sábado, 10 de septiembre de 2011

MISS BALA: LA REALIDAD SUPERA LA FICCIÓN.


Por Julia Elena Melche.

“Soy Laura Guerrero, tengo 23 años y mi sueño es representar a la belleza de la mujer de mi estado”. Por desgracia, Laura se encontró en el lugar y tiempo equivocados, involucrándose de manera accidental con un grupo de poderosos narcotraficantes, quienes la utilizarán para sus operativos. De la ilusión de competir en el Concurso de Belleza Miss Baja California, Laura nunca pensó en el infierno que iba a vivir y que su sueño se convertiría en una pesadilla.

El realizador guanajuatense Gerardo Naranjo se aleja de sus cintas en torno a crisis existenciales, Drama/Mex y Voy a explotar, para confeccionar ahora un elocuente drama que registra la violencia y el terror cotidiano en nuestro país a causa del crimen organizado. Su voz se une a las de otros cineastas preocupados por el clima de inseguridad y de horror que se respira en todo el territorio mexicano. Ya sea en tono de comedia de lo absurdo, Rescatando al soldado Pérez, o a manera de farsa, El infierno, o en el drama realista Bala mordida, el cine mexicano está documentando esta realidad.

Naranjo decidió escarbar en otro recoveco del submundo de los cárteles y lo hace al relacionar dos universos aparentemente ajenos entre sí, pero en el fondo relacionados; los certámenes de belleza y el narco. La cinta está claramente inspirada en la detención de la ex Miss Sinaloa 2008 Laura Zúñiga Huízar junto con presuntos integrantes del Cartel de Juárez, a quienes se les encontró un arsenal y dinero en efectivo. Zúñiga era novia de un supuesto capo de la droga y salió libre por falta de pruebas. La actriz que interpreta a la Laura del filme es la sonorense Stephanie Sigman, cuyo físico es notablemente parecido a la Laura real, incluso tienen la misma edad.

Sin embargo, la historia que narra Naranjo y su co guionista Mauricio Katz, (realizador del documental Verdaderamente Durazo, sobre el corrupto jefe de la policía en los años setentas y ochentas), toma como referencia el asunto, pero no cuenta nada de la vida de la ex Miss, pero no por eso deja de ser un tema candente, sobre todo por los giros narrativos que toma la trama, donde se retrata la corrupción de las autoridades, la estrecha relación de la policía con los narcos, los centros nocturnos incendiados, los colgados de los puentes y los tiroteos a plena luz del día en lugares públicos.

En este sentido, Miss Bala transita por terrenos reales y se aleja de la caricatura del capo para exhibir un personaje de carne y hueso en el líder de la organización criminal “Lino”, interpretado con sobriedad por Noé Hernández, un sicario que usará a Laura para sus propósitos y el encargado de que gane el concurso; un tipo de pocas palabras que sabe hacer su trabajo.

El panorama es por demás pesimista. Miss Bala deja ver lo amañado de los concursos de belleza, el tráfico de armas, los cadáveres que aparecen en las cajuelas de los autos y los asesinatos de agentes de la DEA. Pero sobre todo refleja la vulnerabilidad de la sociedad mexicana, reflejada en el personaje de Laura, una chica ingenua que aspira a destacar en el mundo de la belleza, que confía en las autoridades y cuya condición humilde es aprovechada por los narcos para utilizarla a su antojo.

La realidad supera la ficción. Durante el rodaje, el realizador vivió en carne propia la manera en que la gente se está acostumbrando a las armas y a los sicarios como parte de su cotidianidad. Con cámara escondida filmó una escena casi de manera documental para ver la reacción de los ciudadanos. La toma era de un grupo de sicarios llegando a una gasolinera en un camión de volteo. Ahí, los delincuentes bajan con armas largas a vista de todos, incluso uno de ellos carga en hombros a una mujer, se sube a un auto deportivo y continúa su huída. “Nadie hizo nada y la gente siguió su vida normal”, comenta el director.

En otra secuencia se percibe la fragilidad de la frontera México-Estados Unidos. Laura llega a la garita en una camioneta negra de vidrios polarizados. Enseña su pasaporte y pasa a San Diego. De regreso a territorio mexicano, enseña su pasaporte en la aduana y le dan luz verde. En el trayecto, un hombre le entrega una maleta con armas que ella coloca debajo de su asiento. Así, cruza hacia México sin que nadie la revise ni le diga nada. Para esta escena, se colocó una cámara en la parte trasera de la camioneta. No requirió de edición ni de ensayo y tampoco se solicitó permiso en las aduanas para realizarla. Las armas eran de utilería, pero aún así, la actriz sabía que podía ir a la cárcel. Sin embargo, cruza libremente con armas y nadie dice nada. “El hecho es de lo más pavoroso”, declara Naranjo.

La película se rodó en Tijuana hasta donde se pudo. Un día llegaron unos hombres a la filmación para advertirle al cineasta que no querían balas, drogas o armas en el filme, nada de eso que se filmara ahí. “Los capos del lugar” le pidieron al director una cuota por uso de suelo a cambio de protección y seguridad. Después de la transacción le dieron un celular y le dicen: “Si alguien más les pide dinero, llámanos”. No hizo falta. La caravana de rodaje partió a Aguascalientes a terminar las secuencias de acción. Allí hubo otro experimento documental: “Escondimos la cámara detrás de una vitrina para una escena en donde varios hombres con armas salen de un camión y corren por la calle. Fue sorprendente como nadie hizo nada, la gente no se asustó ni gritó y siguió su vida normal”, afirma Naranjo.

Más allá de las anécdotas, Miss Bala es un trabajo bien realizado, con atmósferas y actuaciones convincentes que evita escenas de extrema violencia, aunque en algunos momentos la historia se dispara hacia una especie de viñetas o capítulos que quieren enriquecer el drama

Dirección: Gerardo Naranjo.

Reparto: Stephanie Sigman, Irene Azuela, Miguel Couturier, Noé Hernández, James Russo.

País: México.

Año: 2011.

Género: Drama.

Duración: 113 minutos.

Clasificación: Adolescentes y adultos.

Fecha de estreno en México: 9 de septiembre de 2011.

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