Basada
en una historia real que sacudió a la opinión pública, Foxcatcher relata la relación de John Du Pont (Carrell), un
multimillonario extravagante, con los
hermanos Mark y Dave Schultz; campeones mundiales y olímpicos norteamericanos de lucha. La
trama desencadena cuando Du Pont decide “salvar” la lucha grecorromana de Norteamérica
y destina una gran cantidad de recursos a establecer, dentro de su mansión,
todo un campo de entrenamiento para el equipo Olímpico con vista a las
Olimpiadas de Seúl en 1988. Du Pont Logra atraer al joven y manipulable medallista
olímpico Mark (Tatum) y tiempo después hace venir a su hermano Dave (Ruffalo).
Poco a poco y de manera magistral, la historia va desarrollando un enfermizo
panorama donde todos los elementos apuntan a un destino oscuro.
Bennett Miller, quien ha dirigido
anteriormente dos obras que nos han mostrado a singulares personajes de la
cultura Norteamericana en Capote y Moneyball, y ahora nos enfoca a un tercer
caso que nos remite a una triste, desolada y muy oscura mezcla de inseguridad,
petulancia, frialdad, deseos secretos, droga y abuso. Donde con ojos azorados contemplamos como en un perverso In crescendo los laberintos de las pasiones, la frustración, la inseguridad y la
locura arrasan con lo que esté a su paso.
Miller dirige a sus actores de una manera en la que haciendo gala de la contención, sin revelarnos más de lo necesario en los diálogos, vayamos poco a poco conociéndo a los personajes y palpando sus dimensiones, primordialmente gracias a su trabajo físico: luchando enfrentándose en la arena, perfeccionando los movimientos que hicieran famosos a los hermanos Schultz y escuchando la silbante voz de Carrell con su aspecto siniestro, casi fantasmal, o fijándonos en la mirada y la actitud vulnerable y fragmentada de Tatum o en la abierta simpatía y calidez de Ruffalo.
Claro que definitivamente el
trabajo se cimenta en un sólido guión que E. Max Frye (Something
Wild) y Dan Futterman (Capote)
confeccionan, para que las historias de los tres protagonistas en los que se
fundamenta la historia luzcan a la par.
Steve
Carrell (irreconocible por el maquillaje) da a su John Du Pont una escalofriante
vida que de inmediato acapara al público, Du Pont es tan frío y retorcido como
una serpiente venenosa y su enorme poder económico y sus sutiles maneras lo
hacen aún más letal. Ya desde su primera aparición en la pantalla se va
presintiendo que este hombre esconde muchas más cosas que lo que inclusive el
guión deja ver. Tras él hay abismos de oscuridad, complejos, ira y una
desmedida ansia de poseer: cariño, vidas, fama... maquilladas por una insaciable
sed de reconocimiento y dominio. Carrell logra ir alimentando un sentimiento de repulsión
y desconfianza mientras el guión crece. Entre más nos adentramos en la historia
y las reacciones de Du Pont, vamos descubriendo a un hombre sobajado por su
madre (Redgrave) y su gélido trato, quien con imperioso desapruebo, mira y juzga inflexible cada paso que
da su hijo y cómo Du Pont se impone a sus atletas como una figura paterna de dimensiones aplastantes para
ser tributo de alabanza, en especial de Mark.
Entonces
aprovechando cada una de las secuencias de lucha donde siempre se exige un dominador y un
sometido, mientras los cuerpos de los muchachos se trenzan en lucha, la cinta
nos habla visualmente de esa tremenda relación de dominio, sometimiento,
dependencia, reglas, trucos, fuerza, en la psicología de cada uno de los
personajes.
Cada combate cuerpo a cuerpo, donde rabiosamente se trata de
dominar al otro, no es más que una imagen de cómo psicológicamente el drama va penetrando para alcanzar su clímax.
Por
su parte, Tatum se entrega a su personaje para hacer la combinación perfecta del atleta musculoso que esconde a un
niño lastimado y desprotegido que (con más o menos resentimientos) ha vivido
bajo la sombra y protección de su hermano y que sólo necesita una figura
paterna que le de su aprobación, como si se tratara de un amo y su mascota. Lo
oscuro es que no importa cuántos logros acceda, siempre se verá a sí mismo de
manera reprobatoria
Ruffalo
por su parte, da la arista perfecta de este triángulo con su Dave, un hombre
franco, cariñoso, amiguero, padre de familia, fácil de llevar y que
inadvertidamente se transforma en una amenaza, tanto para John como para Mark.
Dave es el punto en la tierra, un eje insospechado que inocentemente se planta
en medio de la tormenta, sin imaginar las consecuencias.
Foxcatcher
era la insignia de Du Pont que reunía de manera perfecta sus ideales
patrioteros, enlazando su pasión por la batalla de Washington en la Revolución
Norteamericana y el sueño mesiánico de rescatar a la lucha grecorromana estadounidense,
a sangre y fuego.
Para
ello lucha y se convierte en patrocinador del equipo norteamericano, eso sí,
poniendo sus condiciones: los atletas deben entrenar y vivir en su propiedad
bajo sus reglas.
Du
Pont hizo todo para adquirir ese grupo de fans agradecidos que lo veneraran y
como un dios cruel, hacía pagar altos precios por su patronazgo. Manipulando
los destinos según su capricho. Lo magnífico del guión y de la película, es que
va revelando poco a poco el pozo de los motivos de Du Pont.
Al
final, Foxcatcher nos va hundiendo en un entramado de locura, ambición y poder
criminal, con una insaciabilidad absoluta de un sometimiento casi sádico, pero
al mismo tiempo de una congelante soledad, fragilidad y heridas de las que no
hay posibilidad de sanar ni defenderse con todo el dinero, la droga y las adulaciones del mundo. Ni siquiera
comprando un tanque de guerra.
Reparto: Steve Carell, Channing Tatum, Mark Ruffalo,
Sienna Miller, Vanessa Redgrave
País:
Estados Unidos
Año:
2014
Género:
Drama
Duración:
2 hr. 14 min.
Clasificación:
Mayores de 15 Violencia, uso de drogas.
Fecha de estreno en México: Enero 15
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