jueves, 19 de diciembre de 2024

LA HABITACIÓN DE AL LADO (THE ROOM NEXT DOOR)

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Por Fabián Quezada León

 

Moore y Swinton dan una refinada clase de interpretación potencializada con una reflexión muy honda, para decirnos firmemente que, aun la tragedia, se puede transitar con una dulzura y una paz conmovedora hasta las lágrimas.

 

Ingrid (Julianne Moore) es una escritora reconocida, quien accidentalmente se entera de que su amiga Martha (Tilda Swinton) una ex corresponsal de guerra del New York Times está en el hospital con cáncer de cuello uterino en etapa tres, pero está probando un tratamiento experimental para dar batalla, no es seguro, pero es su única oportunidad. 

 

Aunque no se han visto en algún tiempo, Ingrid va a visitarla. Martha e Ingrid tienen un cariñoso reencuentro y ambas comparten muchos recuerdos y hasta amantes, pero encima de eso está su amistad. Evidentemente, Martha está consciente de que puede morir, pero opta por tratar esa posibilidad de frente, por más difícil que le sea afrontarlo. Ingrid es mucho más cautelosa, porque tiene un “políticamente correcto” respeto a la muerte y prefiere no adentrarse en el tema. (Al menos no con la fuerza y serenidad que su amiga lo hace). 

 

Ninguna de las dos está preparada para lo que sucederá, ni para la petición que Martha hará a Ingrid. Martha no es que quiera dejar de vivir, está agotada de luchar contra los presagios de muerte.

 


La decisión de Ingrid de acceder a esta petición pondrá a prueba, en más de una forma, los límites de lo que ella misma pensaba con respecto a su propia fuerza, la muerte, la amistad y el duelo.  

En la vida, y en el cine que la representa, hay una certeza: la muerte nos alcanzará tarde o temprano y nadie saldrá vivo de este mundo.

De forma tal, que en la narración de las vivencias humanas se han representado sin cesar la vida, el amor y la muerte. Este singular trío de hechos sucede en casi todas las historias, de una u otra manera.

Las implicaciones de estos elementos en todos los relatos de la humanidad nos impactan de todas formas imaginables.

 

En La Habitación de al lado, ese impacto flota como un velo, que al mismo tiempo que cobija en forma de amistad, cariño y recuerdos compartidos, amortaja dulcemente los sentimientos. Es la más pura forma de amor amistoso, cuidadoso y respetuoso. Es un relato de sensibilidad exquisita sobre la libertad y el acompañamiento. No exento de una gama de emociones profundas, pero al mismo tiempo muy sencillas, muy básicas: fuerza y miedo, esperanza y resignación, compañía y respeto. 

 

Basado en la novela de Sigrid Núñez "What Are You Going Through" (2020), Almodóvar debuta en el cine en inglés, apoyándose en una historia que vuelve a mirar hacia su universo femenino. Ese en el que se ha deleitado y especializado por años. Construyendo un mundo en el que la fuerza del cariño debe lidiar con la inevitable cercanía de la muerte.

Almodóvar explora el eterno femenino de una manera diferente, delicada, sutil, entrelazada con la contundente decisión de Martha y la fuerza inusitada de Ingrid, quien jamás hubiera imaginado convertirse en ese sostén.

Lo más mágico de todo es que, aunque indudablemente lo que llamaría a primera vista la atención del tema es la muerte, la película resuma vida y determinación. No importa lo dura que sean la tragedia y lo inevitable, la vida y la compañía (que implica decisión de manera vital) son el motor silencioso pero potente de esta historia.

 A lo largo de su creación de 23 cintas, Almodóvar ha dado voz y vista a temas que mueven el alma. Ha tocado desde la locura y desenfreno, la posesión, la muerte, la belleza, la nostalgia y el romance, enmarcadas en una carta de colores vibrantes y diseños que, le han dado ya, un sello personalísimo

Moore y Swinton logran una química profunda y cuanto más avanza la trama, más nos convencen de esa intimidad. Una acertadísima decisión fue el haber dejado patente que nada de esta relación tiene que ver con una índole sexual, eso hubiera sido demasiado fácil. Lograr ese cariñoso equilibrio, manteniendo como sostén una amistad profunda, hace que se sobrepasen muchos tabúes de lo que una relación comprometida carga. Este cariño es puro, es la representación de “te amo. Pero no es el deseo lo que me mueve”.  

Lo que engancha por completo al espectador es este entrecruce de visiones alrededor de la tragedia.

Mientras que Ingrid teme, trata de infundir esperanza y simula creer que “todo va a estar bien” mucho más allá de las normas de la compasión social, dentro de ella hay toda una ebullición que amenaza con desmoronar el benéfico exterior.

Por su lado, Martha, viviendo en carne propia su destino, encuentra en esa situación el camino para realizar su último desafío, su última declaración en la que su voluntad, que ha batallado muchas guerras (aparte de ser su profesión) encuentra el exorcismo final. Nadie puede acusarla, nadie le va a arrebatar nada más, ella lo tomará antes que se le adelanten. Al fin, es consciente de que esa guerra la va a ganar de una u otra manera y ejerce su decreto de paz mucho antes de partir.

Más allá de los debates que puedan surgir con respecto al derecho a la muerte por eutanasia, La habitación de al lado sobrepasa eso y da, a manos llenas, una lección de una amistad real, pura, pacificadora y apoyadora, y cuestiona, más profundamente que la muerte, cuántos del público pueden contar con alguien que los ame sinceramente y los respete de esa manera integral.

Ese es el verdadero cuestionamiento, esa es la real enseñanza. ¿A quién confiaríamos para acompañarnos en esos instantes donde el mundo parece perderse?

La complejidad de hacerse cargo de entender por qué el otro tomó una cierta decisión, con esa aparente limpieza quirúrgica y tener pendiente sobre la cabeza la certeza de que todo puede suceder en cualquier momento, al encontrar la puerta de la habitación cerrada, también nos hace reflexionar en que, en realidad, todo el tiempo damos por sentado la continuidad de la existencia, pero nadie en este mundo la tiene asegurada. Siempre esperamos ver la puerta del cuarto abierta sin problemas.


Podemos vivir en La habitación de al lado toda la vida y pensar que jamás vamos a enfrentar un desenlace, pero eso nadie lo asegura. O podemos vivir en la habitación de al lado, temiendo que suceda lo anunciado. Al final, como Ingrid misma lo experimenta, el resultado es el mismo.

La vida de Martha e Ingrid transcurre mientras ellas tratan de sacarle lo mejor al día. Charlan, ven películas viejas, hacen senderismo y recuerdan libros y anécdotas. No parece demasiado difícil. Los delicados placeres de una vida común y corriente que están al alcance de la mano para todos.

Una lección extra para los que vean la cinta: vivir cada día como si fuera el último. Saboreando cada momento, sin pensar si ahí puede empezar o acabar todo.

Este camino se simplifica en: disfrutar y vivir lo mejor posible, y aun más importante, estar presente en la vida propia y en la de quien comparte la nuestra.

Sabemos que la verdadera amistad es un acto completamente libre, porque no la restringen otros sentimientos de lujuria, posesión o celos, no pretende una vida sujeta sino compartida, donde los secretos a revelar irán sucediendo y a los cuales no se pide explicación, simplemente se aceptan y se comparten.

Almodóvar nos lleva de la mano a integrarnos en esta intimidad, acercándonos en planos cerrados a ambas protagonistas, casi como si, de manera invisible, fuéramos el tercer personaje y respiráramos el mismo aire. Casi como si guardáramos en nuestro bolsillo la píldora que Martha encuentra en la Dark Web.

Los colores de Almodóvar también nos sintonizan, en esos rojos omni presentes y esos amarillos fulgurantes, mezclados con tonos verdes y tierras. Nos da luz en la casi fantasmal blancura de Martha y en la delicada gracia rojiza de Ingrid.

De esta manera, no simplemente Ingrid acompaña a Martha, nosotros acompañamos a ambas mientras todos juntos exploramos lo que es pasar de este plano a otro.

Podemos elegir vivirlo con congoja o con el sabor resignado de que el otro es libre bajo sus propios términos.

Conclusiones

Todos los días en la vida y en las películas alguien muere y este hecho trascendente es tan fascinante, que admite todas las visiones posibles: desde la más terrible tragedia, hasta la más conmovedora y dulce postura. 


Puede ser al mismo tiempo libertad y añoranza, memoria u olvido. Más que ser una elegía a la muerte, La habitación de al lado, es un refugio, una alabanza febril a la amistad y al acompañamiento.

Es esa mano que sostiene, hasta que el último suspiro se escape por la ventana, Es una lección de supervivencia y no solo de Martha, sino sobre todo de Ingrid.

A ella le toca cerrar círculos y sanar sin prejuicios todos sus miedos.

Moore y Swinton miran fijo a ese tercer amigo presente que somos nosotros mismos y de una manera sutil nos dan la mano y uno agradece acompañarlas.

 

Director: Pedro Almodóvar.

Reparto: Julianne Moore, Tilda Swinton, John Turturro, Alex Høgh Andersen, Alessandro Nivola, Melina Matthews, Victoria Luengo, Esther McGregor.

País: España

Año: 2024

Género: Drama

Duración: 1hr 47 min

Clasificación: Adolescentes y adultos

Screenplay: Pedro Almodóvar, Sigrid Núñez.

Fotografía: Eduard Grau.

Editor: Teresa Font.

Música: Alberto Iglesias.

Diseño de producción: Inbal Weinberg;

Vestuario: Bina Daigeler.

Fecha de estreno en México: 18 de diciembre 2024

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