domingo, 10 de enero de 2016

PUNTO DE QUIEBRE (POINT BREAK)




Por Fabián Quezada León

Cuando Johnny Utah (Bracey) un especialista en deportes de riesgo filma un comercial y repentinamente pierde a un amigo, su vida da un giro de 180 grados.  De una manera sorpresiva termina ingresando al FBI,  solamente para infiltrarse dentro de una banda de singulares (por no llamarlos excéntricos) ladrones, conformada por experimentados atletas de alto riesgo, dirigida por un líder llamado Bodhi (Ramírez) cuyo fin último (además de robar a grandes y maliciosas corporaciones para hacer el clásico Robin Hoodsazo) es seguir la ruta de Ozaki Ono, un mítico sensei que inventó las “Ozaki Eight ”, una serie de ocho pruebas que, de una manera hiperpostmilenarista, unen la filosofía oriental con la distribución de la riqueza y la salvación del planeta (o como sea).
Una vez que Utah pasa la “iniciación” la atracción de la banda, sus “principios éticos” y desde luego Samsara (Palmer) una suculenta chica, propician que Utah tenga dudas razonables sobre “cuál es el camino correcto”.
Hay un asunto muy duro que cintas como “Punto de Quiebre” ponen en evidencia de una manera descarnada; dónde quedó la creatividad para hacer historias que alguna vez tuvo el cine Hollywoodense? Porque, en un año que pareciera un “Back to the future” remasterizado, vimos los “remakes” de no una, ni dos, ni tres cintas clásicas… sino de varias mas y otras que simplemente le daban una vuelta  y pretendían ser “novedosas” pero nada nuevo hubo bajo el sol.  
Cierto es que algunas lograron deconstruir el tema y sin perder estilo salieron adelante, pero otras como “Punto de Quiebre” son estrepitosos gritos de lo que se puede llamar sin temor “un fallo épico”

¿Por qué? Vamos por partes, sin tocar para nada, haciendo innumerables comparaciones a la cinta “inspiradora” dirigida  en 1991 por Kathryn Bigelow y que mostrara de una manera muy clara este tipo de “bromance” entre un policía y un chico fuera de la ley, que luego nutrió y explotó a más no poder la saga de “Rápido y furioso” (en la que Core quien dirige esta, participó en la cinematografía) y en donde los personajes estaban metidos en un ambiente donde las capacidades físicas y deportivas de ambos eran puestas en lucimiento.
Aunque no podemos dejar de reconocer que la pareja de la versión original formada por Swayze y Reeves (ambos en pleno ascenso de popularidad) tenía muchísimo más carisma y química en pantalla y que la labor de Bigelow al mando condujo la historia de una manera muchísimo más interesante dentro de lo que el guión le daba.
En esta versión postmodernista/postmilenarista/retro-revival/ Ericson Core deja bien plantada una declaración: su ojo de cinematógrafo es impecable; reúne y filma espectaculares escenas de acción realizadas por la creme de la creme de los deportes extremos con un menú amplio; surf de olas gigantescas, wingsuit flying, descenso en ski, escalada a mano libre, motociclismo extremo etc, etc. Además, las locaciones alrededor del mundo le pretenden dar ese look de cinta “a la James Bond”: Francia, Italia, Austria, Suiza, Venezuela, Canadá y el desierto Estadounidense dan marcos espectaculares a las atrevidas tomas, pero no dan sentido a la historia. El guión literario es de una pobreza deprimente.
Esto es porque Indudablemente predomina el atractivo visual, las tomas son exprofeso  para lucir la labor acrobática y deportiva del equipo de atletas: piruetas van, piruetas vienen, todo muy bien para verlo en una pantalla, sin sonido, en un bar mientras tomas unos tragos, en esas cortinillas que aparecen en lo que regresa tu evento deportivo favorito.  Francamente, eso, tratándose de una historia que intentaba decir algo, es punto menos que patético.
Pero lo cierto es que la historia no importa nada, está cuajada de clishés de una manera tan inestable que da lo mismo no saber de qué se trata el guión.
Los personajes jamás logran arrancar ningún sentimiento de empatía con el espectador.  La historia de bromance es sosa y desdibujada, no hay química no hay justificación. Los conflictos de Utah jamás llegan a ninguna parte y la pandilla jamás se siente “hermanada”, la justificación de realizar la ruta del sensei desaparecido para seguir su filosofía se siente más falsa que un billete de dos pesos sin mencionar los diálogos “aleccionadores” y la  cereza en el pastel, la historia de sexo entre “el chico bueno pero que tiene una doble identidad” y Samsara, “la chica mala, pero de corazón humanista” es… solo eso: una “one night stand”… y se acabó.
El principal error a nivel dramático de esta versión es desdeñar la trama y los arcos dramáticos de los personajes, para suplirlos con escenas de acción.
Las múltiples complicaciones y tratar de empatar conceptos de filosofía zen/ecología/posturas económicas y personalidades de los protagonistas es un lío; principalmente porque al buscar ser “ultra modernos” se pierde la simplicidad que la historia original tenía de una manera muy natural; Swayze y su pandilla eran “surfistas anti sistema” así, simple y llanamente. Se identificaban con frases de “ser radicales”, “libres”, unidos a su pasión por remontar olas…  Simple, llano,  sin buscar meterse en honduras ni filosofías ecológicas.
En la nueva versión se abren y se toman demasiados temas para luego abandonarlos con la prestancia que se olvida un kleenex sucio.
Y en cuanto a la historia y los perfiles de los personajes por qué preocuparse si ni siquiera los escritores lo hicieron?

Director: Ericson Core
Reparto: Edgar Ramirez, Luke Bracey, Teresa Palmer, Delroy Lindo, Ray Winstone, Faris Al-Sultan, Michael Raelert  
País: Estados Unidos
Año: 2015
Género: Acción/aventura
Duración: 1 hr. 53 min.
Clasificación: Mayores de 13 Violencia, Fuertes escenas de deporte de alto riesgo, breves escenas de sexo.
Fecha de estreno en México: 8 de Enero, 2016

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tu punto de vista es triste