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‘Ensayo sobre la ceguera’,
obra de José Saramago, relato de un viaje sensorial a través de Blindness.
Por: Angélica del C. Rodríguez Martínez
Tiempos de cuarentena, tiempos de actividades suspendidas en espera mortal que brinde una luz al final del túnel, para reiniciar de nueva cuenta actividades que permitan la reapertura de los teatros y un sinfín de actividades más. Así se vive Blindness, el viaje sensorial inspirado en ‘Ensayo sobre la ceguera´, de José Saramago.
Es así como el Teatro de los Insurgentes, se ha
venido preparando durante un periplo de tres meses, la espera ha valido la
pena, pues desde Londres, ha llegado la adaptación al ensayo de Samarago,
a través Blindness, que conduce de la mano al espectador por un viaje
sensorial, lúdico y de inevitable reflexión.
La
adaptación de la obra en México, estuvo a cargo de Mauricio García Lozano,
quien trabajó con el equipo, mismo que realizó la puesta original en el Teatro Donmar Warehouse en Londres.
El trabajo en equipo fue muy humano,
emocional. La producción está a cargo de Tina Galindo y Claudio Carrera
en sociedad con Diego Luna y Luis Gerardo Méndez.
Es
importante resaltar, que el monólogo tuvo grados de dificultad porque implicó
que la adaptación fuera diferente a la original. Si te preguntas qué tan
diferente es, lo es y la diferencia radica en la capacidad que se le
otorga la actriz, al cambiar por completo el temperamento del personaje, porque
las intenciones cambian en los momentos
claves, momentos que están en otro lado”, destacó García Lozano.
¡Primera
llamada, segunda llamada, tercera llamada…Comenzamos!
Sin lugar a duda, experimentar por un lapso de tiempo, la obra, permite sin más olvidar los tiempos tan aciagos actuales, sin duda se obra el milagro y el espectador olvida por completo la nueva normalidad que el ´destino, clandestino nos ha impuesto a raja tabla´.
Con un pie dentro del teatro, sin más la magia se
produce desde el momento en que ante la
vista, se muestra la disposición del lugar, es como sentir la presencia de
Saramago de alguna manera, que sin imaginar al paso del tiempo, nos hubiera
querido lanzar mensajes en clave para estos momentos, sin omitir, que es
inevitable decir que el diseño de iluminación y audio hacen su contribución
portentosa para crear un estado anímico insospechado e indispensable que nos
devuelva intactos por un segundo a esa vaga sensación que propicia ´La
insoportable levedad del ser´, de Milan Kundera, que nos arroja al
rostro nuestra levedad y vulnerabilidad.
¡Y la
función comienza! La voz omnipresente de la narradora, quien hace parte del
relato, se deja escuchar por primera vez, marcando el ritmo que tendrá el viaje
sensorial, de alguna manera nos anuncia que hemos perdido un sentido, y lo
constata su audio binaural, a través de
la ausencia física de la actriz Marina de Tavira, que se encarga de
reafirmar la perdida con su voz…caja sonora de resonancia que lo magnifican
todo, conduciendo al espectador de forma irremediable por caminos y sensaciones
que rozan la desesperación, la impotencia, la angustia, es así como sin
percibirlo el espectador entra en el mundo de Saramago, y un golpe seco conecta
súbitamente con la realidad, con la perdida infinita de anteriores formas de
vida, que están siendo trastocadas en su esencia más profunda.
Eludir las sensaciones, imposible, insoslayable, el resto de los sentidos ha sido puesto en marcha y para no bajar un ápice de concentración, el diseño de iluminación se encarga de hacer lo propio acorralando las emociones, y todo se mezcla y traer al “aquí y ahora”, la pandemia como una variante de la ceguera en sus múltiples facetas y nos confirma que tener la certeza de tener todo bajo el radar, todo bajo control ha sido siempre una vaga ilusión que lo difumina todo, que hay que perder un sentido, que hay que perderlos de a poquito uno por uno, para revalorarlo todo y así poder reconectar las piezas y volver a empezar y diferenciar con claridad que nunca será lo mismo mirar, que ver, oír que escuchar…“Si puedes ver, mira, si puedes mirar, observa”, es la reflexión inicial, punto de partida que lo confronta todo en voz del personaje que encarna Marina de Tavira.
Sin duda la adaptación al ensayo de Saramago, ofrece un rayo esperanzador, no lo hace como quien ofrece un placebo para sobrevivir al deterioro a la desgracia fulminante que ha llegado y se ha instalado sin avisar, por el contrario, la obra ofrece un viaje sensorial lleno de enseñanzas que confrontan al espectador durante sesenta minutos de confinamiento existencial y reeflexivo.
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