El reconocido realizador francés Claude Miller deja como
obra póstuma un notable drama de época
que tiene a un personaje femenino como protagonista, reafirmando así el
gusto del director por filmar historias sobre mujeres, a quienes consideraba “personajes enigmáticos
y fascinantes para seducir al espectador”. Para su cinta, adaptó la novela “Thérèse
Desqueyroux” de François Mauriac, uno de los grandes clásicos de la literatura
universal, llevado a la pantalla en 1962
por Georges Franju.
Son los años veinte en la región francesa de Las Landas,
cerca de Burdeos. Ahí, los matrimonios se arreglan por conveniencia y el de Thérèse
Larroque ya está concertado desde su adolescencia para establecer nuevas alianzas entre su pudiente
familia y la de Bernard Desqueyroux (Gilles Lellouche, protagonista de Los infieles), un hombre aficionado a
la caza, conservador, defensor de los valores familiares, déspota, bastante
mediocre y pobre intelectualmente.
Luego de casarse, Thérèse empieza a sentirse asfixiada entre
el hastío de su monótona y frustrante vida matrimonial y las retrógradas
condiciones que le impone su familia. Thérèse da a luz una hermosa niña, pero
no desea conformarse con su situación que la hace profundamente infeliz, y hará todo lo que pueda
para intentar vivir libre y sin ataduras, aunque para conseguirlo tenga que
enfrentarse con los convencionalismos de la época. En un
arrebato desesperado, intenta envenenar a su esposo.
El autor de la novela, premio Nobel de literatura 1952,
se inspiró en un hecho real ocurrido a principios del siglo. Como escritor
cristiano, estaba obsesionado con el pecado, la maldad y la impiedad y se
enfoca a explorar el lado oscuro de Thérèse,
tratando
de descifrar el conflicto entre la carne y el alma. El filme de 1962 fue más fiel al texto y su estructura. Iniciaba con el juicio a Thérèse que transcurría con un monólogo interior reflexivo de ella para entender los motivos que la llevaron a envenenar al marido. Sin embargo, el cineasta Miller, decide actualizar el género y lleva la
historia al terreno de la reivindicación de la condición femenina. Así, expone
que la oscuridad viene del exterior y es un producto de la mala fe y de los
prejuicios sociales. Desarrolla la trama de manera lineal y le resta importancia al hecho criminal, que es clave en la novela.
La actriz de Ámelie, El Código Da Vinci, Coco antes de Chanel y La
delicadeza, Audrey Tautou, es la encargada de interpretar a la desdichada
Thérèse. Con inteligente sobriedad, se mete en la piel de una mujer que tiene
mucho de independiente. Thérèse es culta, intelectual, con hambre de
conocimiento y experiencias que su marido no sabe darle. Es una mujer que tiene
que luchar con su entorno, con su educación, con lo que le dicta la sociedad.
Es una persona cerebral y no habla mucho porque
la han educado para quedarse callada. Thérèse, el personaje, es un alegato
feminista en sí mismo. Fuma como chimenea y es un símbolo de modernidad y de
desafío para la época. Pese a su malestar no se altera y permanece con una
coraza excesivamente gélida.
Miller, realizador de sobresalientes cintas como Betty
Fisher, La clase de
nieve, La pequeña Lili y Un secreto, entre otras, orquestó
un atractivo filme intimista, formalmente correcto, con una excelente
ambientación de época, acertadas interpretaciones y sin dramatismos
innecesarios, que pone en el centro a un personaje complicado por sus grandes matices emocionales, aunque
de apariencia imprecisa e indescifrable y
a veces engañosa.
Sin embargo, también consigue un retrato inmejorable del
machismo y de la dominación masculina entre la alta burguesía de esos años,
representados en el padre y suegro de Thérèse, pero principalmente en su marido
Bernard. Ellos son los varones que gozan de privilegios y deben ser obedecidos.
Son los terratenientes poderosos que utilizan a las mujeres como medios para perpetuar
y acrecentar sus patrimonios. Si bien,
Bernard en su ignorancia es incapaz de comprender a su mujer y no entiende sus
razones para cuestionar los valores establecidos pues le enseñaron que una
esposa debe ser sumisa ante todo.
Se trata sin duda de un digno trabajo del desaparecido
cineasta y guionista galo, fallecido el
año pasado a los 70 años; uno de los grandes de la nouvelle vague, discípulo de François
Truffaut y ayudante de dirección de Jean-Luc Godard, Robert Bresson.
LA CINTA SE EXHIBE EN CINÉPOLIS Y EN CINETECA NACIONAL.
Dirección: Claude Miller.
Reparto: Audrey Tautou, Gilles Lellouche, Anais
Demoustier, Catherine Arditi, Isabelle Sadoyan y Francis Perrin.
País: Francia.
Año: 2012.
Género: Drama.
Duración: 110 minutos.
Clasificación: Mayores de 15 años.
Fecha de estreno en México: 26 de julio de 2013.
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