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Stephanie Smothers (Kendrick) es la perfecta y dinámica ama de casa y madre. Es
absolutamente obsesiva con las tareas de “una buena madre” es una cocinera experta, tiene un video blog
de consejos a otras mamás, sabe de
fotografía, manualidades y psicología infantil y siempre se está desviviendo
por los demás.
Emily Nelson (Lively) es
lo opuesto, es sofisticada, elegante, misteriosa, egoísta y casi pervertida.
Ama los Martinis muy secos, sin hielo. Tiene un trabajo sofisticado en Manhattan con un importante diseñador. Pero su vida sofisticada la tiene aparentemente un poco aburrida.
Los hijos
de ambas: Miles (Satine), y Nicky (Ho) van en la misma escuela y
son amigos. Un día, al poco tiempo de conocerla, Emily pide a Stephanie que recoja
a su hijo y sin más, desaparece. Stephanie
busca descubrir la verdad bajo su repentina ausencia. Sean Townsend (Golding), esposo de Emily, se une a
Stephanie en este suspenso lleno de enredos, vueltas y traiciones, secretos,
redes sociales y revelaciones, amor y lealtad, asesinato y venganza.
Paul
Feig (Bridesmaids, Spy, The Heat y Ghostbusters) regresa a la pantalla dirigiendo otro filme hecho y dedicado a los personajes femeninos y aquí muestra un complejo bouquet de comportamientos,
amistad, pensamiento, roles, y algunos
deliciosos pecadillos escondidos entre el complejo de figura de Martha Stewart
que se estrelló con Murder she wrote.
El caso es que da, basado en la novela de Bell, la oportunidad
al parejo a sus protagonistas; ninguna es una perita en dulce y ambas tienen un
toque creepy de notas que se revelan
como en un perfume: primero las de entrada, cíticas y sutiles, luego las medias
con algo de especias y finalmente las de salida; que perduran, oscuras y misteriosas.
El sustrato principal es mostrar esta relación simbiótica entre
ambos lados de la moneda de lo que la iconografía tradicional ha colocado
dentro del estereotipo de “madre moderna y trabajadora” sin duda toda una veta
para explotar que Feig se deleita mostrando.
Tenemos a Stephanie una estereotípica y clamorosa madre modelo (viuda
y clasemediera) cuya necesidad de pertenencia espeluzna un poco; v.s. Emily que
pareciera el culmen de la frivolidad: impactante, sexy y feroz; cínica, fría,
egoísta y sofisticada. Tan perfecta y glacial que ni siquiera se atreve nadie a
mirarla a los ojos. Cómo podrían estos dos mundos tan absolutamente diferentes
encontrar un cauce común?; bueno, eso tendrás que verlo con tus propios ojos.
El personaje de Sean (Golding) el marido de Emily, como un escritor que no ha
hecho nada en 10 años después de su primera obra y que ahora vive de dar clases
en una universidad es un colateral en
esta historia femenina, es un tensor de la trama, casi a nivel de trofeo, pero
que ganarlo, (o perderlo) no es precisamente algo que vaya a definir quién de
las dos amigas va a triunfar.
Lo jugoso en la trama es que no estamos hablando de santas;
ambos personajes tienen una vida anterior bastante compleja y por qué no
decirlo, turbia. Así que ninguna es la oveja perdida en el bosque sino que
ambas son lobas que acaban por lucir descaradamente su espectacular piel lupina,
como si fuera un costoso abrigo de la última temporada.
La cinta se jacta de esa mezcla imposible entre la vida sencilla
de los suburbios y el glam de la ciudad. Se divierte entre las rotundas diferencias existentes entre el
mundo del clan “mamás de escuela” (en el que hay una amplia mezcla de razas y
preferencias sexuales) y el ultra
fashion en donde Emily es publirrelacionista;
los dos tienen sus intrigas y sus abejas reina, que murmuran y crean envidias, celos y
competencia.
Basta ver el vestuario de ambas actrices para diferenciar los
géneros e irse internando, desde la barra de la cocina repleta de manualidades y
la pantalla del blog de Stephanie hasta la estancia de la soberbia casa donde Emily prepara
esos Martinis Londinenses.
El clima de enredo y recuento de los hechos hace uso
del flash back para ir multiplicando el bordado de la trama, que gracias al guión de Jessica Sharzer que no duda en usar
artilugios y puntadas invisibles, para colocarnos en una arena muy similar al
que pudiera presentar una conversación femenina, cuajada de suspicacia, algo de mala intención
y sonrisas políticas usando a discreción las florituras del lenguaje sin perder el
estilo. De forma tal que tratar de seguir ese entramado es como desear
capturar todas las formas de una voluta de humo de un cigarrillo.
La narrativa nos conduce en medio de blogs de “mamás” a temas
que involucran drogas, dominación paterna, relaciones prohibidas, adulterio y…
asesinato. Todo mientras se realizan las tareas necesarias para hacer un
refrigerio para “el día de las naciones” en la escuela o unas lindas pulseras
para celebrar la amistad; una especie de
chef&crafts dentro de Law&Order
Special Victims Unit
Otro punto relevante es el soundtrack. Qué puede ser más
sofisticado que viejas canciones francesas sesenteras que le dan un aura a lo Stepford a ese mundo en el que se mueven
Emily y Stephanie? Y para cereza en el pastel a este thriller que tal las
bocanadas de humor negro, muy negro, que van llegando cuando menos se les
espera?
Al llegar al final, quizá se pudiera considerar parte de una
fórmula gastada, pero si se le enclava en la arena de toda la película es la
sonrisa malévola y ácida que deberíamos estar esperando.
Reparto: Andrew Rannells, Anna Kendrick, Aparna
Nancherla, Blake Lively, Cyndy Day, Eric Johnson, Gia Sandhu, Glenda Braganza,
Henry Golding, Ian Ho, Jean Smart, Jiah Mavji, Joshua Satine, Katherine Cullen,
Kelly McCormack, Linda Cardellini, Melody Johnson, Rupert Friend, Sarah Baker
Año: 2018
País: Estados Unidos
Género(s): Drama, Misterio, Thriller, Comedia, Crimen
Duración: 117 min
Clasificación: Mayores de 18 contenido sexual,
contenido temático, desnudos, uso de droga y violencia
Guión de Jessica Sharzer Basada en la novela
de Darcey Bell.
Fecha de estreno en México: 27 de septiembre de 2018
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