domingo, 23 de enero de 2011

DÉJAME ENTRAR (LET ME IN)



Por Fabián Quezada León

Después de que la primera versión de esta cinta realizada por el sueco Tomas Alfredson viera la luz hace apenas unos años, y habiendo sido tan notable como es, no se podría pensar en las necesidades de realizar una versión "A la Hollywood" y las consecuentes expectativas por compararlas son evidentes.

En esta versión en una conservadora Norteamérica Reganiana tenemos los mismos elementos que se manejan ya en la versión original, un pueblo perdido de la mano de Dios, un conjunto residencial suburbano, Owen (Smit-McPhee) el protagonista, es un chico que transita los amargos días de la secundaria y que además, por qué no? Es objeto del acoso, burla y perversidades de sus "compañeritos"; al mismo tiempo Owen debe lidiar con el desgastante y traumático divorcio de sus padres, que dicho sea de paso, son absolutamente incompetentes para hacerse responsables de él.

De repente, Owen conoce en el patio de juegos a una "nueva vecinita" una peculiar e igualmente solitaria y segregada niña, que recién se ha instalado en la casa de al lado. Una fuerte y fatal atracción se da entre ellos y sus vidas no volverán a ser las mismas.






La novela de John Ajvide Lindqvist es una versión mucho más sombría y dramática que sus compañeros en el vampirismo moderno que se llenan con fashion y agonía post-emo.



La obra cinematográfica originalmente realizada por Tomas Alfredson se colocó ya como un clásico obligado en el "cine de colmillos" en la que el conflicto vital del vampiro se explaya de manera tan sutil como absoluta: La terrible soledad y la condena de la muerte-viva, sin nadie al lado que dure lo suficiente y comprenda lo mínimo. Es por eso que cuando dos seres que son una especie de encarnación del monstruo del rechazo social y que cargan con la condena de la soledad a cuestas se unen, las cosas pueden tener resultados interesantes. Y de monstruos Matt Reeves conoce un poco; para mayor referencia está su obra "Cloverfield"
El mayor desafío de esta nueva versión, máxime cuando la anterior ha sido tan celebrada, era el de, de alguna manera, justificar su existencia y realizar un aporte justificativo a la historia, lo cual logra con ajustada efectividad .

Sin duda la película es buena porque el germen original, la novela, es intensamente apta para ser llevada al film, y Reeves aporta su experiencia con el manejo de secuencias en las que los efectos especiales se utilizan y producen un buen resultado visual dándole a esta segunda versión un carácter visualmente diferente de su predecesor. Por ejemplo en las transformaciones de Abby y el accidente de auto.

La cinta de Alfredson posee sin embargo un elemento que fue borrado de esta nueva versión, un retorcido, negro y delicioso sentido del humor que francamente sí se extraña, aunque en esta cinta se suple eso con un sentimiento de drama y soledad profundo. El personaje de Owen deja de lado un poco su parte internamente violenta y se dedica a mostrar una indefensión de una manera ruda y monstruosa, así como también lo hacen sus perseguidores, lo que desdibuja los entendidos de quién puede resultar más monstruoso cuando se compara a los delincuentes juveniles que torturan a Owen y la sed por la sangre fresca que posee su compañerita de juegos.

Al mismo tiempo el encuentro de estos dos seres marginales nos coloca en un clima de intensa necesidad y búsqueda del otro, que no está exento el cariz sexual que de manera casi fortuita se da cuando las fronteras entre Owen y Abby se traspasan y ella, tras de haber satisfecho su sed de hemoglobina se mete a la cama de su amigo, un despertar mucho más allá que el sexual se fragua ante nuestros ojos.

La intensa relación que se da entre el espectador y los protagónicos se llega al clímax cuando los amigos se enfrentan a su más fuerte amenaza y ante la complicidad del espectador se desencadena el desenlace de la trama.

La cinta, al descartar a una serie de personajes que conformaban el mundo del vecindario en la primera versión se basa primordialmente en el trabajo de sus jóvenes pero ya calificados protagonistas: Chlöe Moretz y Kodi Smit-McPhee cuya relación en la pantalla es tan profundamente cercana que en algunos momentos se llega a sentir nuestra mirada como una intrusión en su mundo privado.

Déjame entrar es sin duda una muestra de que si las segundas partes no fueron mejores, si existen algunas que al menos logran decir con novedad su propuesta y salir avante.

Dirección: Matt Reeves

Reparto: Chlöe Moretz, Kodi Smit-McPhee, Richard Jenkins, Elias Koteas

País: Estados Unidos

Género: Terror

Duración: 1 hr. 55 min.

Clasificación: Mayores de 18, violencia, sangre, insinuaciones sexuales

Fecha de estreno en México: 21 De Enero

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