Por: Fabián Quezada León
Max (Records), es un niño como existen millones, falto de figura paterna, dejado a un lado por el mundo de los adultos y que se refugia en su febril imaginación y sus muy desatados estados de ánimo para poder encontrar un salvoconducto en este mundo solitario en el que se desenvuelve. Su desenfreno, condimentado por una sensibilidad dolorosa y solitaria, lo hace llegar a grandes extremos tales como morder al perro, destrozar el cuarto o disfrazarse para exigir comida de su madre.
Tras una diferencia de opinión con su progenitora, Max escapa y comienza un viaje iniciático, una fuga desolada hacia el lugar en el cual encajar en el universo.
Y es así, tras surcar océanos inmensos que llega (como en todo buen viaje iniciático que se respete) a una isla donde habitan los monstruos.
Estos seres realmente monstruosos son el reflejo sin duda de las angustias y dolores más agudos dentro de la mente de cualquier niño y diría sin temor a equivocaciones, de cualquier humano; el violento, el celoso, el que quiere guía, el ignorado, el que quiere ser escuchado, comprendido, tomado en cuenta….
Los monstruos al fin del día son monstruos y vagan siempre entre el filo del asombro, lo terrible y lo tenebroso.
Max decide que ese es su universo. Ellos son la representación de muchas más cosas que habitan en su joven y mallugada psique. De improviso se incorpora a ellos y ante el temor de ser merendado, encuentra una salida fácil y meritoria: se proclama su rey. (La perfecta cristalización de la ambición de cualquiera gobernar sus propios monstruos) y promete que bajo su mandato todo será dicha y felicidad.
Pero el cabo de los días, hacer feliz a alguien, sea humano o monstruo, tiene sus bemoles y es solamente el comienzo para Max de desprenderse de la etapa infantil y comenzar a luchar por insertarse en el mundo.
En la isla Max va a aprender que los espejos reflejantes de la realidad se magnifican monstruosamente si se retumba en el paraíso de los monstruos y que al final de cuentas, en cuanto se comienza el viaje de ida se esta comenzando también el regreso.
“Donde viven los monstruos” se basa en el cuento escrito e ilustrado por Maurice Sendak en 1963. Un raro caso de la narrativa clasificada bajo la designación de “infantil” donde se usan las fórmulas de el viaje iniciático, la construcción de una utopía y el desprendimiento de la capa de niñez para dejar surgir el siguiente paso del crecimiento.
Jonze se sumerge sin pudor en los mundos brutalmente desprovistos de corrección política que pueden existir en la mente de un niño, pues los infantes también tienen su lado imprevisible y no siempre color de rosa como nos esforzamos en creer en general. (Quizás porque nosotros mismos no recordamos nuestros propios monstruos primigenios)
Por ello la cinta posee un hechizo casi espeluznantemente atrayente, seductor, cercano, porque perdiendo la vergüenza muchos se preguntarán cuales de sus propios monstruos no están siendo llevados afuera.
Sin duda que muchos de la audiencia nos hemos encontrado con ellos siempre a solas y ahora es posible verlos vagabundeando por ahí.
La realidad es que ese es un aspecto que inquieta y hace “poco confortable” la cercanía de esos moradores del lado “b” que han sido puestos en libertad solamente para preguntarnos hace cuanto que no los visitamos…
¿Será que a fuerza de falsos embellecimientos encontramos un mundo en el que realmente somos más felices que el mundo que se ofrece en la imaginación?
Max (Records), es un niño como existen millones, falto de figura paterna, dejado a un lado por el mundo de los adultos y que se refugia en su febril imaginación y sus muy desatados estados de ánimo para poder encontrar un salvoconducto en este mundo solitario en el que se desenvuelve. Su desenfreno, condimentado por una sensibilidad dolorosa y solitaria, lo hace llegar a grandes extremos tales como morder al perro, destrozar el cuarto o disfrazarse para exigir comida de su madre.
Tras una diferencia de opinión con su progenitora, Max escapa y comienza un viaje iniciático, una fuga desolada hacia el lugar en el cual encajar en el universo.
Y es así, tras surcar océanos inmensos que llega (como en todo buen viaje iniciático que se respete) a una isla donde habitan los monstruos.
Estos seres realmente monstruosos son el reflejo sin duda de las angustias y dolores más agudos dentro de la mente de cualquier niño y diría sin temor a equivocaciones, de cualquier humano; el violento, el celoso, el que quiere guía, el ignorado, el que quiere ser escuchado, comprendido, tomado en cuenta….
Los monstruos al fin del día son monstruos y vagan siempre entre el filo del asombro, lo terrible y lo tenebroso.
Max decide que ese es su universo. Ellos son la representación de muchas más cosas que habitan en su joven y mallugada psique. De improviso se incorpora a ellos y ante el temor de ser merendado, encuentra una salida fácil y meritoria: se proclama su rey. (La perfecta cristalización de la ambición de cualquiera gobernar sus propios monstruos) y promete que bajo su mandato todo será dicha y felicidad.
Pero el cabo de los días, hacer feliz a alguien, sea humano o monstruo, tiene sus bemoles y es solamente el comienzo para Max de desprenderse de la etapa infantil y comenzar a luchar por insertarse en el mundo.
En la isla Max va a aprender que los espejos reflejantes de la realidad se magnifican monstruosamente si se retumba en el paraíso de los monstruos y que al final de cuentas, en cuanto se comienza el viaje de ida se esta comenzando también el regreso.
“Donde viven los monstruos” se basa en el cuento escrito e ilustrado por Maurice Sendak en 1963. Un raro caso de la narrativa clasificada bajo la designación de “infantil” donde se usan las fórmulas de el viaje iniciático, la construcción de una utopía y el desprendimiento de la capa de niñez para dejar surgir el siguiente paso del crecimiento.
Jonze se sumerge sin pudor en los mundos brutalmente desprovistos de corrección política que pueden existir en la mente de un niño, pues los infantes también tienen su lado imprevisible y no siempre color de rosa como nos esforzamos en creer en general. (Quizás porque nosotros mismos no recordamos nuestros propios monstruos primigenios)
Por ello la cinta posee un hechizo casi espeluznantemente atrayente, seductor, cercano, porque perdiendo la vergüenza muchos se preguntarán cuales de sus propios monstruos no están siendo llevados afuera.
Sin duda que muchos de la audiencia nos hemos encontrado con ellos siempre a solas y ahora es posible verlos vagabundeando por ahí.
La realidad es que ese es un aspecto que inquieta y hace “poco confortable” la cercanía de esos moradores del lado “b” que han sido puestos en libertad solamente para preguntarnos hace cuanto que no los visitamos…
¿Será que a fuerza de falsos embellecimientos encontramos un mundo en el que realmente somos más felices que el mundo que se ofrece en la imaginación?
Dirección: Spike Jonze.
Reparto: Catherine Keener , Max Records, Mark Ruffalo , Lauren Ambrose (voz de KW), Chris Cooper (voz de Douglas), James Gandolfini (voz de Carol), Catherine O’Hara (voz de Judith), Forest Whitaker (voz de Ira), Paul Dano (voz de Alexander).
País: USA.
Año: 2009.
Género: Aventuras, fantasía, drama
Duración: 101 min.
Clasificación: Mayores de 13 años. Por escenas de violencia e imágenes atemorizantes para niños muy pequeños
Fecha de estreno en México: 1 de Abril
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