Fiona (Gordon) vive en un
lejanísimo pueblecito situado en una eternamente nevada parte de Canadá. Un día
recibe una carta de su tía Martha, quien vive en París, pidiéndole que la
rescate pues piensan enviarla a una residencia para adultos mayores, y ella
solo tiene 88 años.
Fiona no lo piensa mucho y se embarca hacia La Ciudad Luz,cargando una monumental mochila (en cuya
parte más alta ondea orgullosa la bandera de la hoja de maple) Pero su viaje y
la búsqueda desesperada de su tía, van a resultar en un sinfín de aventuras,
desventuras, equivocaciones, caídas al Sena, escaladas de la torre Eiffel,visitas a Père-Lachaise y el encuentro
fortuito con Dom, un estrambótico vagabundo, romántico perdido, persistente
como una mosca y más parisino que Faubourg Saint-Honoré. La comedia francesa es desde
siempre el mejor sinónimo de diversión garantizada y esta película rinde un
homenaje sincero y reverente a los mejores conceptos de "cine de comedia y acción",
como los que veíamos hacer a Buster Keaton o Harlod Lloyd, con dos
extraordinarios actores quienes además demuestran una probada capacidad física
para enfrentar los retos de sus personajes. Hoy en día el término “comedia”
ha devenido generalmente en conjuntaruna serie de situaciones hilarantes que pueden resultar, en casos, bochornosas;
condimentadas con lenguaje vulgar, uso de sustancias prohibidas y en muchos
casos, situaciones con implicaciones sexuales, lo cual no quiere decir que no
tengan el encanto del llamado “humor
rudo” que no es apto para todo tipo de público. Sin embargo la obra de Abel y
Gordon (quienes han dirigido y protagonizado varias cintas juntos) se inserta
en otra arena, con marcados elementos del cine mudo, superando de esta forma
con mucho (y con extrema fineza) los planteamientos de una gran mayoría de las
comedias con sello de nacimiento "made in Hollywood". Como pareja y equipo han sabido
colocarse en un privilegiado sitio dentro de la escena cinematográfica europea
y esperemos, que con esta cinta logren ser difundidos en esta parte del mundo.
Ambos son increíblemente talentosos y manejan la comedia con una elegancia
hilarante, más aún cuando exageran sus propias características físicas para
brindarle a sus personajes de Fiona y Dom un candor y una gracia completamente
diferente a lo que estamos acostumbrados.
Perdidos en París logra la difícil combinación entre el infortunio y la
comedia de lo absurdo. Como si la presencia de Abel
y Gordon no fuera suficiente comparten escena con nada más y nada menos que dos
verdaderos iconos de la cinematografía francesa Richard y Riva y basta solo una
escena de ambos para justificar su presencia en la cinta. El viaje de Fiona y su larga
y pelirroja figura, con ese desgarbado caminar y esos lentes de pasta, hacen
que obligatoriamente se le mire a más de un kilómetro y que en cada escena no
dejemos ni por un momento de seguirle los pasos.
Ya sea mientras busca a su tía
o mientras huye de Dom, Fiona es la quintaescencia de “estar fuera de sitio” y
sus locuras móviles sirven para echar a volar la imaginación sobre qué será lo
que le va a suceder. Desde que pisa París, es
evidente que Fiona y su maleta gigantesca sufrirán los “reveses de la vida” hasta
llevarnos al punto justo en el que todo lo que le pasa a esta desafortunada
mujer se transforma en algo tan terrible que es absurdamente gracioso. El gran acierto de la
historia es el que, aunque es "una historia de amor de dos que se atraen pero no
lo reconocen", sabe enfocar la batería en la extrema comedia que sobrepasa los
límites de las situaciones. Fiona huye de Dom, Martha huye de sus cuidadores…
una puerta se abre y otra se cierra haciendo que nunca se encuentren. La historia también realiza un elogio a la danza y no es
simplemente en la complicada coreografía para hacer que los personajes no se
encuentren, sino que se da también entre Dom y Fiona en dos ocasiones; en un
tango improvisado en un restaurant y en un “sexy encuentro” mientras cada uno duerme
en su propia cama.
Otro magnifico momento y que es un aplauso final para Riva sucede
con un “baile de zapatos” entre Martha y su ex amor (Richard) en una banca de Père-Lachaise. (Riva murió a
principios de este año)
Delirante y humorística, con
todo el sabor de París en cada cuadro y con cuatro magníficos intérpretes, Perdidos
en París es en definitiva una pequeña y deliciosa joya que no debes perderte.
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