Es el comienzo de los alocados 20’s, en su lujosa residencia de París, la baronesa Marguerite Dumont tiene por costumbre organizar “tertulias musicales” en las que sus amigos e invitados, de las más altas esferas parisinas, son “homenajeados” por la anfitriona que canta para ellos.
Suena como una idílica reunión en los albores del sofisticado siglo XX en la efervescente Ciudad Luz… todo el clima de movimientos artísticos ha hecho de la capital francesa su cuna preferida… se percibiría como algo tan avant garde, tan propio de su tiempo, tan intelectual, tan francés…
Es descuadrada, desafinada y estridente… pero haciendo pleitesía a su acomodadísima posición, nadie de su exquisito público y así llamados “amigos” se atreve a decirle la verdad y mientras sigan disfrutando de su dinero, nadie la va a contradecir…aunque se rían a carcajadas de ella a sus espaldas.
Solo su sufrido marido Georges (Marcon) quien inútilmente trata de frenar los “impulsos artísticos” de su mujer y su fiel mayordomo Madelbos (Mpunga) que le alienta calladamente y lo mismo le sirve de pianista, que de fotógrafo oficial o supervisa la entrega de miles de flores de “sus admiradores”, parecen ser los únicos quienes, en cada extremo de la compasión, son fieles a Margarite.
Sin embargo, en una de las veces que Marguerite “recibe” en su mansión, se cuelan un par de “polizones” Lucien Beaumont (Dieuaide) un periodista y Kyrill Von Priest (Fenoy) un alocado poeta /ilustrador, que son seducidos por la fatalidad patética de la representación operística de Margarite.
Que dicho sea de paso, se da inmediatamente después de que escuchamos un impecable “Dueto de las flores” de Lakmé en voz de Hazel (Théret) una humilde cantante contratada como “telonera” de Marguerite.

A partir de ahí, la vida y el destino de la baronesa van a sufrir un cambio importante. Cuando ella, alentada por recientes descubrimientos, decide dar un recital para un público abierto en París.
Sin detenerse más, contrata a Atos Pezzini (Fau) un “divo” en desgracia, para que la prepare y con el entusiasmo y osadía que da la ignorancia, se decide a dar su gran concierto.

Marguerite vive esa ensoñación, cree hasta la médula en el mundo de fantasía que ella misma se ha fabricado y en cual posee celosos cancerberos: su marido y su mayordomo que prohíben a la realidad siquiera asomar las narices por ahí.
Y Marguerite es feliz deambulando entre su pasión por la música y los múltiples vestuarios que adquiere para realizar sus presentaciones personales. Cantar es su vida. Y presa de su propia fantasía, la diva de salón, se extasía en su arte absolutamente inconsciente de las redes de simulación que se ciñen en torno a ella.
Y Marguerite es feliz deambulando entre su pasión por la música y los múltiples vestuarios que adquiere para realizar sus presentaciones personales. Cantar es su vida. Y presa de su propia fantasía, la diva de salón, se extasía en su arte absolutamente inconsciente de las redes de simulación que se ciñen en torno a ella.


Cada uno debe descifrar qué parte de esta singular mujer es la que acepta.
Como corresponde al clima de la vida de una baronesa irreflexiva, embriagada del rumor de los alocados años veinte, la producción derrocha lujo y sofisticación, delirantes e irreflexivos excesos que retratan perfectamente la época y esa extraña afición por los tableaux vivants, al más puro estilo de las fotos de La Chapelle o el proyecto Delirium Constructions entre otros muchos, que nos hablan de la teatralidad con que la cambiante y llena de novedades sociedad de los 20’s pensaba el mundo.
Como corresponde al clima de la vida de una baronesa irreflexiva, embriagada del rumor de los alocados años veinte, la producción derrocha lujo y sofisticación, delirantes e irreflexivos excesos que retratan perfectamente la época y esa extraña afición por los tableaux vivants, al más puro estilo de las fotos de La Chapelle o el proyecto Delirium Constructions entre otros muchos, que nos hablan de la teatralidad con que la cambiante y llena de novedades sociedad de los 20’s pensaba el mundo.
Que ciertamente, si se miran desde hoy, podrían asimilarse perfecto a la visión que tiene Kyrill Von Priest de la baronesa como un elemento que se subleva contra las formas establecidas del arte y cuestiona artísticamente su entorno.


Frot se coloca como la pieza más brillante del film, encarnando a esta adorable y loca diva que descubre asombrada la fuerza que le da el escenario con un público fuera de sus falsos admiradores. Frot, quien ya hace años se ha ganado el cariño del público francés, sin duda con su Marguerite conquistará a las audiencias de nuestro país.
Hay tanta pasión y tanta vida en su actuación, como la que la ilusionada baronesa dispensa a su arte.
Marguerite es mucho más que únicamente la puesta en escena de la vida de una mujer soñadora, obstinada y absurdamente inocente, es también un poético homenaje a los sentimientos, al coraje de luchar contra el mundo por un sueño y una aseveración contundente de que la estética del arte posee muchísimas más formas que las que son aceptadas entre las personas “doctas”.
Marguerite se consagra en medio del ridículo y se yergue en sí misma con toda la fuerza que le brota de la garganta, sin darse cuenta que en ello se le va la vida y nos gana el corazón .
Marguerite se consagra en medio del ridículo y se yergue en sí misma con toda la fuerza que le brota de la garganta, sin darse cuenta que en ello se le va la vida y nos gana el corazón .
Director: Xavier Giannoli.
Reparto: Catherine Frot, Christa Théret, André Marcon, Michel Fau, Sylvain Dieuaide, Aubert Fenoy, Denis Mpunga.Año: 2015.
País: Francia, Bélica, Republica Checa.
Género; Comedia dramática.
Duración: 127 minutos.
Clasificación: Mayores de 15 años.
Fecha de estreno en México: 24 de junio de 2016.
MARGUERITE (MARGUERITE) SE EXHIBE EN CINETECA NACIONAL Y EN LAS SALAS DE ARTE DE CINÉPOLIS.
HORARIOS EN CINETECA NACIONAL:
A partir del viernes 24 de junio en la Sala 3 a las 17:30 y 20:30 horas.
PARA MAYOR INFORMACIÓN, CONSULTAR:
www.cinepolis.com.mx
www.cinetecanacional.net
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