martes, 26 de junio de 2018

BALLET: TCHAIKOVSKY SE PONE PELUCA: TROCKADERO DE MONTE CARLO ENAMORA A LA CDMX


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Por: Ed Zadi



Les Ballets Trockadero de Monte Carlo es una compañía de Nueva York que parodia varias piezas de ballet clásico desde 1974 pero con un giro: todos sus miembros son hombres e intercalan tanto los papeles masculinos como femeninos, como se hacía en en teatro Isabelino en épocas de Shakespeare. La agrupación se presentó este fin de semana en el Teatro de la Ciudad: Esperanza Iris, en la Ciudad de México.



La función del sábado (mismo día que se celebró la marcha número 40 de la diversidad sexual en la capital mexicana) llenó casi la totalidad de las localidades y obtuvo una excelente respuesta por parte del público y la prensa.



El show se divide en 3 actos, cada uno de diferentes características. El primer acto parece salido de una película de Mel Brooks: bastante comedia física y ensambles musicales con muchos de los bailarines interpretando al mismo tiempo.



El segundo tiene mucho más ritmo y fuerza, lo cual provoca que se pase muy rápido para el espectador; es el acto más entretenido e intenso de los tres, la complejidad de sus secuencias recuerdan a las películas de Chaplin.



El último es pura técnica; las puntadas cómicas casi desaparecen y en su lugar el escenario se llena con complejas y serias secuencias de baile que dejan en claro la trayectoria y preparación de la compañía.



Desde el inicio de la función una voz anunció al público que habría una sorpresa al final: cuando parecía que todo llegaba a su fin,  los bailarines ejecutaron una mezcla de ballet con bailables regionales mexicanos, incluso con vestuarios confeccionados especialmente para la ocasión; un remix de canciones folclóricas que de inmediato encendieron las palmas y emoción de los presentes.



Y con toda razón: de ver un espectáculo ambientado en la cultura rusa interpretando por americanos, a de pronto ver reflejada nuestra festividad sin previo aviso fue un excelente as bajo la manga por parte de los Trockadero: la gente se entregó a ellos sin remedio y la ovación fue obligatoria y genuina.



Es interesante este ejercicio que hacen los bailarines: poco a poco uno deja de ver hombres disfrazados de mujeres y se convence de que ve figuras femeninas en puntas. Crean un nuevo ser en el escenario que integra la fuerza del hombre con la gracia de la mujer, resultando en figuras altamente expresivas y poderosas que raptan la atención de espectador desde que se abre por primera vez el telón hasta que cae al final.

Un espectáculo altamente recomendable, sobre todo por ser una experiencia nueva en su forma y clásica en su esencia.

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