Por Julia Elena Melche.
Angelo Tetrocini es un escritor bohemio, amargado y atormentado, de ascendencia italiana, quien se hace llamar Tetro. Dejó su hogar paterno en Nueva York hace 10 años para ir a vivir a Argentina y se ha instalado en el barrio bonaerense de La Boca. No solo ha cambiado su nombre, sino que desea borrar todo recuerdo de su familia, particularmente el de su padre, un renombrado director de orquesta sinfónica. Tetro vive al lado de su paciente novia Miranda (Maribel Verdú) y un día recibe la visita de su hermano menor Bernie, un joven marinero que se instala en el hogar de su hermano con el deseo de conocerlo mejor y recordar sus experiencias pasadas.
Tetro significa el regreso de Coppola como realizador y guionista en un filme que da vueltas en torno a las relaciones y conflictos entre hermanos a través de un tormentoso drama, donde se revelan añejas envidias y rencores que van a revivir viejos fantasmas del pasado. Filmada en un nítido blanco y negro que alterna con color algunas escenas en flashback por el fotógrafo rumano Mihai Malaimare Jr, la cinta es definida por su director como su obra más personal a la que le añade un tono de tragedia griega.
Un tanto autobiográfica, Tetro abraza las obsesiones familiares como eje narrativo y se mueve alrededor de ellas en una narrativa que se estanca en el asunto que aborda, volviéndola pesada y en muchos momentos aburrida. Un destacado reparto brilla por su escaso dramatismo y por la interpretación de personajes poco convincentes. Desde el actor, pintor y músico Vincent Gallo de El sueño de Arizona y Buffalo 66 en el rol de un gélido Tetro, el joven debutante Alden Ehrenreich, como un desencantado Bernie hasta la experimentada Maribel Verdú en un trabajo sobreactuado.
El realizador de la inmejorable trilogía de El padrino, de las estupendas Drácula de Bram Stocker, Tucker, el hombre y su sueño, La conversación y La ley de la calle y guionista de Pelotón, se proyecta de nueva cuenta como un destacado artesano del séptimo arte. Crea atmósferas agobiantes para remarcar el desasosiego emocional de los personajes, revelando poco a poco el tormentoso pasado de Tetro en la figura de la madre, una famosa cantante de ópera, de cuya muerte se siente culpable, o bien en la del padre, al que no consigue perdonar, o en la de Alone (Carmen Maura), una autoridad literaria que lo despreció y contribuyo a que se convirtiera en un escritor fracasado.
Con sinfonías de Puccini y Brahms, la música está a cargo del compositor argentino Osvaldo Golijov, encargada de acentuar el tono trágico, en un in crescendo operístico. Todo esto contribuye al complemento de una historia atractiva y visualmente bella, con un protagonista de personalidad compleja; una crónica de la búsqueda de un padre y un hermano que no se conocen, de la revelación de mentiras y pasajes oscuros familiares y de la rivalidad artística del padre e hijo No obstante, la trama es excesiva y pisa los terrenos de lo barroco, dando saltos narrativos que no terminan por concluir. Se trata sin duda de una obra irregular de un gran cineasta; “una cinta marcada por un tono independiente y lejos de las convenciones de la gran industria hollywoodense”, afirma el realizador, pero no termina de convencer.
Dirección: Francis Ford Coppola.
Reparto: Vincent Gallo, Alden Ehrenreich, Maribel Verdú, Rodrigo de la Serna, Klaus Maria Brandauer, Silvia Pérez, Carmen Maura y Erica Rivas.
País: Estados Unidos-Argentina-Italia-España.
Año: 2009.
Género: Drama.
Duración: 127 minutos.
Clasificación: Adolescentes y adultos.
Fecha de estreno en México: 23 de septiembre de 2011.
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