Por Fabián Quezada León
La humanidad
esperó 35 años para saber la suerte de Rick Deckard... y cada año de la espera valió la pena.
Aunque en la historia han
pasado un poco menos, 30 para ser exactos. KD6-3.7 (Gosling) es un oficial de la
policía de los Ángeles y es un blade runner que se dedica a atrapar y “retirar”
a modelos viejos (los Nexus-8) que pudieran andar aún por ahí.
El planeta y la sociedad han
pasado por un gran apagón en el 2022. Tyrell, la poderosa empresa que creaba a los replicantes sufrió una bancarrota, pero se ha recuperado y su nuevo amo, Niander Wallace (Leto) ha logrado alcanzar la demencia de sentirse dios, apoyado en su propio ángel de la destrucción: Luv (Hoeks). Tyrell sigue creando nuevos modelos de replicantes, pero no los suficientes para que Wallace logre sentirse lo suficientemente satisfecho de ser el dueño del universo de esclavos.
Los nuevos blade runners como K son los encargados de la tarea de “retiro de unidades” potencialmente peligrosas, pues atentan contra el poder instituido y sustentado por una imperante jefa de la policía: la teniente Joshi (Wright).
Siguiendo la ruta de un replicante, Sapper Morton
(Bautista) K encuentra los últimos vestigios de pruebas que pueden romper el
sistema desde sus bases; un “milagro” y una misteriosa desaparición que
sucediera hace 30 años y de los cuales él está más cerca de lo que imagina.
Cuando se supo que
la película estaba en proceso, muchos levantaron la mano clamando justicia; cómo
podría alguien introducirse en el universo de una cinta de culto tan
reverenciada? Pero aún así la producción se llevó a cabo y el resultado es un prodigioso canto de amor y respeto. Es seguir escuchando la historia en nuevos labios, es preservar
la llama entendiendo el espíritu del fuego desde dentro, eso es lo que
Villaneuve y los escritores Fancher y Green logran.
Philip K. Dick; se transforman en
manieristas perfectos y sobrepasan su estatus trenzando sus propios corderos
electrónicos en los sueños de los androides, le hacen el amor a la historia en
un lecho con sábanas limpias.
Toman no solo la
existencia de K y de Joi (De Armas) y la de su mundo, sino que siguen la cadena
hasta Rick Deckard (Ford), Gaff (James Olmos) y… Rachel (Young). Qué mejor DNA que saber lo qué pasó después
del origami… o del viaje de Rachel y Rick? Qué tan lejos queremos llegar? Bueno, solamente queremos
encontrar el presente después de aquel “time to die”
Villeneuve se
lanza con todo, entrando al núcleo de la célula primigenia y entendiéndola. Llena
su mundo de bruma, de anuncios espectaculares que como parte de su existencia
líquida, llegan a interactuar en segundos
como una fantasía en megapantalla de LED, que repiten (o sincronizan?) conversaciones
íntimas, reacciones secretas. O se transforman en la absoluta necesidad de dejar de ser un holograma para ser corporeo y poder sentir como es amar, aunque sea en el cuerpo de otro... sobreponiéndose en segundo plano en él.
Cuánto del deseo se puede concentrar en un nanochip? qué tan real es ese deseo? O será que un fragmento de información se transformó en amor y se insertó en el corazón del LED?
Gosling y Ford
conforman una pareja increíble. Son dos íconos de la historia que relatan, comparten un destino y una
profesión pero son diametralmente opuestos; la angustia absoluta de K y su aparente inexpresividad inescrutable lo colocan en un status aparte, donde cubre la huella del pasado de Rick o hasta su presente, con la ironía inscrita junto, donde el lado humano impera profundamente desolado.
Ford es la piel y el habitante interno de Blade Runner, la quintaescencia del tiempo distópico, la añoranza atónita contemplando aún como todo se pierde "como lágrimas en la lluvia" que se mezcla en el polvo rojo (como paisaje marciano) de una ciudad del pecado, carcomida y arrodillada, reducida a excesos fatuos y escombros de lujo. Inundada de licores y placeres que no habrá quien disfrute nunca más.
Entonces, cuando
sucede el encuentro entre ambos, las
membranas de mundos se tocan y se traspasan, la realidad se biloca.
Blade Runner 2049 no irrumpe en la pantalla con extrema violencia, o persecuciones que quiten el aliento cada segundo. Los tiene, pero usa sus recursos con maestría cuando debe, usa la fuerza de la imagen, se sustenta en un guión poderosamente bien escrito y se toma su tiempo, moviéndose en la penumbra del recuerdo y del sabor de historias de cine detectivesco, con atmósferas casi sofocantes, donde la vida y la mente de sus protagonistas son tan insondables como los ojos de un androide.
Y esto nos deja caer al vacío en la confrontación de esta modernidad líquida, donde el momento sigue siendo fugaz, pero puede inmortalizarse solo para ser olvidado en medio de una nube de recuerdos que navegan incorporeos y anónimos -por millares- por ahí. Por eso cuando K encuentra esos datos es esperable que rompan su mundo, porque lo hacen regresar sobre su eje y empezar una búsqueda que va a cerrar ciclos.
Sueñan los
Androides con ovejas electrónicas? Puede ser. No lo sabemos aún o tal vez lo
sabíamos y nunca estaremos seguros de si ese conocimiento era propio, o era
parte del sueño de alguno.
Lo que si nos
queda claro es la exquisita delicadeza del trabajo de la dirección de
Villeneuve porque logra esa profundidad sin prisa, que conmueve, que intriga y
que hace cada cuadro un deleite, sobre todo porque no sigue un trazo, copiando
la estética de Scott, sino que se fusiona con ella y la enriquece en un
intachable diseño de producción y como si fuera poco, Benjamin Wallfisch y Hans
Zimmer rinden su tributo sónico a Vangelis -aunque si se extrañen de pronto las
atmósferas del trabajo de este-.
Blade Runner 2049
aspira profundo todos los sueños electrónicos que conforman los deseos: desde
la compañera ideal, hasta las más febriles y delirantes fantasías de poder
ególatra.
Donde lo imposible se desgarra y se descompone fundiéndose para mimetizarse en recuerdos que ni siquiera son propios y que aún siéndolos, no se sabe con certeza si lo son… así la historia se desplaza, se expande y se cuela en los intersticios donde nunca presenta una única cara, y deja en cambio su estela de soledad, preguntas primigenias y valores trascendentes que giran su cabeza para mirar al ser dentro del humano... o del androide.
Donde lo imposible se desgarra y se descompone fundiéndose para mimetizarse en recuerdos que ni siquiera son propios y que aún siéndolos, no se sabe con certeza si lo son… así la historia se desplaza, se expande y se cuela en los intersticios donde nunca presenta una única cara, y deja en cambio su estela de soledad, preguntas primigenias y valores trascendentes que giran su cabeza para mirar al ser dentro del humano... o del androide.
Será que encuentran que son más humanos que el humano? o finalmente en el fondo mismo del sueño está el espejismo de querer ser... simplemente humanos?
Director: Denis
Villeneuve
Reparto: Ryan Gosling, Harrison Ford, Ana de Armas,
Sylvia Hoeks, Robin Wright, Jared Leto, Dave Bautista, Mackenzie Davis
País:
Estados Unidos, Reino Unido, Canadá
Año: 2017
Género: Ciencia Ficción
Duración: 2 horas 44 minutos
Clasificación: Mayores de 18
Fecha de estreno en México: 6 de octubre de 2017
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