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Por
Fabián Quezada León
Llegó
un buen momento para tronar los dedos acompañando a los Addams, una de las
familias más singulares y divertidas. En esta ocasión nos remontamos a cómo
Morticia y Homero se casan y deben huir de su pueblo natal porque la sociedad
los persigue por “anormales”. Y es así como llegan a su nueva casa en New
Jersey, un lúgubre manicomio abandonado en la cima de una montaña. Muy cercano
a una hiper plástica comunidad donde el “Sueño americano y la casa de Barbie
Malibú” chocaron frontalmente.
Abrigados por la permanente lluvia, niebla,
pantanos y rayos, los Addams logran
pasar “desapercibidos” durante un largo tiempo. Merlina y Pericles entran a
escena y crecen como los niños de esa familia “tan normal”.
Un día, inesperadamente,
los Addams deben enfrentarse a que la modernidad y la civilización los
encontraron: Merlina es una adolescente rebelde, Pericles debe ejecutar su
primera Mazurka para demostrar como defenderá el honor de su familia, el tío
Lucas conocerá a su nuevo amor y la familia entera se enfrentará a la hiper
plástica Margaux que es la suma de todos los criterios discriminatorios
sociales.
Has recorrido un largo, camino
nena…
Desde
1938 en el que apareció por primera vez en una tira del New Yorker dibujada por
Charles Addams esta singular familia ha recorrido la autopista de la fama y la
fascinación por su singular manera de ver la vida.
Ha conquistado la Televisión
en los sesentas, el cine, el teatro, y hasta los juegos de video. No es para
menos porque siempre nos ha seducido esa manera diferente y excéntrica de ser
de cada uno de los personajes.
Hasta
que llega a una nueva generación esta versión, dirigida por unos experimentados
conocedores de “lo diferente”. Entre sus trabajos anteriores está “La fiesta de
las salchichas” Greg Tiernan y Conrad Vernon. Ahora, haciendo equipo con Matt Lieberman, Pamela Pettler y Erica
Rivinoja que escriben el guion.
Parte
de ir a visitar a los Addams es, como decía su tema en la televisión: “no
esperar una fiesta, y poder ver a esta familia tan normal…” y básicamente eso
es el pivote de esta trama, el cómo Morticia y Homero se casan y deben salir
huyendo porque los vecinos “no apreciaban su manera gótica” de vivir. Pero
ellos, sin más salen en busca de un nuevo hogar.
De una
manera sutil nos encontramos ante un nuevo escenario para entender la visión de
los Addams ahora que los temas de integración, equidad y aceptación están mucho
más en la mesa que antes, podríamos considerar a Los Addams y a los Monster,
dos precursores de los derechos a un trato igualitario modernos.
Al
mismo tiempo abre el debate para replantear qué es exactamente en estos tiempos
lo “normal” son acaso los Addams menos auténticos que Margaux?
El padre de alta cuna, la bella
madre de una familia muy normal…
Lo
importante es la declaración de la trama, Los Addams son una familia atípica en
su look y sus costumbres sociales pero… son unidos, Homero ama a Morticia y
ambos aman a sus hijos.
En el clan se respetan las tradiciones que se basan en
la defensa de la familia y además de la familia nuclear, los parientes: (Tío
Lucas y Tío Cosa) y la madre de Homero
son muy importantes toman parte activa en la vida de la familia. Mientras que
entre los “normales” tenemos a Margaux que vive ensimismada en su estilo de
vida Shabby Chic y bricolaje, que no tiene marido y que no atiende para nada y
desvalora a su hija.
Es
evidente que Margaux no es una buena persona de entrada y no tiene la autoridad
moral suficiente para juzgar la vida de sus vecinos “Colina arriba”
Los
Addams además son buenos anfitriones, reciben a todos en su casa sin tapujos,
ya sea a sus propios parientes que llegan para la Mazurka de Pericles o a la
misma Margaux cuando llega a ofrecerles “rehabilitar su casa”. Los Addams , al
contrario de sus vecinos “normales y socialmente aceptables” no tienen
prejuicios de inclusión.
Vamos, muéstrame tu verdadera
cara…
El
contrario de los “raros” es representado por Margaux (Allison Janney) quien
reúne en sí todos los criterios discriminatorios de la blanquísima
sociedad WASP cuya doble moral muestra
sus dientes afilados e hipócritas a la menor provocación. Una sociedad en la
que se pregona que es bueno ser igual y que lo diferente es… despreciable. En
el que todos parecen salidos de un perfecto molde de galletitas californianas:
Rubitos, bronceados, atléticos, de sonrisa deslumbrante y con más silicona o
esteroides en el cuerpo que un rollo de polipropileno.
Los
Addams sí, son peculiares y tienen un oscuro sentido de la belleza pero,
auténticos, únicos y diferentes sí que lo son, además poseen algo más
importante, la fuerza que les da la unión familiar y la preservación de sus
valores tradicionales.
¿Qué
puede ser en el fondo más aceptable?, ¿una persona que vive con un león y un
mayordomo gigantesco, que usa el sarcasmo como arma y que se viste
estrafalariamente o una deslumbrante conductora de un programa de “renovación
doméstica” cien por cien mecánica, falsa y manipuladora, con más kilos de
cabello y fijador que peso corporal y que aprovecha sus trabajos de bricolaje
para colocar cámaras ocultas en las casas de sus vecinos y… ser una voyeur
absoluta?
Pero la
perversidad de Margaux no termina ahí, secretamente esta enlazada a un proyecto
de gentrificación desecando pantanos y metiendo a todo el desarrollo
inmobiliario que maneja en un sistema de homogenización de acuerdo a sus
propias reglas que hace valer a través de una extensa red de “Chat de vecinos”
donde Margaux se coloca a sí misma como líder de opinión influencer y sutil
manipuladora de la población. (A esta villana no le falta ninguna triquiñuela
cibernética, eh?)
Lo
deleitable es que aun siendo una familia fuera de lo común, los Addams son iguales a cualquier otra familia. No
importa si piensas que tu familia es la “más rara del universo” Los Addams sin
duda se llevan la palma, pero en un sentido un poco más de “humor negro”; Merlina es una sarcástica adolescente que se
revela poniéndose un broche de… un unicornio colorido y que al atrapar un globo
rojo su madre, extrañada le dice que “siempre suele haber un payaso asesino
atrás de un globo rojo”. No se sabe si es como prevención o como deseos de
encontrarse con algún conocido.
Conclusiones
Los Locos Addams regresan. Y nos
llevan a los orígenes de cómo esta “familia muy normal” comenzó a constituirse
y cómo, aún siendo un clan segregado, (o gracias a ello), han podido conservar
una familia unida y solidaria, en la que las tradiciones se respetan y se
añaden al historial de la familia.
Más que
nada, Los Addams nos ponen en la mesa la pregunta de ¿Quién es normal? ¿Qué es la normalidad, y para qué sirve? si
no se está unido/orgulloso a una familia y a unas tradiciones firmes.
La
trama no pretende ser ni un discurso inclusivo, ni una apología a la
diversidad, pero con sencillos mensajes va dejando claro sus postulados al
respecto de esos temas tan susceptibles hoy en día.
Tampoco
es que se haga una defensa a ultranza de los “no iguales” pero sí que, como en
la mayoría de las películas de “monstruos”, el tema de la diversidad y la
aceptación de los “no iguales” se utiliza como un pivote para potencializar la
historia dándole una lectura en segundo significado.
La
película es todo lo divertida que puede ser y aunque usa algunos clishés, estos
caen en el tiempo correcto y sin mucha dificultad en el desarrollo de la trama.
Lo
mejor, en los créditos del final hay una recreación casi cuadro por cuadro de
la cortina de entrada de la serie de los 60’s, obviamente acompañado del tema
inmortal de Los Locos Addams… con todo y chasquido de dedos.
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