sábado, 17 de marzo de 2018

LADY MACBETH (LADY MACBETH)





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Por Fabián Quezada León


Estamos en la Inglaterra rural de 1865, la joven Katherine (Pugh) es “vendida” a través de un matrimonio arreglado a un próspero hacendado, Alexander (Hilton), quien le dobla la edad. Este hombre la trata con desdén y desde el comienzo le impone una especie de prisión dentro de la casa. 

Al sentirse sofocada viviendo en un ambiente opresivo; agobiada por su suegro Boris (Fairbank) actúa como espía de cada uno de sus movimientos y además le exige obediencia y sumisión hacia su hijo. Prácticamente ignorada por su marido; Katherine no vacila en entregarse a Sebastian (Jarvis), un mulato que recién llegó a trabajar en la mansión donde vive, y al cual conoce de manera fortuita. Su romance apasionado detona en ella un deseo y fuerza imparables, y la hacen aferrarse a él con desesperación, sin importarle las consecuencias.



La ópera prima de William Oldroyd adapta una novela corta del escritor ruso Nikolai Leskov, inspirada a su vez en el personaje homónimo de la obra clásica de William Shakespeare. La cinta tuvo su estreno mundial en el Festival Internacional de Cine de Toronto, y llegó a pantallas nacionales a partir de este viernes 16 de marzo, gracias a Cinépolis Distribución, en las ciudades de Cuernavaca, Guadalajara, Monterrey, Morelia y Ciudad de México.

La historia

En 1865 es editado por vez primera Lady Macbeth de Mtsensk (Lady Macbeth of the Mtsensk District), del escritor Nikolai Leskov, una novela corta inspirada en la esposa del malogrado Rey de Escocia protagonista de la tragedia homónima del autor William Shakespeare. En ella se narran los crímenes de Katerina Lvovna, una burguesa en la Rusia zarista del siglo XIX quien se rebela contra las convenciones sociales de su época, lo que la orilla a cometer varios homicidios.
 
Pero no fue hasta 1934 que Lady Macbeth de Mtsensk llegaría a los escenarios de la mano nada menos que del compositor ruso Dmitri Shostakóvich, quien escribe (junto con Aleksandr Preis) una ópera en cuatro actos de dos horas y media adaptando esta obra literaria.

De esta forma la novela de Leskov cae en manos de la dramaturga inglesa Alice Birch quien convence al director de teatro londinense William Oldroyd de adaptarla para la gran pantalla, dando como resultado el largometraje debut de este último.

En el guión, se decide trasladar la historia de la Rusia de los Zares a la Inglaterra victoriana, y situar la acción en la campiña inglesa. “El arranque de la historia es bastante convencional: una mujer de mediados del siglo XIX, que es infeliz en su matrimonio y que tiene un amante”, comenta Oldroyd. “Nos preocupaba que la gente pensase que era otra película inglesa de época, que no se esperase a ver cómo reacciona ella a esta injusticia. El personaje de Katherine no pide perdón ni se calla; no reacciona como una monja, sino que se levanta y lucha por su independencia y decide su propio destino de una manera sanguinaria”.



Oldroyd realiza un magnífico trabajo capturando atmósferas y dejando que el personaje de Katherine posea la pantalla, imperturbable, con ese demonio helado que es la determinación palpitando apenas perceptible en los pliegues de su amplio vestido y en el acero de sus ojos. Es una figura icónica formada de la venenosa materia de otras: de entrada de la imperturbable protagonista de Shakespeare o de mujeres cuya fuerza arrasante las hace mimetizarse en aquello que más odiaban o amaban, sin importar lo monstruoso que hubiera detrás. Capaces de realizar acciones impensables de una forma tajante y sin retorno y sin agitarse siquiera. La tragedia y la crueldad no conceden mucho campo; son y serán unívocas y definitivas.



Después de introducirnos a la desesperanzada suerte de la protagónica, casada con un marido insolente y cruel, la prisión de Katherine se extiende a mucho más allá de las paredes de la casona, pero al mismo tiempo, su rebeldía se fragua en el más candente de los infiernos. Por eso su continuo desafío, por eso su irrefrenable pasión por lo prohibido.


Los confines de la casa atrapan a Katherine, las múltiples reglas absurdas y las prohibiciones la van envenenando, causando ese revuelo interno que al explotar arrasa sin clemencia con todo como un acto de venganza, pero también de una extraña forma de justicia.



Oldroyd nos encierra en la casa del suegro de Katherine y en ese ambiente viciado crea la urgencia de escapar. Conforme los cercos se aprietan, las ansias de libertad se hacen más y más salvajes; más y más prioritarias, al grado de no medir el precio a pagar por  obtenerla. Quién puede decir lo que está dispuesto a pagar por la libertad? Una vida es lo de menos. 




Dicen por ahí que pasado un tiempo marido y mujer terminan pareciéndose; a Katherine no le tomó demasiado aprender la crueldad y la supervivencia. Aún sus buenas acciones tienen un doble sentido que de alguna manera también irremediablemente va clavando los clavos de su ataúd.


Entonces efervescente, el cambio de Katherine se comienza a dar y la maldad se permea, al principio es solo una ligera mancha salitrosa, un gesto, una mirada… pero conforme crece, pudre las paredes, las hace desmoronarse y crea toda clase de hongos Katherine se transforma y nada va a parar.



Su irreverencia a la figura patriarcal y su desafío constante, la llevan a empezar a pensar que las consecuencias tardarán en llegar, si es que llegan.





Pero en este punto, la primera sorprendida de que los resultados de su insurrección sean notados y puestos en juicio es ella misma y cuando el hilo se rompe por lo más delgado, ella siempre podrá resguardarse quedándose inmóvil en un sillón de un enorme cuarto. Ahí, a solas, Katherine tal vez pueda pensar en esa inocencia que se le fue y el lugar que ese hueco dejó a la perversidad .



Padre e hijo creían que su despótica maldad era sin límites pero en Katherine tuvieron su mejor alumna y su peor enemiga el mal siempre podrá ser superado. Aunque el verdadero mal, exquisito, refinado y agudo, ese que logra provocar, es el que, irónicamente, toma la forma de bien, corrompiéndolo todo a su paso. Lady Macbeth ejerce ese tipo de fascinación que no pide permiso ni da justificaciones actúa ignorando los avisos que le hace su fiel sirvienta y cómplice Anna (Ackie) y colateralmente Sebastian.



Oldroyd no se toca el corazón para inmiscuirnos en la fuerza dramática de la narración y nos sostiene la emoción con escenas  donde cierra la toma en torno a las reacciones de sus personajes pero no los aísla, están inmersos en ambientes de sofocante estrechez  donde una ventana se abre, Katherine abre los ojos desnuda sobre su cama, o un niño observa una cascada. Todo sirve como un catalizador para el misterio agobiante y la eterna presencia rojo oscuro de la sangre





Director: William Oldroyd

Reparto: Florence PughCosmo JarvisPaul Hilton 

País: Reino Unido

Año: 2017

Género: Drama. Romance

Duración: 1 hr 39 min

Clasificación: Solo adultos  

Fecha de estreno en México: 16 de Marzo 2018

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