viernes, 29 de enero de 2010

VIOLINES EN EL CIELO (DEPARTURES) UN DELICADO OFICIO CON SABOR A MUERTE


Por: Jorge Cirerol Ojeda.

Daigo Kobayashi (Masohiro Motoki) a sus treinta y seis años es el hombre más feliz del mundo, al hacer realidad su pasión de la niñez, la de tocar el violonchelo en una pequeña orquesta en Tokio. Pero el gusto dura poco porque el grupo se disuelve y cae en una especie de bloqueo profesional. Sin dinero y alentado por su bondadosa esposa Mika (Ryoko Hirosue), regresan a su pueblo natal cerca del mar, para vivir en la abandonada casa familiar. Su padre se marchó cuando él tenía 6 años y su madre murió hace dos.

El joven encuentra en el periódico local un anuncio, no muy claro pero que ofrece un buen sueldo, sobre una agencia que trabaja con "salidas", del cual queda intrigado y acude a la entrevista. El dueño, el señor Sasaki (Tsutomu Yamazaki), lo contrata al instante, sin mirar su currículum. La sorpresa del joven es mayúscula cuando se da cuenta que no se trata de una agencia de viajes sino de una establecimiento que prepara cadáveres antes de iniciar los rituales fúnebres y el posterior entierro.

El director japonés Yojiro Takita, reconocido en muchos festivales del mundo por sus interesantes trabajos fílmicos -Revista Cómica (86), No Estamos Solos (93), El Maestro del Ying y del Yang (01), y su posterior secuela, La Última Espada (03), La Sangre en los Ojos (05) y Batería (07) entre otras-, es el responsable de realizar este extraordinario drama con tintes de humor negro, en el que se entrelazan la cultura tradicional japonesa con la vida actual de este país asiático, mientras se abordan los temas del luto y de la muerte, y que el año pasado se hizo acreedora al premio Oscar como Mejor Película Extranjera.

Se trata de una conmovedora historia que desde el inicio se rodea de una gran belleza cinematográfica y narrativa. No sólo habla del transito que inicia la persona que acaba de fallecer hacia otra dimensión, sino también del inesperado cambio que vive el protagonista a manera de un trepidante viaje, primero como músico y luego como preparador de cadáveres, mientras hace de este oficio algo digno cuando para la cultura tradicional es un tabú tocar a los muertos -tal y como lo muestra la esposa de Daigo cuando se entera del nuevo trabajo de su marido y le pide que se salga de su casa-.

Se convierte en una experiencia profundamente conmovedora, y Takita la desarrolla con gran sensibilidad y mucha delicadeza, exorcizando toda aquella ansiedad que rodea a un ser que acaba de morir, impidiendo que el olor a muerte nunca se sienta ni por parte del espectador ni de los amigos y familiares de la persona fallecida que quedan cautivados con lo que están viendo.

Muchos son los momentos fascinantes del filme, entre ellos, las primeras experiencias de Daigo en este trabajo que, aunque al principio le resulta repugnante, poco a poco lo convierte en un elegante ritual que le permite a las familias aceptar el momento y vivirlo con dignidad.

Aunque algunas escenas se vuelven repetitivas, cuando el joven limpia el cuerpo inerte apenas con un pañuelo y sin mostrar en ningún instante un pedazo de piel desnuda, cada ceremonia tiene un giro diferente, y nos hace preguntarnos, por qué en la sociedad occidental, preferimos que la preparación de nuestros seres queridos, cuando acaban de fallecer, se haga fuera de nuestra vista. Quizá allá radique el valor de esta película.

Dirección: Yôjirô Takita.
Reparto: Masahiro Motoki, Ryoko Hirosue, Tsutomu Yamazaki, Tetta Sugimoto, Kimiko Yo, Takashi Sasano, Kazuko Yoshiyuki.
País: Japón.
Año: 2008.
Género: Drama.
Duración: 131 minutos.
Clasificación: Adolescentes y Adultos.
Estreno en México: 29 de Enero de 2010.

1 comentario:

Ximena MVelasquez dijo...

Es una película hermosa desde muchos ángulos.
Primero el tema es filosofía pura, no importa si habla de la vida o de la muerte porque son parte de lo mismo; la esperanza, la belleza, los viajes, las bienvenidas y las despedidas, la materia, la comida, el amor...a la vida.
Está hecha con tanto respeto...
La música es linda, la fotografía es limpia, los personajes entrañables.
Está llena de detalles... es divertida en ratos, conmovedora en ratos, silenciosa en ratos, cruenta en ratos...con un premio final para los que adoramos levantarnos de la butaca hasta que sale el último crédito.
Para notros los mexicanos la muerte es una fiesta esta obra muestra la razón de la fiesta.