domingo, 4 de enero de 2015

CORAZONES DE HIERRO (FURY)



Por Fabián Quezada León

Corre  el año de 1945, es Europa, es Abril,  es la Segunda Guerra Mundial.
Nos encontramos con el equipo del osado sargento Don Collier (Pitt) al cargo de cuatro hombres rudos (Shia LaBeouf, Michael Peña, Jon Bernthal y  Logan Leerman) a bordo de un tanque Sherman de combate. Su misión es peligrosa y se encuentra tras de las líneas enemigas. De su acción dependerá la victoria de los aliados.  Al perder recientemente a uno de su equipo, Norman (Leerman) un soldado joven e inexperto, quien además no es muy amante de la guerra, es mandado como reemplazo para unirse al grupo.
Aunque Collier sabe que la misión a la que les envían  es suicida;  la acepta de acuerdo a aquello de que  “es un trabajo sucio, pero alguien debe de hacerlo”.
Puestos en marcha, en obvia desventaja desde cualquiera de los ángulos desde los que se le mire,  él y su compañía deben darlo el todo por el todo.
A bordo de su tanque/hogar/refugio/urna fúnebre van a encontrar mucho más que enemigos en su camino.

Los temas de Guerra siempre tienen un público cautivo, y pocas cosas en la historia de la cinematografía mundial han producido tantas variaciones sobre un tema  como la segunda guerra mundial.
De hecho, la primera aunque se ha tocado, casi no produce la euforia a nivel global como la Segunda. Y es que en su escenario, como todos sabemos, se produjo uno de los actos más escalofriantes pero también más publicitados de represión y genocidio en la historia moderna. Desgraciadamente ese no fue el último.
A lo largo de los últimos 70 años, las muertes producidas por conflictos armados han superado con creces esa cifra y esas atrocidades. La guerra es y será desalmada, bestial e ilógica.

En la historia, el equipo de hombres a bordo del “Fury” serán nuestros guias y compañeros mientras nos dan una colorida pincelada de los estereotipos de los héroes a ultranza: El rudo, el bromista, el creyente, el novato… prácticamente cualquier cinta de tema bélico toca alguno de estos caracteres pero lo interesante aquí es como Ayer los usa para contrapuntearlos y darle un telón de fondo a su acción.
Aunque es previsible su suerte final, dado que se enfrentan a todos los obstáculos la historia logra involucrarnos para, de alguna manera, desear que al final sus respectivos destinos sean diferentes.
Sobre todo, el guión logra llevar con éxito la contraposición entre los miembros del equipo  y el cambio que se efectúan en  cada uno de ellos conforme van integrándose en ese espacio en el que se convierte el interior del tanque.
Ayer, cuyo interés en mostrar las reacciones psicológicas de sus personajes ya se había visto en obras previas, vuelve a ese punto, especialmente cuando sus personajes trabajan contra todos los presagios. Este grupo de hombres va engranándose para, como el desplazamiento del tanque, ir transcurriendo cada vez más involucradas y comprometidas en las situaciones. Es claro como llevar a los personajes a situaciones límite, puede irles transformando; como si cada gota de sangre que se derramara, cada explosión, cada metralla les fuera dejando salir un instinto salvaje y terrible, en medio de una violencia que todo devora.

Ayer maneja efectivamente sentimientos muy fuertes a través de las batallas; el sentimiento de lucha ante lo inminente del desastre bélico y la claustrofobia en las entrañas del tanque (que contradictoriamente  produce un sentimiento de seguridad ante los horrores que suceden en el exterior).
Las acciones se van tejiendo con un sofocante apremio y cuando dan un poco de tregua, el sentimiento de que algo malo puede suceder baila en el filo de las miradas y se pasa en cada bocado; mientras en un singular encuentro,  Collier el experimentado soldado y Norman el novato, re direccionan sus existencias.

Lo que también es cierto es que en medio de la brutalidad del conflicto armado y la frenética lucha por sobrevivir se pueden tocar los peores extremos y al mismo tiempo se puede añorar, hasta la médula aunque sea, unos instantes de paz.
Desafortunadamente el hombre tiende a no entender y a repetir el patrón de transformarse en lobo del hombre. Através de los ojos de Leerman se nos conduce de la mano en esta metamorfosis de azoro, generada en la desesperación y la mínima y terrible esperanza de aferrarse a la vida… cualquiera que esta sea.
Ayer se centra en presentarnos dicotomías existenciales; entre sus personajes y la situación límite de su experiencia en la batalla;  contrapunteando de una manera contundente el clima y los valores de una época con los despojos sanguinolentos de la guerra; jugando hábilmente con la crueldad y la inocencia, segundo a segundo, manejando la cámara en frenéticas batallas, pero al mismo tiempo sumergiéndola en sus personajes. Proveyendo la miseria en todos los sentidos y el terror  infinito que la violencia expande sobre el género humano. 
Lo que sin lugar a dudas provoca que se medite si, en lo que el ser humano lleva sobre la faz de la tierra y lo que le falte, al final aprenderemos que la violencia, la guerra y el terror jamás generarán nada bueno.
Probablemente Fury sí enarbola el típico slogan del heroísmo yanqui: llegamos, vimos y conquistamos todo (o casi) pero también demuestra con crudeza como en cualquier guerra no hay vencedores. Aún los triunfadores pierden lo más valioso, su esencia humana.

Director: David Ayer
Reparto: Brad Pitt, Shia LaBeouf, Logan Lerman, Michael Peña, Jon Bernthal.
Año: 2014
País Estados Unidos
Género: Acción, Aventura, Bélica, Drama
Duración: 2 hr. 14 min.
Clasificación: Mayores de 15 Violencia bélica
Estreno en México: 2 de Enero 2015

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