El mito
creado por Mary Shelley hace 200 años es puesto de nuevo en escena con algunas “licencias
literarias” al calce.
En esta
ocasión Igor (Radcliffe) tras de ser “rescatado” de una situación se transforma
en amigo/protegido/asistente y confidente de un oligofrénico Dr. Frankenstein
(McAvoy) quien está más que entusiasta por protagonizar el peligroso juego de
crear un ser a su “imagen y semejanza”
sacándolo de varios retazos de cadáveres.
La re invención
de los mitos (especialmente los de terror) ha sido una tarea recorrida una y
otra vez en lo que va del siglo XXI dando un mensaje ambivalente entre el gusto
por el regreso al pasado, tipo “vintage”
y al mismo tiempo evidenciando una, tal vez preocupante, falta de creatividad
para inventar nuevos mitos de gran fuerza popular, nuevas historias que puedan sobrevivir
a los tiempos transformándose en los pilares de lo que dentro de uno o dos
siglos, se considere una figura icónica fundamental, surgida en el siglo XXI, cuando
se hable de estos monstruos que resumen las características del humano y
la bestia como hasta ahora lo han sido los vampiros, hombres lobo, zombies y
demás parentela.
Por eso
sería necesario el surgimiento de una
nueva mitología, con creaturas que para causar terror, no tengan que ser
precisamente asesinos psicópatas, terroristas inhumanos o el siempre favorecido
demonio salido del averno.
La
figura del monstruo ha logrado pervivir, entre otras cosas, porque en el fondo
todos tienen una historia detrás; una maldición contra la que deben luchar que
desafía los límites de lo monstruoso y lo humano, al fin son almas en
desgracia, no una simple compulsividad criminal irrefrenable, ni bipolaridad
exacerbada.
El
monstruo está mucho más cercano a las debilidades humanas comunes, por eso ha
convivido por tanto tiempo con la sociedad como esa velada amenaza que reside
dentro de cada uno, que es capaz de hacerle pasar de humano, a una criatura terroríficamente
irreconocible.
En el
caso de Frankenstein, los hilos de la trama suturan íntimamente al científico
loco con su creación.
El
ansia de poder manejar la vida y la muerte, la prohibida ambición de ser dios,
pues al considerar que se ha alcanzado la divinidad el resultado es escalofriante.
Recuperar la vida para patéticamente ser un engendro, un amasijo de tejidos y
fluidos de diversas procedecencias que se mueve, pero que no es consciente de
su ser y del que se podría seriamente cuestionar si está de verdad “vivo”.
De esta
manera, esta cinta, que no sigue precisamente al pie de la letra la “vida original”, que sería la historia de Shelley, se ve intervenida a si
misma de la manera en la que Igor y Victor manipulan los cuerpos para formar
algo; lo fascinante y peligroso de ello es que el fruto de esta intervención es
un mestizo, que de un momento a otro puede resultar en un fallido experimento
por resucitar lo irresucitable.
La
historia de “Frankenstein o El moderno Prometeo” posee una característica controvertida:
al mismo tiempo de que está situado históricamente en una época cercana a la
revolución industrial y contextualmente eso le arropa para introducir las
pretensiones del joven Victor Frankenstein de revolucionar la vida, este mismo ambiente
victoriano también es un freno por su estricta reglamentación social y de
pensamiento.
En este
film Paul McGuigan crea un trabajo semejante al de Victor Frankenstein, posee
partes buenas y partes malas, la ambientación, la cinematografía y la música
son buenas, pero el guión de Max Landis es deficiente, la
historia se llena de tramas, como si en un arrebato de egolatría
Frankensteiniana, hubiera más que decir que tiempo para hacerlo y no logra la
profundidad necesaria en los arcos de sus personajes.
Lo que
si queda patente es que la película se mantiene
a flote por la presencia del team
McAvoy-Radcliffe, es evidente que el
elemento más valioso de la cinta es algo que no formaba parte del guion; su “bromance”
En esta
idea de manufacturar un sujeto y una historia que pueda “revivir” se dan cargas de secuencias de acción y se
dejan correr los suficientes fluidos y componentes orgánicos, un pre-monstruo
se introduce y hasta se intenta crear una historia de amor entre Lorelei (Brown
Findlay) e Igor, pero por atender sub
tramas se desatiende la idea central, la creación de la creatura y el triunfal
momento del “está vivo” que se postergan para luego resolverse apresuradamente
y correr hacia una conclusión de nueva apertura de más posibilidades.
Al
final el resultado conjunto comienza a parecerse más a una criatura mal zurcida
que a un representante hecho y derecho del cine de monstruos. ¿Qué probabilidad
habrá de que Victor pueda gritar nuevamente “está vivo!”?
Director: Paul McGuigan
Reparto: Daniel Radcliffe, James McAvoy,
Jessica Brown Findlay, Andrew Scott, Freddie Fox, Charles Dance, Daniel Mays,
Callum Turner, Bronson Webb, Robin Pearce, Alistair Petrie, Spencer Wilding,
Guillaume Delaunay
País: Estados Unidos
Año: 2015
Género: Horror, Ciencia Ficción
Duración: 110 min
Clasificación: Mayores de 13
Fecha de estreno en México: 27 de
Noviembre
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