viernes, 19 de marzo de 2010

SÓLO LOS NIÑOS VAN AL CIELO (RICKY): EL NIÑO VOLADOR.



Por Julia Elena Melche.

Con sus 10 largometrajes, el director François Ozon se ha convertido en una de las figuras más interesantes y destacadas del cine galo. En ellos ha confeccionado provocadores estudios de las relaciones humanas mediante relatos pesimistas y cargados de un irreverente humor mordaz. Si bien, Gotas de agua sobre piedras calientes, Comedia de familia y Bajo la arena, son una muestra de esto, también apostó por la comedia de costumbres en 8 mujeres, donde combinó el musical y el clásico thriller de suspenso con mucha gracias e inventiva.

En esta ocasión vuelve al terreno de la comedia y la combina con el cine fantástico, a manera de cuento de hadas, donde el protagonista es un bebé con alas.

La historia inicia cuando la joven obrera y madre soltera Katie (Alexandra Lamy), conoce al inmigrante español Paco (Sergi López), quienes trabajan en una fábrica de productos químicos. Luego de vivir juntos, ella queda embarazada y da a luz un hermoso niño a quien llaman Ricky (Arthur Peyret). Un buen día, Katie descubre que el pequeño presenta unos moretones en la espalda y corre a Paco creyendo que maltrata a su hijo. Sin embargo y para sorpresa de la mujer, poco a poco observará incrédula que a su hijito le van el saliendo unas alas como de pollo, hasta que una mañana lo encuentra volando por su habitación.

En adelante, la narrativa se conduce por los terrenos del surrealismo, de la fantasía y de lo absurdo. El realizador introduce al niño alado para explorar en el tema de lo extraño y de lo diferente que provoca asombro y altera la estructura y el equilibrio de una familia normal. Más que un ángel, Ricky es observado como un niño pájaro que vuela por los supermercados, despertando la curiosidad entre la gente y convirtiéndose en blanco sensacionalista para los medios de comunicación.

La inspiración para su cinta le llegó a Ozon luego de leer el cuento corto Moth (Mariposa nocturna) de la novelista inglesa Rose Tayman. Lo primero que pensó de esa historia fantástica, fue que podría llevarla a la pantalla grande la casa Disney o que la dirigieran los hermanos Dardenne. Sin embargo, el director decide mezclar realidad y ficción, como lo hizo en Swimming pool, para hablar de un mundo onírico donde se escapa de la realidad. En este punto es evidente la influencia del surrealismo y los mundos imaginarios de Luis Buñuel, así como de los relatos inquietantes de David Lynch como Cabeza borradora.

El humor ingenioso y satírico de Ozon no exenta una profunda reflexión sobre las repercusiones de la llegada de un bebé diferente al resto, en la sociedad y en la familia, al contrario, lo subraya con el comportamiento impredecible del pequeño y en las reacciones de los progenitores; una madre que busca deshacerse del niño y un padre que quiere hacer negocios a costa de la deformidad del hijo. Ricky pese a su belleza, es un niño monstruo que despierta la discriminación, el rechazo y el asombro. Ricky es diferente y por eso debe ser ocultado.

Con Sólo los niños van al cielo, el cineasta se aparta por completo de la tónica del resto de su filmografía. No obstante, sigue sorprendiendo por su inventiva narrativa y sus marcadas críticas al interior de la sociedad moderna.
Dirección: François Ozon.
Reparto: Alexandra Lamy, Sergi López, Mélusine Mayance, Arthur Peyret, André Wilms, Jean-Claude Bolle-Reddat, Julien Haurant, Eric Forterre.
País: Francia.
Año: 2009.
Género: Comedia dramática y fantástica.
Duración: 90 minutos.
Clasificación: Mayores de 18 años.
Estreno en México: 19 de marzo de 2010.

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