lunes, 2 de marzo de 2020

EL ACUSADO Y EL ESPÍA (J'ACCUSE)



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Por: Fabián Quezada León



El 5 de Enero de 1895, el gobierno francés condenó y degradó a un joven oficial del ejército con los cargos de: “espionaje para el gobierno Alemán”. Este oficial era el capitán Alfred Dreyfus (Louis Garrel). Dreyfus era judío y según todas las pruebas reunidas por años después de su condena, inocente, como él mismo lo declaraba.


Sin embargo, Dreyfus fue enviado desterrado a la Isla del Diablo, (Guyana Francesa), a purgar su condena. Uno de los testigos de su juicio fue Georges Picquart (Dujardin) quien sería promovido para ser el encargado del departamento de inteligencia de la armada. 
En su puesto, Picquart va descubriendo una serie de manejos oscuros dentro del ejército que implican a altos puestos y que Dreyfus, fue simplemente un chivo expiatorio. Picquart, aún con su declarado antisemitismo dedica todo su esfuerzo y pone en riesgo su vida y su libertad para probar que la corrupción está infiltrada en las más altas esferas del ejército y que Dreyfus es inocente. 



La corrupción, ese bicho antiguo y persistente

En los tiempos que corren, y desde hace décadas, se señala a la corrupción a nivel mundial como una especie de virus que ha alcanzado tales niveles de desarrollo, sofisticación y sutileza para defenderse, enquistarse y permanecer en las distintas sociedades del planeta como pocas veces podría encontrarse en siglos pasados. 
Sin embargo, al analizar un poco más vemos que la corrupción y los servilismos al poder han estado presentes en las más antiguas historias de la humanidad y que siempre han conseguido cubrir su cuota de “justos pagando por pecadores” o quitando de en medio quienes pudieran incomodar al sistema hegemónico en el poder.

La presentación de esta cinta, trabajo del controvertido Roman Polanski, ha causado controversia desde su exhibición en el Festival de Venecia el año pasado. (comenzando por la opinión vertida por su presidenta, Lucrecia Martel).

Es evidente que Polanski se siente muy identificado con el tema de los juicios inadecuados, porque él mismo según lo declaró, ha sido perseguido desde los terribles acontecimientos alrededor del asesinato de Sharon Tate.

El asunto es que Roman, enjuiciado y desterrado de Hollywood desde hace años toma la misma bandera para él mismo: la corrupción en contra y el castigo a alguien que se proclama inocente.

La corrupción y los favoritismos siguen actuando y seguirán haciéndolo, al parecer, mientras exista el mundo.



Un poco de historia.

Basada en hechos y personajes reales, la historia de Dreyfus se da a conocer de manera global por Polanski. Evidentemente el guion toca puntos que siguen vigentes como la discriminación, los prejuicios y la corrupción de las instituciones. 
Temas sensibles, sobre todo en este siglo en el que las luchas por las reivindicaciones y las aperturas solidarias a todas las causas se han hecho furor.

Es cierto que las raíces de los problemas vienen arrastrándose desde antaño, pero, tratar de ajustar la óptica a las concepciones actuales de algo que sucedió en absolutamente un contexto diferente, implica un riesgo forzoso; el juicio de la historia descontextualizado. 
Sí es verdad que al presentar los hechos la óptica actual descubre los errores de aplicación en la justicia y eso es válido, pero de forma retroactiva no ayuda a las víctimas, su valor se hace cierto cuando se toman como antecedente para no caer en ello de nuevo. Desafortunadamente el guion no cierra con ese efecto.



Polanski se involucra completamente en el tema y coescribe el guion.

La cinta técnicamente es refinada, el manejo de la imagen y la luz es un trabajo maestro. El diseño de producción y vestuario es impoluto y la música de Desplat perfecta para realzar la película, pero, en el afán de exponer el caso, el diálogo se vuelve pesado y la multiplicidad de nombres, datos y personajes inmiscuidos distrae.

El foco, que es Dreyfus, se deposita en la Isla y deja de aparecer en la película, así que su drama se desvanece para centrarse en la labor investigadora de Picquart y las dos primeras partes de la cinta, son, con todo lo técnicamente perfectas que sean, lentas y cansadas. El ritmo se acelera a un punto de thriller al llegar la última parte, pero ya se llega a ella un tanto abrumado y esperando el final



El interés dramático que se plantea en la primera escena al asistir a la degradación de Dreyfus se va diluyendo, porque su drama humano se esfuma de la pantalla para dar paso a la investigación y los trucos que el poder ejecuta para cubrirse las espaldas. El mismo drama de Picquart, relacionado con su vida amorosa y que podría generar identificación con el personaje, se va dejando como un elemento colateral haciendo que la trama sea fría generando el interés no humano, sino acaso, documental.



El estelar que yo robé

Entonces es cuando Picquard se transforma en el protagonista, no el que fue injustamente condenado, sino el que investiga el caso de Dreyfus se desvanece para instaurarlo a él como eje temático. Dujardin logra sacarlo a flote porque tiene una innegable presencia en cámara.

El personaje de Picquard no es un héroe; de hecho posee demasiados puntos oscuros para la concepción de un protagónico: es antisemita, un tanto déspota, es adúltero… pero posee una intachabilidad a toda prueba, ese rasgo es lo que lo redime:  ser un hombre de profundas convicciones de legalidad y ese afán de legalidad lo convierte en un investigador aún a costa de su propio bienestar y todo lo relevante dramáticamente que podría haber sido el caso de Dreyfus se deja para una mejor ocasión.

Polanski aprovecha para introducir algunas escenas (como la xenofobia antisemita) que tristemente se repetirían algunos años después en la Europa de los 40’s señalando que como siempre, la raza humana parece que no tiene memoria a largo plazo.



Elemental, mi querido Watson

La parte más divertida de la película es cuando Picquard comienza su labor detectivesca, mostrándonos detrás de su bigote decimonónico y sherlockesco todas las artimañas de las cuales el siglo XIX era capaz. 
Incluyendo además todas las estrategias del servicio secreto, reuniones encubiertas, espionaje, desencriptado de correspondencia rota en pedazos y decisiones de grafólogos para certificar que alguien era traidor.

La puesta en la arena de figuras históricas como Emile Zola y el futuro Primer Ministro de Francia Georges Clemenceau dan un buen marco de referencia para soportar la autenticidad de la trama y además se ven reforzadas por figuras como Seigner, Perez y Amalric.



Conclusiones

La marcada identificación de Polanski con el tema central de esta historia juega un arma de doble filo: por un lado, es innegable su involucramiento en el guion y en la dirección, el virtuosismo de la imagen y del diseño de producción sin duda hacen que aunque a veces el tema sea denso la imagen resulte tan agradable a la vista que se sigue viendo. Y al mismo tiempo, la densidad en algunos momentos de la trama y la información hacen lento y pesado el desarrollo. Polanski que usualmente nos tiene acostumbrados a un muy buen manejo del suspenso, falla en esta ocasión al perder el foco a los protagonistas y disminuir el punto humano para privilegiar la documentación que lo hace parecer frío.  
Desaprovecha algunos muy buenos momentos de tensión (atentados, odio público, enfrentamientos personales) que podrían haber elevado el sentimiento de empatía por este oficial y el espía.





Director: Roman Polanski

Reparto: Jean Dujardin (Coronel Georges Picquart)

Louis Garrel (Alfred Dreyfus)

Emmanuelle Seigner (Pauline Monnier)

Grégory Gadebois  (Henry)

Hervé Pierre (Genaral Gonse)

Wladimir Yordanoff (General Mercier)

Didier Sandre (General) Boisdeffre

Melvil Poupaud (Maître Labori)

Eric Ruf (Sandherr)

Mathieu Amalric (Bertillon)

Laurent Stocker (General de Pellieux)

Vincent Perez (Maître Leblois)

Michel Vuillermoz (Du Paty de Clam)

Vincent Grass (Général Billot)

Denis Podalydès (Maître Demange)

Damien Bonnard (Desvernine)

Laurent Natrella (Esterhazy)

Bruno Raffaelli (Juez Delegorgue)

País: Francia Italia

Año: 2019

Genero(s): Drama, Histórico, Thriller

Duración: 132 min

Clasificación: B 15

Director de Fotografía: Pawel Edelman
Diseño de Producción:  Jean Rabasse
Diseño de Vestuario: Pascaline Chavanne
Editor: Herve Deluze
Música: Alexandre Desplat
Guion : Robert Harris, Roman Polanski, basado en la novela de Robert Harris
Fecha de estreno en México: 28 de Febrero 2020

2 comentarios:

Unknown dijo...
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Unknown dijo...
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