domingo, 13 de agosto de 2017

BABY: EL APRENDIZ DEL CRIMEN (BABY DRIVER)









Por Fabián Quezada León



Baby (Elgort) es un joven que no dice muchas palabras, tiene pasión por la música y los lentes oscuros y es un verdadero demonio al volante. Por una situación de su pasado tiene una “deuda de honor” con Doc (Spacey)  un peligroso e implacable mafioso que poco a poco,  en teoría, va descontando “lo que le debe” usando a Baby como experimentado conductor para sacar a diversos equipos criminales de los diferentes “lugares de los hechos”. 
Cuando Baby conoce a  Deborah (James) quien casualmente (como muchas cosas en el universo) llega a su vida cantando B-A-B-Y una vieja canción de  Carla Thomas. (Causalidad o casualidad?)  muchas cosas van a “cambiar de ritmo” en el playlist de Baby, a una velocidad que alcanza los máximos niveles de revolución de torque… donde mucho más que su vida estará en riesgo.



Edgar Wright (Shaun of the dead (2004) Hot Fuzz (2007) Scott Pilgrim Vs El mundo (2010) (también escribió Ant-man) nos sumerge escribiendo y dirigiendo en este imparable relato adornado además con un delirante soundtrack que empata a la perfección, imagen, trama y música y lo hace  con tal sincronía que es inevitable dejar de “acelerar con ritmo” con el pie, aún cuando se esté en el asiento del cine, (hazlo, es parte de la diversión)



Elgort, quien ya se ha colocado como un ídolo juvenil después de la trilogía de “Divergente” y “Bajo la misma estrella”,  posee todas las características que Baby necesita: es ligero, inescrutable, refleja las condiciones de un chico llevado al extremo y que sin embargo aún piensa en la redención como una realidad. 
Es punto focal de la acción y sin embargo a la vez, perfectamente es ídolo romántico.



La línea romántica de Baby y Debbie, además de unirlos sentimentalmente, los hace cómplices de un deseo que los impulsa: salir de ese lugar, tomar carretera en un auto que ni siquiera puedan pagar, manejando sin un plan en lo absoluto.  El amor se transforma en la esperanza de libertad, la unica puerta para dejar atrás ese mundo en el que no pertenecen y ya sea unidos por un audífono mientras los tambores de las lavadoras giran con ropa multicolor o hablando de sus nombres y su relación con las letras de las canciones, Baby y Deborah abren la puerta a esa huida que puede imaginarse como un sueño o la parte donde el amor triunfa en una cinta clásica, con la vibrante nostalgia del blanco y negro.



Pero al mismo tiempo, inmersos en el desarrollo de la trama, vamos mezclando la realidad alterna con el soundtrack de Baby y nos transformamos en cómplices de su afición por el ritmo, el tiempo, el sonido y el silencio; la cronografía melódica, puesto que al unísono y sin duda alguna, la música se convierte, dentro de la realidad de la experiencia cinematográfica, en un personaje y una sustancia omnipresente.

 

Wright, quien debió esperar muchos años para cristalizar su proyecto, logra una edición con un ritmo magistral en cada escenario en el que desarrolla su película, sincronizando con precisión movimientos de cámara, música y narración dramática, dados hasta en los más pequeños detalles como el golpeteo de los dedos, el caminar de Baby en la calle después de comprar café o la colocación de fajos de billetes en una mesa, las miradas, las detonaciones y los golpes sonoros de las canciones; todo construye cronométricamente el ritmo del soundtrack. 



Todo apoya la psicología de su personaje central, quien para moverse en el mundo necesita ritmo; tiempos, silencios, un tema musical obligado y adecuado perfectamente para cada segundo, al grado de que si se descuadra la música se pier de la secuencia de la acción y hay que "regresar" el tema; como si su metrónomo interior funcionara sin parar, coordinándolo todo, mientras trata de olvidarse del interminable zumbidito del tinitus que lo acompaña desde niño.



La contundente presencia de esto la tenemos desde la primera deslumbrante secuencia, en donde la persecución automovilística es una de las mejores  y más perfectamente compuestas y cronometradas de todas las que hayas visto, mientras la escuchas a fondo con las notas de “Bellbottoms” casi como si la pieza hubiera sido compuesta exprofeso.  



Como contrapunto, una intencionada controversia, Baby reluce en la discordancia con los que contratan sus servicios en el negocio de Doc, él lo sabe. Pero lo más letal es que los criminales lo detectan de inmediato y eso no le gana precisamente sus afectos. Al grado de que Doc dice una de sus frases célebres cuando uno de los del clan criminal lo objeta. Doc responde “Is He Slow?” pocas contestaciones son tan adecuadas para definir todo el universo de un personaje.



La trama va colocando cada track de acuerdo a lo que se está viviendo, cada segundo puede empatarse con un ritmo, con una letra, con "la melodía de la existencia", que sin duda hemos imaginado en nuestras propias vidas y que a veces va lento, es angustiante, a veces enfatiza el amor, las risas y ternura, otras es completamente estridente y otras oculta pistas de los más ocultos sentimientos.Pero jamás está ausente.



Y de la misma manera en la que un tema central de una obra musical requiere de apoyos para redondearla a la perfección, y crear una sinfonía,  la trama de Baby se enriquece por la composición de sus personajes de cuadro; desde el misterioso y diabólicamente sarcástico Doc, con esas latigantes frases que deja caer como acentos sobre las más bizarras situaciones, (y del que siempre nos preguntaremos de qué lado de la historia va), hasta los miembros de los equipos criminales: Buddy (Hamm) un ex corredor de Wall Street que podría parecer hasta simpático pero que en realidad está completamente Psycho, Darling (alias Mónica) (González) una ex streaper y ahora pareja y perniciosa compañía de Buddy, Bats (Foxx) un bandido escalofriantemente violento, impredecible y perspicaz. Hasta la inocente Deborah; la única que genera en Baby una nueva melodía, la de la libertad.



Wright compone la cinta armando los detalles, colocándolos en la partitura de la acción, utilizando las líneas  para el discurso de la música y la danza de la vida de sus protagonistas, dándole todas las tonalidades: acción, crueldad, drama, romance y hasta risas. 



Todo esto redondea y hace crecer al silencioso y “ausente” protagonista, porque va increscendo, como una sinfonía, tendiéndo lazos que lo colocan más aislado y completamente a merced de las peligrosas circunstancias y sus no menos letales “compañeros en el crimen”, hasta  llevarnos en un rondó al delirante callejón sin salida, alcanzando el clímax dentro de un estacionamiento donde todo se ha desatado; la violencia reina y se aprieta la urgencia de la revancha y la justicia poética, que Wright logra darnos a manos llenas hundiendo el acelerador a fondo. Demostrándonos que si pensábamos que las balas eran el éxtasis de la velocidad y la inmisericordia, nos  faltaba ver a Baby tomar el volante.



Director: Edgar Wright

Reparto: Ansel Elgort, Jon Hamm, Kevin Spacey, Lily James, Eiza González, Jamie Foxx, Jon Bernthal, C.J. Jones, Micah Howard, Morgan Brown, Morse Diggs

País: Estados Unidos

Año: 2017

Géneros: Acción, Thriller, Comedia, Crimen, Música

Duración: 112 min

Clasificación: Adultos. Violencia.

Fecha de estreno en México: 11 de Agosto  2017



BABY EL APRENDIZ DEL CRIMEN  

Se exhibe en Cinépolis, para información de horarios y salas consulta

www.cinepolis.com 

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