Miguel Rivera (González/Luis Ángel) es
un niño con un gran sueño: quiere ser cantante lleva la música en las venas. Pero vive en una familia que desde hace años,
después de un desafortunado incidente, tiene vetada la música de su vida.
Miguel es fan en secreto del más famoso
cantante de música Mexicana, el renombrado Ernesto de la Cruz (Bratt/Solís).
Inesperadamente en la noche de la celebración de día de muertos, Miguel cruza
algunas barreras, conoce a Héctor (García Bernal) un singular difuntito de
quien se hace amigo y juntos van a descubrir
grandes secretos de la familia de Miguel.
Es innegable que Coco es un colorido y festivo homenaje
a la tradición mexicana del día de muertos, la celebración que sincretiza
perfectamente las raíces de este país: la tradición cristiana amalgamada con el
culto indígena a fin de honrar a “los fieles difuntos”.
Pero como todo homenaje, en su afán de celebrar
puede tomarse algunas libertades
creativas si las cree necesarias para llevar a cabo su propósito.
Es un hecho que Disney Pixar ha tomado diversas
tradiciones, leyendas y lugares en el mundo para colocar en ese contexto los
escenarios de sus historias y de esta manera han desfilado en su producción
cinematográfica desde los países nórdicos hasta las islas del sur; ahora en su
película número 19 el turno fue para México.
La historia está cimentada en los puntos esenciales de la
concepción del mundo del mexicano: la tradición, los valores, la familia, la
cercanía con la historia familiar y las peculiares formas de estructura de
mando y desempeño de roles que se dan dentro de “la casa mexicana”.
Como suele suceder en la gran mayoría de los hogares del país, en la casa de los Rivera, hay un marcado matriarcado, la figura de la madre es la piedra angular en la tradición de la familia mexicana. Y su importancia aumenta en cuanto se convierte en Abuela y más aún, Bisabuela…
El otro punto de esta trayectoria naciente en la familia
es la preservación de las tradiciones, el sentido del significado de toda una
serie de rituales y creencias basadas en esa singular celebración de la vida
que nunca acaba, aunque cambie radicalmente de espacio y de configuración, la
muerte en la cosmogonía mexicana es simplemente ese otro sitio donde se va pero
que no cierra sus puertas cuando de fiesta
y celebrar se trata y por ello los difuntos, la familia (la sanguínea o la
extendida que son igual de importantes) celebran con todos los que quedaron
atrás, en el mundo de los vivos. Con una única condición: No perder el recuerdo
de quienes se fueron.
Y en esta fiesta, nada es imposible, ni suficiente: nunca
sobra ni la alegría, ni el recuerdo, ni la decoración, ni la comida, las flores
y mucho menos el alcohol.
Se baila con la muerte, se le dicen piropos, se le hacen
versos, es una gran y rumbosa fiesta de
la vida de la muerte. Esto lo captaron perfectamente Adrian Molina, y Matthew Aldrich los creadores del guión de
“Coco”; y le dieron su propia
visión. Sí, tal vez no es netamente
mexicana, pero usa la iconografía, las bases, los colores, los sabores y la tradición.
La muerte en México no es cualquier calaquita temblorosa.
Co-dirigida por Lee Unkrich y el propio
Molina, “Coco” potencializa y pone
en una plataforma mundial la fibra de lo que significa ese día para los
mexicanos, “Coco” es un esfuerzo absolutamente
admirable por comprender y transmitir el sentimiento del día de muertos.
Cuando Abuelita (Victor/Angélica María) se empeña en que Miguel entienda el significado de la ofrenda del altar de muertos, no simplemente es un dialogo explicativo, lleva implícito mucho de lo que es el sentir “a la mexicana” sobre el recuerdo, los lazos indisolubles entre la familia y los amigos.
Cuando Abuelita (Victor/Angélica María) se empeña en que Miguel entienda el significado de la ofrenda del altar de muertos, no simplemente es un dialogo explicativo, lleva implícito mucho de lo que es el sentir “a la mexicana” sobre el recuerdo, los lazos indisolubles entre la familia y los amigos.
Para cualquier público a lo largo del mundo
resultará claro el mensaje: la preservación de la memoria hace fuerte a la
familia, le da centro e identidad.
Sin duda en algunos rincones del mundo será
sorpresivo e inquietante ver “esqueletos y cráneos” viviendo semejante cantidad
de aventuras porque los cadáveres móviles son identificados con zombies
malvados.
Pero bueno, es tiempo de que el mundo se entere de que en México los
muertos no regresan como demoniacos seres come cerebros, sino como divertidos
espíritus que devoran mole, pan, fuman cigarritos y beben y beben alcohol, para
luego echarse un zapateado con un jarabe
tapatío o una jarana. Los
esqueletos en México son famosos, crean performances como Frida Kahlo y hacen fastuosos
shows musicales.
Qué otro elemento tiene la película? bueno,
como ya ha demostrado antes, Pixar ha encontrado una fórmula de “tocar los
sentimientos” catapultando la añoranza como un misil con alto grado de
detonación. Y se las ingenia para dar a Coco y a Miguel algunas de las escenas
más efectivas al respecto. Pero su
resonancia es mayor dada la real implicación de esas escenas: Ver un niño que
lucha porque a su bisabuela no se le olviden sus recuerdos infantiles, es
conmovedor.
Otro acierto de la cinta es su capacidad para
dirigirse a un sector que había estado relegado durante años en las grandes
producciones animadas, los latinos y específicamente los mexicanos. Esto hace
que esta película represente un paso importante dentro del desarrollo de Pixar
como empresa de entretenimiento mundial.
“Coco” es resplandecientemente autóctona
y aunque su versión del Mictlán es bastante revolucionada y tropicalizada a lo Hollywood
hasta hacerlo parecer una versión retro-futurista, lo verdaderamente significativo
es la apertura de reinterpretación que demuestran los creadores del concepto para
internarse en la ideología mexicana y reinterpretarla.
Elementos no les faltan, eso es cierto.
La
imaginería popular con respecto a la muerte, que viera en José Guadalupe Posada
su máximo exponente, encuentra la
inigualable calidad de los adelantos técnicos en animación que Pixar ha integrado a
sus cintas. Cada cuadro del viaje de Miguel “al otro lado” es una obra maestra
en conceptualización, color, diseño de producción y técnica.
Si la historia nos recuerda esos míticos
viajes del héroe al estilo katabasis (en este caso no es precisamente un descendimiento
sino un cruce al inframundo floklorico) para encontrar las raíces en busca de
un sueño, adicionalmente los personajes son arquetipos completamente adorables:
el niño, la bisabuela, la abuela, la madre, el padre y los numerosos tíos
(vivos y muertos) y desde luego Dante, el perro. (Cualquier semejanza con el
viajero de la divina comedia es mera coincidencia)
Hay también una marcada intención por
hacer un retrato cercano con íconos de la imaginería popular nacional (es
innegable el Pedro Infante look de
Ernesto de la Cruz) o hasta ciertos “luchadores”. El ambiente del pueblo de Santa Cecilia (Santa patrona además de la música)
es una mezcla ideal de pueblecito mexicano con un hondo sabor, cada rincón,
desde la plaza y los mariachis resuman sabor. (Aunque repito, es una visión folklórica,
idealizada) pero valga pensar que los escritores: Adrian Molina, y Matthew Aldrich se
basaron en una amplia investigación con respeto y cariño por el tema.
Conjuntamente a la visualización del pueblo y
la gente, la película rescata también dos elementos base: los alebrijes y la presencia del xolo,(el
perro sin pelo autóctono de México). A los que une con las figuras ancestrales
de los nahuales (espíritus animales
protectores)
Otro punto significativo es el título: Coco, quien no es precisamente la protagonista focal de la historia, pero si es el hilo, el puente sobre el que se tiende toda la trama en base a la persistencia de la memoria. Coco es la bisabuela de Miguel y aunque casi no tiene diálogo, es definitivo, la figura central de la trama es ella. El mundo de Disney/Pixar sigue enfocándose en la figura femenina.
Un logro absoluto de la versión en español es
la enorme y variada cantidad de voces de artistas y personalidades que lograron
reunir para dar vida a la cinta: Desde Angélica María, Gael García Bernal, César
Costa, Marco Antonio Solís, Carlos Rivera, Eugenia León, Héctor Bonilla, Ofelia
Medina, hasta Elena Poniatowska, participan en el reparto.
Finalmente como la concepción de México no
estaría completa sin una igualmente colorida y vivida paleta musical, Giacchino
da un ambiente cálido y festivo en el que Molina y Germaine Franco contribuyen con la cereza en
el pastel en “Recuérdame” de Anderson-Lopez.
“Coco” es un canto profundo, sensible e
increíblemente sólido y bello por todos los significados que una obra dedicada cariñosamente
a México y a sus tradiciones puedan encerrar.
Director: Adrian Molina y Lee
Unkrich
Reparto:
(voces en inglés): Alanna
Ubach, Alfonso Arau, Anthony Gonzalez, Benjamin Bratt, Cheech Marin, Edward James
Olmos, Gabriel Iglesias, Gael García
Bernal, Jaime Camil, John Ratzenberger, Lombardo Boyar, Selene Luna, Sofía Espinosa, Ana Ofelia Murguia,
Reparto (voces en Español) Angélica María,
Angélica Vale, César Costa, Marco Antonio Solís, Carlos Rivera, Eugenia León,
Héctor Bonilla, Ofelia Medina, Luis
Ángel, Ana de la Reguera, Jaime López, Antonio García, Fernanda Tapia,
Andrés Bustamente, Cecilia Toussaint, Juan Villoro, Benito Taibo, Sergio Arau,
Sofía Espinosa, Alfonso Arau, Luis Valdés, Elena Poniatowska, Víctor Trujillo,
Xavier López, Cecilia Suárez, Xavier Velasco, Francisco Colmenero, Alex Lora,
Trino, Paco Calderón, Gael García Bernal.
País: Estados Unidos
Año: 2017
Génro: Aventura, Misterio, Fantasía, Horror, Comedia, Animación, Familia,
Musical
Duración: 94min
Clasificación: Todo público
Fecha de estreno en México: 27 de Octubre 2017
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