Por Julia Elena Melche.
El reciente filme de la italiana Tizza Covi y el austríaco Rainel Freemel, tiene su génesis en su documental Babooska (05), donde siguieron a una caravana de cirqueros trashumantes por algunos apartados pueblos de Italia. Ahora, retoman algunos de los personajes para regresar a los territorios circenses, añadiendo una historia ficcional. No obstante, conservan una forma de cine en directo. Esto confirma su insistencia en un tono realista al explorar la vida de los hombres y mujeres de ese microcosmos, lejos de la mirada fantástica fellinesca.
En La Pivellina, la pareja de cineastas retrata otro rostro de la Roma turística con una capital italiana invernal, lluviosa y marginal. Es el barrio de San Basilio. Una mujer de cabellos rojos y entrada en los cincuentas busca a su perro. En un parque encuentra a una pequeña de dos años que ha sido abandonada, descubriendo entre sus ropas una nota de la madre que promete regresar a buscarla. La niña, quien dice llamarse “Aia” (Asia Crippa), es acogida por la mujer, Patty (Patrizia Girardi), artista de un circo nómada y precario. Junto con su esposo Walter y el adolescente Tairo, hijo de un domador de felinos, se convierte en la nueva familia de la nena, dándole un hogar por un tiempo incierto en su casa rodante.
Emotivo relato intimista con huellas del neorrealismo italiano y una aproximación estética al cine de los hermanos Dardenne (Rosetta, El hijo, El niño). En su argumento, de sencillez extrema, cabe una sutil observación del cuadro social a través de las pequeñas situaciones cotidianas que una cámara en mano captura mediante largos planos que prescinden de banda sonora y de recursos artificiosos, siguiendo a los actores no profesionales, quienes improvisan diálogos y se interpretan a sí mismos. Lejos de la autoconmiseración los cirqueros enfrentan problemas económicos. Preparan su espectáculo al que nunca llega el público, pero continúan por sus tradiciones y amor al arte.
En la demora del escrutinio de gestos y actitudes se van descubriendo dilemas morales e inesperadas cargas de afecto; del deseo de denunciar a las autoridades el hecho, vendrá luego una adopción cálida y generosa, aunque insegura, y el despertar de un amor maternal que se aleja de cualquier asomo melodramático y expresado con sobriedad por Patrizia Girardi, considerada como una nueva Anna Mangani. Esta atención al detalle favorece la concentración en lo esencial de la historia. Si la madre regresa o no por su hija o si la policía descubre a la niña son elementos narrativos complementarios. La Pivellina obtiene su fuerza en el retrato de solidaridad y bondad del grupo de cirqueros hacia el desamparado y en el nacimiento de los lazos afectivos que construyen a la verdadera familia.
Se trata de una cinta que reflexiona sobre la niñez abandonada sin dar golpes bajos y cuyo gran acierto es la pequeña protagonista de dos años, de gracia y simpatía innatas, quien actúa con la naturalidad de una niña de su edad.
La cinta se exhibe en Escenaria, Lumiere Centro Cultural Telmex y en Cineteca Nacional.
Dirección: Tizza Covi y Rainel Freemel.
Reparto: Asia Crippa, Patrizia Girardi, Tairo Caroli y Walter Saabel.
País: Italia-Austria.
Año: 2009.
Género: Drama.
Duración: 100 minutos.
Clasificación: Mayores de 15 años.
Fecha de estreno en México: 23 de septiembre de 2011.
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