego gira hacia algo que tensiona hacia otro
lado, (la trama de thriller policíaco) que resta un poco la intensidad del
drama humano, pero que, gracias a la actuación de Hedges y Roberts, sostiene la
segunda parte de la película
Nace una estrella.
Y como de "raza le viene al galgo", el
hijo de Hedges: Lucas, ha demostrado en los últimos años que está trabajando en
ser un buen actor, pues sus últimos films así lo demuestran; desde “Manchester
junto al mar”, “Lady Bird” y recientemente (en cartelera) “Corazón Borrado”. Ahora, bajo la batuta de su padre da una actuación devastadora, con una profunda
identificación con Julia Roberts formando la mancuerna perfecta.
Si todo está bien, por qué ocultas tus joyas?
Dentro de la familia reconstituida (es
el segundo matrimonio de Holly) la imagen de "tarjeta navideña perfecta" es
simplemente eso, una falsa ilustración de “Felices Fiestas” en la que al
abrirla, la desesperanza diluye todos los alegres colores de la portada. La trama comienza
con los preparativos para el festival navideño, los disfraces, la canción y
todo el ambiente de “Blanca Navidad”, pero cuando Holly, Ivy y los niños regresan de la iglesia en
medio de un halo de felicidad, el espíritu de Krampus está sentado en la
escalera fumando un cigarro electrónico. Ben ha regresado. Holly extasiada pone en marcha los desenfrenados
esfuerzos para enmascarar la situación y fingir que cree en su hijo, sin
embargo la realidad la golpea cuando Ivy le reclama. "Por qué escondes las medicinas y ocultas tus joyas?"
Madre sólo hay una...
Pero
Holly no es tonta, reacciona todo lo “dura” que se supone debe ser. Exige a su
hijo cumplir con reglas como "nuca escapar de su vista", "test de orina
obligatorio"… y le advierte imperiosa “eres mío, eres todo mío” en esa mezcla
materna que las madres creen autoritaria y que los hijos saben que esconde ese
amor incondicional que puede perdonarles todo.
Un brinco en el abismo.
Sin embargo, el desafío de regresar inesperadamente
no es solo una prueba para Holly, sino para Ben. Está jugando una ruleta rusa
que puede descargarse en su sien en cualquier momento. Porque regresa a los
lugares donde su tragedia se disparó, donde tenía sus escondites de droga, donde están sus dealers,
donde se hundió en el infierno y donde el pasado asecha con ojos inyectados por
la culpa y el drama. Un desafío bastante grande, si no se poseen las armas
necesarias.
Cuando sabes lo que escribes.
Consciente de lo que ha escrito en el guion, Hedges se acerca directo a esas escenas, aunque lo hace con tacto, con discreción. Dejando que el
ambiente íntimo entre los personajes vaya asfixiando las situaciones hasta
hacer que una venganza añeja se vuelva en contra de Ben y de lo que más quiere.
A veces ni siquiera hace falta entrar en
diálogos elaborados, simple la transparencia de un gesto, de una mirada que
cambia súbitamente de la simulada alegría a la honda desesperación es
suficiente y ahí Hedges y Roberts entran
en contacto profundo con sus personajes.
Entre la alegría, la duda y el miedo.
En el telón de fondo tenemos a Vance, quien
tal vez por no ser el padre biológico de
Ben, no cae en la idea de que el muchacho este “mejor” y política pero inútilmente, trata
de centrar a su esposa. Además está Ivy, quien aún teniéndole cariño fraterno a Ben, sabe
demasiado y no cae en su juego. Comprende la inútil esperanza de su madre y se
mantiene como la mejor consejera contra la mentira de uno y la ilusoria reacción
de la otra, equilibrando el confuso sentimiento de cuando alguien tan cercano está
en el filo entre hacernos sentir inquietos, felices, o aterrados.
(Newton y Hedges ya habían sido
hermanos el año pasado en la triunfadora “Tres Anuncios a la Afueras de Ebbing
Missouri”)
La realidad moviéndose atrás, en 4D, cuadro por cuadro.
La vida despedazada de un
adicto y su familia es más allá de las consecuencias obvias e inmediatas y Hedges nos lleva a ese terreno donde, como
si fuera parte de una alucinación producto de una sobredosis, la realidad derrapa
en todas direcciones, sin control ni lógica, sobrepasando vertiginosamente límites,
ignorándolos, como se ignoran las luces en rojo cuando se está drogado.
Ese momento, cuando tu madre ve la realidad.
Cuando llegamos a la segunda parte de la película, Ben y Holly han entrado en este tobogán alucinante y la espiral de “esto no puede estar pasando ahora”
los devora. Es
verdad que el tema decae en aras del thriller policíaco, pero aún así la
infección de desesperanza y ahogo, como la del síndrome de abstinencia, carga
en los hombros de madre e hijo el drama hasta su desenlace. Cuando ya ni el
desenfrenado amor materno puede sostener la venda en los ojos y Holly, aún yaciendo
en el piso abrumada por la verdad, se yergue. Para como sea, como pueda y a cualquier costo, recuperar a su hijo.
Conclusión
“Regresa a mi” no es solamente una
frase que pudiera esconder melosos significados románticos. También marca un
camino, el camino de recuperación, de reintegración.
El llamado primigenio de una madre a
su hijo y el deseo de verlo libre de las culpas y adicciones que lo torturan.
Este llamado, adquiere dimensiones de reencontrar el espíritu.
De volver, no
solo a una vida pasada, sino que alcanza otros niveles si llegamos al extremo
de hacer un regreso hasta el vientre materno.
Hedges nos coloca dentro de este drama íntimo
para integrarnos en él. Roberts y Hedges nos conducen y nos abren la
interrogante: si regresamos, qué esperamos encontrar?
Director/Escritor:
Peter Hedges
Julia
Roberts (Holly Burns)
Lucas
Hedges (Ben Burns)
Courtney
B. Vance (Neal Beeby)
Kathryn
Newton (Ivy Burns)
Rachel
Bay Jones (Beth Conyers)
David
Zaldivar (Spencer 'Spider' Webbs)
Alexandra Park (Cara K.)
Marquise Vilson (Leon B.)
Año: 2019
País: Estados Unidos
Género(s): Drama
Duración: 103 min
Clasificación: Adultos
Cinematografía: Stuart Dryburgh
Fecha de estreno en México: 22 de
Marzo 2019
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