Por Julia Elena Melche.
Es el sur de la Unión Americana, dos años antes de
iniciar la Guerra Civil, y el Dr. King Schultz es un hombre de origen alemán
que se dedica a cobrar las recompensas que se ofrecen por los bandidos. Ahora
persigue a unos asesinos, los hermanos
Brittle. Para lograr su objetivo busca la ayuda de un esclavo llamado Django, a
quien compra y le promete dejarlo en libertad cuando hayan capturado a los
forajidos, vivos o muertos.
Así, Django se convierte en un experto pistolero y luego
en el socio de Schultz. Perfeccionado como un hábil cazador humano, Django
buscará entonces a su esposa Broomhilda (Kerry Washington), a quien perdió tiempo
atrás en un mercado de esclavos y ahora es sometida en una plantación de
algodón, propiedad del tirano y sádico Calvin Candie (Leonardo di Caprio), cuya
diversión es poner a pelear a sus esclavos
En su reciente filme, el actor guionista y realizador
estadunidense Quentin Tarantino elabora una nueva y explosiva mezcla genérica,
donde combina sangre, violencia y mucho humor irónico. Su manufactura de western no es casual. Está
inspirada en el espaguetti western Django, de 1966, dirigida por el italiano Sergio
Corbucci y protagonizada por Franco Nero, quien aparece en la cinta en un papel
secundario.
No obstante los diversos temas e historias que Tarantino
ha abordado a lo largo de su vasta filmografía, su estilo furiosamente
inventivo se percibe en todas sus películas. Desde su joya cinematográfica realizada en 1992, Perros de reserva hasta Bastardos
sin gloria. Sus cintas, películas de culto serie B, caminan por los
terrenos de la brutalidad y el exceso, abordan la subcultura del estadunidense
medio y están llenas de referencias
fílmicas, percibiéndose las múltiples influencias cinematográficas de los
hermanos Ethan y Joel Coen, los realizadores vanguardistas de Simplemente sangre y Fargo,
entre otras.
En Django sin cadenas están presentes
el gusto tarantinesco por la ironía, su sofisticado estilo gore, su inclinación
por las acciones tensionales de imaginación renovadora y sus hábiles cambios de
tono llenos de dinamismo y extravagancias. Se trata de un enorme paquete de
géneros que el cineasta renueva, reconstruye y mezcla a su antojo. Los
asesinatos son de una hiperviolencia desbordada que terminan siendo un
espectáculo visual de locura y sangre muy disfrutables que rematan en la autoparodia.
Entre las interpretaciones sobresalen las del talentoso
Christop Waltz como el educado cazarrecompensas , quien trabajo también en Bastardos sin gloria,
Jamie Foxx como Django, recordado por su actuación en El solista, y Samuel L.
Jackson como el racista y cruel sirviente negro Stephen. Los personajes están muy bien delineados,
convirtiéndose en estereotipos fílmicos. Así conviven en la historia el bueno y
la víctima Django, el malvado y deshumanizado amo Calvin Candie, el oportunista
Dr. Schultz, el obediente e incondicional sirviente Stephen y la princesa
rescatada Broomhilda. Por otra parte, Tarantino aborda el asunto del racismo y
del sometimiento hacia los negros de
manera realista y sin complacencias, haciendo recordar a clásicos del tema como
La
cabaña del tío Tom y El color púrpura, por su inmejorable
violencia gráfica.
Django sin cadenas estará presente en la próxima entrega de los
premios Óscar, nominada a Mejor Película, a Mejor Actor de Reparto (Christop
Waltz), a Mejor Guión Original, a Mejor
Fotografía y a Mejor Edición de Sonido.
Dirección: Quentin Tarantino.
Reparto: Jamie Foxx, Christop Waltz, Leonardo di Caprio,
Kerry Washington y Samuel L. Jackson.
País: Estados Unidos. Año: 2012.
Género: Drama de acción y violencia.
Duración: 165 minutos.
Clasificación: Adolescentes y adultos.
Fecha de estreno en México: 18 de enero de 2013.
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