Por Julia Elena Melche.
De manera tangencial e inteligente, el bonaerense Diego Lerman aborda la dictadura militar argentina, ubicándola como contexto y a través de los ojos inquisitivos de una joven de 23 años que llega a trabajar a una escuela como preceptora. Es marzo de 1982 en Argentina y la dictadura empieza a desquebrajarse, pero en el estricto Colegio Nacional de Buenos Aires se respira aún un clima de represión y control entre sus muros y a lo largo de sus pasillos por donde caminan en perfecto orden los alumnos de nuevo ingreso. Bajo la supervisión de un severo jefe, el Sr. Biasutto, María Teresa, es la encargada de vigilar el cumplimiento de la disciplina educativa y la conducta de los jóvenes. En su extrema rectitud y persiguiendo un olor a tabaco, decide esconderse en los baños de los varones para espiar a los chicos y descubrir si fuman.
Con algunas modificaciones, Lerman lleva a la pantalla la novela Ciencias morales de Martín Kohan para centrarse en María Teresa, cuya mirada se vuelve un custodio invisible al que nada pasa inadvertido y nadie nota. Es La mirada invisible, que da título al filme y el concepto del Sr. Biasutto en el que todos son vigilados, como especie de panóptico, en una espiral de controles y complicidades. En realidad a Biasutto (un Osmar Núñez, impresionante) no le interesa que un alumno fume, sino que se desobedezcan las reglas y se desafíe la autoridad. Su omnipresencia simboliza un sistema que está a punto de caer, pero se resiste, “La subversión es un cáncer que se debe combatir”.
Como analogía de un país roto, el colegio se convierte en microcosmos del totalitarismo, donde la vigilancia de María Teresa trasciende a una práctica excitante y placentera, provocada por los cuerpos que observa. Su obsesión por mantener el orden y una sexualidad contenida la llevan a cometer actos denigrantes en los baños. La actriz Julieta Zilberberg consigue un trabajo magistral al meterse en la pie de un personaje fascinante, retorcido e ingenuo al mismo tiempo, que comparte la represión sexual, el voyerismo, la dureza y una intimidad atormentada con La pianista (01) de Michael Haneke. En las furtivas miradas que intercambia con un alumno, el rozar su mano y en su acercamiento para sentir su aroma se revela su tensión erótica a punto de estallar, pero también con su jefe, un manipulador de doble moral.
Pero la mirada invisible comprende también lo que existe y no se ve. El realizador de Tan de repente (02) y Mientras tanto (06), utiliza el fuera de campo para que se escuchen los ecos de una dictadura que trata de aniquilar los últimos focos de resistencia. Mediante sonidos en off de sirenas y gritos de la muchedumbre, se percibe el terrorismo del Estado como telón de fondo, a manera de relato metonímico que describe exhaustivamente la parte para construir el todo.
La mirada invisible es definida por su director como “una fábula moral” pues ofrece una lúcida e inquietante crónica de perversiones a través de la historia de seres dañados. La cinta se exhibe exclusivamente en la sala 1 de la Cineteca Nacional. Para horarios consultar la página: www.cinetecanacional.net
Dirección: Diego Lerman.
Reparto: Julieta Zilberberg, Osmar Núñez, Marta Lubos y Gaby Ferrero.
País: Argentina.
Año: 2010.
Duración: 95 minutos.
Género: Drama.
Clasificación: Mayores de 15 años.
Fecha de estreno en México: 15 de julio de 2011.
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