sábado, 15 de diciembre de 2018

ROMA (ROMA)





Si nos visitas por tu celular/móvil/tablet te sugerimos girar la pantalla a horizontal o dar scroll down hasta el final y seleccionar la opción “ver versión de web” a fin de facilitar tu lectura. Gracias.
 

Por Fabián Quezada León



Ciudad de México... 1970. Todos los caminos llevan a Roma.
Estamos en la Ciudad de México y es el comienzo de los 70’s. Entramos al hogar de una familia de clase media con cuatro hijos: Toño (Diego Cortina Autrey), Paco (Carlos Peralta), Pepe (Marco Graf) y Sofi (Daniela Demesa), unos padres en conflicto; Sofía (Marina de Tavira) y Antonio (Fernando Grediaga) una abuela; Teresa (Verónica García) y dos muchachas de servicio que son parte de la vida de la familia; Adela (Nancy García García) y Cleo, (Yalitza Aparicio) Cleo es la nana de los niños y es el luminoso, atrayente y vivo eje de la historia. 

Inmersos en el día a día de esta familia vamos a encontrar los recuerdos, sabores, sin sabores y nostalgia de toda una época.



Aunque Netflix la lanzará mundialmente en su plataforma, siendo una obra de arte, resulta magnificada en la pantalla de un cine; así que si está en tus posibilidades hacerlo (al menos en todo México hay muchísimas) trata de verlo en una sala de cine. Lo vas a agradecer. 
Ecos filmográficos sigilosos
Alfonso Cuarón entrega Roma su obra más personal y a la vez más compartida por toda una generación. Porque aunque existan casi cincuenta años de diferencia “parece que fue ayer”, porque los sonidos y la memoria prevalecen. “La Roma” es la colonia de la capital del país donde Cuarón creció, y en esta obra Alfonso se reencuentra con sus orígenes y los ecos de su propia filmografía se entreveran sigilosos para colorear el suspiro del recuerdo. 
La historia visual de Alfonso
Desde los surgidos de los problemas amorosos como en Sólo con tu pareja y Grandes esperanzas, para al mismo tiempo llevarnos a explorar el mundo de los niños y adolescentes con una cercanía contundente y desenfadada, (Alfonso tiene un don para ello) y eso lo hemos visto desde La Princesita hasta Harry Potter y el prisionero de Askabán o Tu Mamá también y luego… se acerca al misterio del embarazo y la zozobra como en Niños del hombre. Aún más, en un guiño evoca Gravedad mientras literalmente (por segunda vez dentro de la película) vemos cine en el cine, si esto no es escuchar los ecos de su obra reflejar infinitamente la memoria y entregarnos los recuerdos, no se qué más pueda serlo.     

La eterna niñez
Alfonso Cuarón se enlaza con todos,  porque toca ese tiempo en el que la vida era algo que nunca se olvida. No importa cuántos años pasen, no importa el lugar del mundo, no importa lo que los adultos digan, la niñez será ese recuerdo de ojos brillantes, risa fácil y sabor a golosinas.

En el regazo del recuerdo
Cuando jugabas con pistas de carreras eléctricas en casa, con amigos de verdad ahí sentados gritando y emocionándose en vivo, no con “emojis” o “gifs”, cuando comías los auténticos “gansitos helados”*. Un tiempo en el que las nanas eran realmente parte de la familia y se heredaban de generación en generación. Nanas que eran autoridad y aliado. Consentidoras cuando los padres se enfadaban y que hablaban de otros lugares, otras lenguas, otras historias.  

Era fácil reír 
Aquel tiempo en el que la televisión se veía en familia y la oferta era extraordinaria en variedad. Con programas como el que aparece en la cinta, en el que los cómicos no necesitaban recurrir a la vulgaridad, ni al doble sentido para lograr la risa, tal vez porque la sociedad era más cándida o porque en verdad era fácil reír simple y llanamente. Aquel tiempo en el que los cines eran enormes y había permanencia voluntaria. En el que se oían aún series radiofónicas, de aventuras o radionovelas, herencias del boom del radio en los 40’s y 50’s.  

Con amor... para Libo
La universalidad de Cuarón es que, siendo un trabajo tan personal, no toma la figura de un niño para hacer girar el relato en torno a él, sino que en una rendición de cariño lo hace para su nana: Liboria Rodríguez “Libo” y de una manera completamente natural y suave se enfoca en Cleo y en la vida alrededor: La madre y su torpeza automovilística, el padre lejano, los hermanos alegres, ruidosos, traviesos, la abuela que vive en la misma casa, y hasta “Borra”, el perro.

Yalitza Aparicio, brilla!
Por demás está decir la magia que Aparicio proyecta en pantalla, con la inocencia fresca y ávida de una niña que no imagina lo que puede suceder después de “Entrenas diario?” el reflejo absorto y real de esas miles de jovencitas de pequeñas comunidades que llegaban y llegan a la gran ciudad buscando trabajo, donde el reflejo seductor de las luces y la vida urbana las engulle.

Acariciando el recuerdo
Roma es el relato de la vida como la conocemos, con los problemas de cada día, con los pleitos entre hermanos, la salida a la escuela, al mercado, al cine. Con esos recuerdos compartidos Cuarón se deleita y nos deleita dándonos un enlace instantáneo porque el relato de la real coexistencia humana posee toda la gama que se acaricia en cada fragmento de Roma.

Antes de que el internet nos quitara el rubor
Cada partícula de la atmósfera de la casa está cuidada, desde los muebles y objetos hasta las etiquetas de los productos que salen en alguna escena. La música y las identificaciones de las estaciones de radio o el programa que se ve en la televisión, los autos, la apariencia de las fachadas de las tiendas, la ropa y hasta los kioscos de revistas donde las portadas de las “publicaciones para adultos” ruborizaban y creaban el morbo de los adolescentes de antaño. Antes, mucho antes de que el internet nos quitara el rubor para siempre.

La increíble polifonía urbana
Y así, desde el silbato del carro de camotes **, o el del “afilador”***, el pregón de un hombre que vende miel de casa en casa, el redoble de una banda de guerra de una escuela pública  que desfila, o la campana que anuncia el camión recolector de basura, lanzan sus acordes y sus notas mientras que todos los demás sonidos urbanos transcurren al unísono dentro de la polifonía a la que estamos tan acostumbrados y de la que no somos plenamente conscientes. 
No hay silencio absoluto
Al mismo tiempo en el que alguien habla por teléfono, alguien más enciende una radio o un auto, pasa un avión, se escucha un claxon o ladra un perro… y todo sucede junto y el soberbio sonido de la película da cuenta de ello (el silencio absoluto es la excepción) todo esto es el palpitar de la existencia que  forma esta intrincada sinfonía que es el soundtrack de algo que llamamos “vida urbana”.

La visión como forma de arte
El recuerdo y la sensación de nostalgia son engrandecidas con una portentosa foto en blanco y negro que la coloca desde ya como un clásico y por el tono remite sin duda a las cintas neorrealistas. Auténticamente cada cuadro es una obra maestra en texturas, ángulos, composición y profundidades, cada detalle es cuidado hasta el delirio. 
Transformándose en co actor
Alfonso Cuarón nos ha dejado claro en otras ocasiones que le gustan los plano secuencia y los retos técnicos y en esta obra no iban  a faltar, planos fotografiados exquisitamente por el ojo del propio director/escritor, y una pulcritud técnica al máximo, que logran sin esfuerzo que nos convirtamos en co actores presenciales en una dimensión paralela que se ubica geográficamente en la memoria y dentro de una ciudad que está ahí. Con seres reales, vivos, a los que rozamos en muchos sentidos y cada roce es un estremecimiento profundo.

Los Ojos de Cleo
El aire alrededor de Roma es tan íntimo, tan familiar, que encarna lo “normal” sin avergonzarse de ello, lo mismo el limpiar el piso, lavar la ropa, ver la tele, o escaparse con el novio al cine; todo es esa parte quintaescencial de la vida, donde hay momentos de dicha y momentos de tensión.  

Todos los recuerdos llevan a Roma
Roma es delicadamente humana y tan cercana que su corazón vibra a cada segundo en los ojos de Cleo que no se cansa de ver la vida en cada una de sus manifestaciones: desde el rubor de un cuarto de hotel del centro, hasta los campos que le recuerdan a su pueblo, el bramido de la tierra en un temblor, la incertidumbre de saberse “de encargo” o la terrible sorpresa que la deja pasmada ante la represión que observa desde lo alto, la luz cegadora de un quirófano o la tarde que se filtra en el asiento trasero de un galaxy. 
La vida de diario, es sabia
Todo es un gran telar, un gran bordado donde se teje la vida… y la vida normal no está llena de secuencias de acción, de drama o de comedia, es suficientemente sabia como para nunca propasar los límites y otorgar siempre mucho de todo: las emociones fuertes y los misterios por resolver pertenecen un poco a la ficción; Roma mira a otro lado, al hecho de ver a los ojos a sus protagónicos, concentrándose y sin perderlos de vista, cuidándolos siempre.

La fuerza del mar no es más grande 
No podemos dejar de respirar cada imagen desde los ojos de Cleo y no podemos impedir que nuestra alma la acompañe a cada paso, acostando y levantando a los niños y cantándoles en su lengua materna, pero también nos entregamos con ella a la fuerza del mar, venciendo todos los miedos e incapacidades, impulsada por ese amor a su familia que nos doblega finalmente, sin protesta, ante la vida común… mientras regresamos de ese viaje a la playa.

Finalmente... el arrullo
A qué huelen tus recuerdos? a qué sabe tu memoria?, cómo se escucha el eco de tu pasado? Si los sueños se atesoran y se reflejan en una baldosa que se limpia, en la cual se mira el cielo mientras la baña el agua y un avión es capturado por segundos mientras pasa de improviso; entonces el sueño se escapa y se transforma en una realidad en blanco y negro completamente nostálgica, íntima, que habla lenguajes secretos que solo entienden los soñadores, susurra juguetona mientras sin prisa es mecida en los brazos de la nana.

·         *Gansitos: (pastelito relleno de crema y mermelada de fresa cubierto de chocolate, cuyo giro mercadotécnico fue imponer que “congelados como paleta” era la nueva manera de consumirlos). Incluso en algún tiempo incluían un palito de madera en el empaque.

** Carrito de camotes: en varios sitios de la república aún se puede encontrar a un vendedor ambulante empujando su carrito donde arde carbón que produce el vapor que da el sonido. Al camote se le baña con miel de agave o leche condensada azucarada

*** Afilador: Oficio ambulante que se dedica a sacar filo a cuchillos, tijeras etc, que usa una flautilla para anunciarse mientras camina por las calles

Director: Alfonso Cuarón

Reparto:

Yalitza Aparicio (Cleo)

Marina de Tavira (Sra. Sofía)

Diego Cortina Autrey (Toño)

Carlos Peralta (Paco)

Marco Graf (Pepe)

Daniela Demesa (Sofi)

Nancy García García (Adela)

Verónica García (Sra. Teresa)

Andy Cortés (Ignacio)

Fernando Grediaga (Sr. Antonio)

Jorge Antonio Guerrero (Fermín)

José Manuel Guerrero Mendoza (Ramón)

Latin Lover (Profesor Zovek)

Zarela Lizbeth Chinolla Arellano (Dra. Velez)

José Luis López Gómez (Pediatra)

País: México

Año: 2018

Género: Drama

Duración: 135 min

Clasificación:

Guión: Alfonso Cuarón

Editor: Alfonso Cuarón

Cinematografía: Alfonso Cuarón

Fecha de estreno en Netflix: 14 de Diciembre 2018

No hay comentarios: