Cuando el propio pasado está lleno de horribles secretos y
mentiras, se trastoca la existencia y se ponen a prueba los propios principios
y la fe. Es lo que le sucede a la protagonista del más reciente filme del
polaco Pawel Pawlikowski, quien debe enfrentarse a la verdad sobre su
nacimiento y su familia antes de tomar sus votos y convertirse en monja.
La historia de Ida se remonta a 1962, momento en el que
Anna (Agata Trzebuchowska ), una novicia de 18 años, se prepara para
convertirse en monja. Antes de eso, la madre superiora le revela que le
sobrevive una pariente, su tía Wanda (Agata Kulesza), y le pide que la conozca
a ella y al mundo exterior antes de tomar los votos. Wanda, antigua juez del
estado comunista polaco, le descubre a Anna que su verdadero nombre es Ida y es
judía de nacimiento; además, su familia vivió un trágico destino y juntas
inician un viaje en busca de las raíces de la joven, poniendo a prueba su fe y
su fuerza.
Mediante un planteamiento de “road movie”, Pawlikowski
acompaña a las dos mujeres a través de la geografía y la historia de una
República Popular de Polonia devastada y empobrecida, controlada férreamente
por el Partido Obrero Unificado Polaco bajo la tutela de la U.R.S.S. La
decadencia del entorno será el reflejo de la degeneración personal de los
sueños e ilusiones de aquellos que vivieron el durante y después de la guerra,
una imagen que la joven Ida contempla casi ajena.
Durante el viaje, Ida y Wanda -dos caracteres totalmente
opuestos-, tendrán la oportunidad ya no sólo de escarbar en la historia de su
familia, sino en la suya propia, desenterrando engaños y secretos de un pasado
que conducirá a las protagonistas a una suerte de expiación catártica.
“Quería hacer una película en Polonia sobre un período que
me interesaba mucho, una época con la que me siento muy unido, mi niñez. Así
que suponía el regreso a mi país natal y a una etapa muy concreta de mi vida.
También estaba interesado en cuestiones religiosas, en qué significaba ser
religioso en Polonia, si tenías que ser polaco para ser católico, o si tenías
que ser católico para ser polaco, o descubrir si había algo más trascendental
que eso. Quería hacer una película sobre una vida complicada, una vida que
tiene muchas vidas dentro de ella. Hablo del personaje de Wanda, una mujer muy
cálida y muy vivaz que también puede ser un monstruo. Pero también el de Ida,
quien siente más fuerte su fe, independientemente de la nacionalidad o del
linaje, por lo que su crisis de identidad no la destruye. Quería hacer una
película universal partiendo de un tiempo y un lugar muy concretos y planteando
cuestiones como la identidad, la fe o las paradojas de la vida”, comenta el
realizador Pawlikowski.
Se trata de un filme pausado, con escasos pero no
insuficientes diálogos y tomas que no duran más de un minuto. En Ida, el
gran logro del cineasta es una apuesta estética contundente -evocadora de
Dreyer y de Bresson- de planos fijos y una composición que juega con el
desequilibrio de los aires, enmarcados en un formato hoy en día tan poco
habitual como el 4/3.
Además, el director ha recurrido a un blanco y negro poco
contrastado donde imperan los tonos medios, tan austeros como los paisajes rurales
y urbanos, cargados de neblina y nieve, que en tomas muy abiertas capturan la
Polonia de los años 60. A esto, hay que agregar intensos primeros planos que exploran
los grandes y profundos ojos negros y la belleza de la protagonista, cuya
sobria interpretación es coherente con el planteamiento desdramatizado de
Pawlikowski.
Con más de 30 galardones en diversos festivales
internacionales de cine, Ida ha sido calificada como una obra
maestra por el periódico The New Yorker, y como una de las "mejores
películas europeas de los últimos tiempos", por el The New York Times.
Algo que el cineasta atribuye tanto a la forma como al contenido, reconociendo
que se trata de la conjunción de muchas cosas diferentes que no se pueden
desligar unas de otras, como los temas judíos-polacos, el Holocausto, la fe
católica e incluso la personalidad y comportamiento desordenados de la
coprotagonista, la tía Wanda.
Se trata sin duda de una obra profundamente bella, pero
también terriblemente fría, y una fuerte candidata en la próxima entrega de los
premios Óscar, nominada en la categoría de Mejor Película de Habla no Inglesa.
Dirección: Paweł Pawlikowski.
Guión: Paweł Pawlikowski y Rebecca Lenkiewicz.
Reparto: Agata Trzebuchowska (Anna / Ida), Agata Kulesza
(Wanda), Dawid Ogrodnik (Lis), Jerzy Trela (Szymon), Adam Szyszkowski (Feliks)
y Halina Skoczyńska (madre superiora).
País: Polonia-Dinamarca.
Año: 2013.
Género: Drama.
Duración: 82 minutos.
EL DIRECTOR:
Paweł Pawlikowski nació en Varsovia en 1957 y abandonó su
natal Polonia comunista a los 14 años. Radicó en Alemania y luego se estableció
en el Reino Unido. Se inició como documentalista y su documental más exitoso
documental es Serbian Epics, realizado en la cúspide de la guerra de Bosnia.
En el cine de ficción se inició en 1998 con The Stringer, historia de
un soñador camarógrafo ruso en busca vender sus imágenes a alguna agencia de
prensa occidental. Ida representa el regreso del cineasta a su natal Polonia y
uno de los mejores trabajos de su filmografía, prácticamente desconocida en
nuestro país.
IDA SE EXHIBE EN CINETECA NACIONAL A PARTIR DEL 20 DE
FEBRERO DE 2015.
HORARIOS:
Viernes 20 de febrero. Sala 3 a las 18:00, 20:00 y 22:00
hrs.
Sábado 21 de febrero. Sala 3 a las 16:30, 18:30 y 21:00 hrs.
Domingo 22 de febrero. Sala 3 a las 16:30, 18:30 y 20:30
hrs.
Lunes 23 de febrero. Sala 3 a las 17:15, 19:15 y 21:15 hrs.
Martes 24 de febrero. Sala 3 a las 16:00, 18:00 y 20:30 hrs.
Miércoles 25 de febrero. Sala 3 a las 16:00, 18:00 y 20:30
hrs.
Jueves 26 de febrero. Sala 3 a las 16:00, 18:00 y 20:30 hrs
PARA MAYOR INFORMACIÓN, CONSULTAR: www.cinetecanacional.net
No hay comentarios:
Publicar un comentario