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El 5 de
Enero de 1895, el gobierno francés condenó y degradó a un joven oficial del
ejército con los cargos de: “espionaje para el gobierno Alemán”. Este oficial
era el capitán Alfred Dreyfus (Louis Garrel). Dreyfus era judío y según todas
las pruebas reunidas por años después de su condena, inocente, como él mismo lo
declaraba.
Sin
embargo, Dreyfus fue enviado desterrado a la Isla del Diablo, (Guyana Francesa),
a purgar su condena. Uno de los testigos de su juicio fue Georges Picquart
(Dujardin) quien sería promovido para ser el encargado del departamento de
inteligencia de la armada.
En su puesto, Picquart va descubriendo una serie de
manejos oscuros dentro del ejército que implican a altos puestos y que Dreyfus,
fue simplemente un chivo expiatorio. Picquart, aún con su declarado
antisemitismo dedica todo su esfuerzo y pone en riesgo su vida y su libertad
para probar que la corrupción está infiltrada en las más altas esferas del
ejército y que Dreyfus es inocente.
La corrupción, ese bicho antiguo y persistente
En los
tiempos que corren, y desde hace décadas, se señala a la corrupción a nivel
mundial como una especie de virus que ha alcanzado tales niveles de desarrollo,
sofisticación y sutileza para defenderse, enquistarse y permanecer en las
distintas sociedades del planeta como pocas veces podría encontrarse en siglos
pasados.
Sin embargo, al analizar un poco más vemos que la corrupción y los
servilismos al poder han estado presentes en las más antiguas historias de la
humanidad y que siempre han conseguido cubrir su cuota de “justos pagando por
pecadores” o quitando de en medio quienes pudieran incomodar al sistema
hegemónico en el poder.
La
presentación de esta cinta, trabajo del controvertido Roman Polanski, ha
causado controversia desde su exhibición en el Festival de Venecia el año
pasado. (comenzando por la opinión vertida por su presidenta, Lucrecia
Martel).
Es
evidente que Polanski se siente muy identificado con el tema de los juicios
inadecuados, porque él mismo según lo declaró, ha sido perseguido desde los
terribles acontecimientos alrededor del asesinato de Sharon Tate.
El asunto
es que Roman, enjuiciado y desterrado de Hollywood desde hace años toma la
misma bandera para él mismo: la corrupción en contra y el castigo a alguien que
se proclama inocente.
La
corrupción y los favoritismos siguen actuando y seguirán haciéndolo, al parecer,
mientras exista el mundo.
Un poco de historia.
Basada en
hechos y personajes reales, la historia de Dreyfus se da a conocer de manera
global por Polanski. Evidentemente el guion toca puntos que siguen vigentes como
la discriminación, los prejuicios y la corrupción de las instituciones.
Temas
sensibles, sobre todo en este siglo en el que las luchas por las reivindicaciones
y las aperturas solidarias a todas las causas se han hecho furor.
Es cierto
que las raíces de los problemas vienen arrastrándose desde antaño, pero, tratar
de ajustar la óptica a las concepciones actuales de algo que sucedió en
absolutamente un contexto diferente, implica un riesgo forzoso; el juicio de la
historia descontextualizado.
Sí es verdad que al presentar los hechos la óptica
actual descubre los errores de aplicación en la justicia y eso es válido, pero
de forma retroactiva no ayuda a las víctimas, su valor se hace cierto cuando se
toman como antecedente para no caer en ello de nuevo. Desafortunadamente el
guion no cierra con ese efecto.
La cinta
técnicamente es refinada, el manejo de la imagen y la luz es un trabajo
maestro. El diseño de producción y vestuario es impoluto y la música de Desplat
perfecta para realzar la película, pero, en el afán de exponer el caso, el
diálogo se vuelve pesado y la multiplicidad de nombres, datos y personajes
inmiscuidos distrae.
El foco,
que es Dreyfus, se deposita en la Isla y deja de aparecer en la película, así
que su drama se desvanece para centrarse en la labor investigadora de Picquart y
las dos primeras partes de la cinta, son, con todo lo técnicamente perfectas
que sean, lentas y cansadas. El ritmo se acelera a un punto de thriller al llegar
la última parte, pero ya se llega a ella un tanto abrumado y esperando el final
El
interés dramático que se plantea en la primera escena al asistir a la
degradación de Dreyfus se va diluyendo, porque su drama humano se esfuma de la
pantalla para dar paso a la investigación y los trucos que el poder ejecuta
para cubrirse las espaldas. El mismo drama de Picquart, relacionado con su vida
amorosa y que podría generar identificación con el personaje, se va dejando
como un elemento colateral haciendo que la trama sea fría generando el interés
no humano, sino acaso, documental.
El estelar que yo robé
Entonces
es cuando Picquard se transforma en el protagonista, no el que fue injustamente
condenado, sino el que investiga el caso de Dreyfus se desvanece para
instaurarlo a él como eje temático. Dujardin logra sacarlo a flote porque tiene
una innegable presencia en cámara.
El personaje
de Picquard no es un héroe; de hecho posee demasiados puntos oscuros para la
concepción de un protagónico: es antisemita, un tanto déspota, es adúltero…
pero posee una intachabilidad a toda prueba, ese rasgo es lo que lo redime: ser un hombre de profundas convicciones de
legalidad y ese afán de legalidad lo convierte en un investigador aún a costa
de su propio bienestar y todo lo relevante dramáticamente que podría haber sido
el caso de Dreyfus se deja para una mejor ocasión.
Polanski
aprovecha para introducir algunas escenas (como la xenofobia antisemita) que
tristemente se repetirían algunos años después en la Europa de los 40’s
señalando que como siempre, la raza humana parece que no tiene memoria a largo
plazo.
Elemental, mi querido Watson
La parte
más divertida de la película es cuando Picquard comienza su labor detectivesca,
mostrándonos detrás de su bigote decimonónico y sherlockesco todas las
artimañas de las cuales el siglo XIX era capaz.
Incluyendo además todas las
estrategias del servicio secreto, reuniones encubiertas, espionaje, desencriptado
de correspondencia rota en pedazos y decisiones de grafólogos para certificar
que alguien era traidor.
La puesta
en la arena de figuras históricas como Emile Zola y el futuro Primer Ministro
de Francia Georges Clemenceau dan un buen marco de referencia para soportar la
autenticidad de la trama y además se ven reforzadas por figuras como Seigner, Perez
y Amalric.
Conclusiones
La marcada
identificación de Polanski con el tema central de esta historia juega un arma
de doble filo: por un lado, es innegable su involucramiento en el guion y en la
dirección, el virtuosismo de la imagen y del diseño de producción sin duda hacen
que aunque a veces el tema sea denso la imagen resulte tan agradable a la vista
que se sigue viendo. Y al mismo tiempo, la densidad en algunos momentos de la
trama y la información hacen lento y pesado el desarrollo. Polanski que usualmente
nos tiene acostumbrados a un muy buen manejo del suspenso, falla en esta ocasión
al perder el foco a los protagonistas y disminuir el punto humano para
privilegiar la documentación que lo hace parecer frío.
Desaprovecha algunos muy buenos momentos de
tensión (atentados, odio público, enfrentamientos personales) que podrían haber
elevado el sentimiento de empatía por este oficial y el espía.
Director: Roman
Polanski
Reparto: Jean
Dujardin (Coronel Georges Picquart)
Louis
Garrel (Alfred Dreyfus)
Emmanuelle
Seigner (Pauline Monnier)
Grégory
Gadebois (Henry)
Hervé
Pierre (Genaral Gonse)
Wladimir
Yordanoff (General Mercier)
Didier
Sandre (General) Boisdeffre
Melvil
Poupaud (Maître Labori)
Eric Ruf
(Sandherr)
Mathieu
Amalric (Bertillon)
Laurent
Stocker (General de Pellieux)
Vincent
Perez (Maître Leblois)
Michel
Vuillermoz (Du Paty de Clam)
Vincent
Grass (Général Billot)
Denis
Podalydès (Maître Demange)
Damien
Bonnard (Desvernine)
Laurent
Natrella (Esterhazy)
Bruno
Raffaelli (Juez Delegorgue)
País:
Francia Italia
Año: 2019
Genero(s): Drama, Histórico, Thriller
Duración:
132 min
Clasificación:
B 15
Director de
Fotografía: Pawel Edelman
Diseño de Producción: Jean Rabasse
Diseño de Vestuario: Pascaline Chavanne
Editor: Herve Deluze
Música: Alexandre Desplat
Guion : Robert Harris, Roman Polanski, basado en la novela de Robert Harris
Fecha de estreno en México: 28 de Febrero 2020
Diseño de Producción: Jean Rabasse
Diseño de Vestuario: Pascaline Chavanne
Editor: Herve Deluze
Música: Alexandre Desplat
Guion : Robert Harris, Roman Polanski, basado en la novela de Robert Harris
Fecha de estreno en México: 28 de Febrero 2020
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