Por Julia Elena Melche.
Nacido en 1932 en Kioto, Japón, Nagisa Oshima es considerado el cineasta nipón más godardeano. Vivió los horrores de la Segunda Guerra Mundial, la derrota de Japón, la ocupación estadunidense y la instauración del modelo capitalista. Influenciado por la literatura marxista, se convirtió en un militante estudiante radical durante los cincuentas. Luego de terminar sus estudios de derecho, le fue difícil encontrar trabajo. Sin empleo y en una situación económica precaria, ingresa como asistente en los estudios cinematográficos Shochiku, aunque en ese momento no sentía ninguna atracción por el cine. La compañía Shochiku decide promover a algunos jóvenes y esto da la posibilidad a Oshima de debutar como director en 1959 con La calle del amor y la esperanza.
Todo un rebelde, se convierte en un crítico de la censura y se opone al humanismo de los viejos maestros como Kurosawa, Ozu y Mizoguchi. Propone temas inéditos en el cine japonés, plasmando una visión revolucionaria, provocadora y escéptica del mundo. Su cuarto filme Noche y niebla en Japón, una fuerte crítica a la vieja izquierda mediante una puesta en escena bastante teatralizada, fue retirada de cartelera por la compañía de cine, provocando así su renuncia. Poco tiempo después fundó su propia productora cinematográfica la Sozosha, con la que durante más de una década realizará sus obras mayores. En 1968 realizó Tres borrachos resucitados, una de las cintas más contestatarias de Oshima, donde analiza las actitudes japonesas de discriminación hacia la minoría coreana, mediante la historia de la ejecución fallida de un joven coreano, acusado de asesinato y violación.
Luego vino Muchachito, inspirado en un caso real, sobre una familia que utiliza a su hijo para obtener dinero, al implicarlo en falsos accidentes de carretera para que los conductores les paguen compensaciones. Oshima ofrece aquí una mirada en frío a la explotación infantil y a la marginación social. En 1971 dirigió La ceremonia, una visión crítica a las costumbres y el orden patriarcal de la sociedad japonesa. El cineasta retrata a los rituales tradicionales como absurdas ceremonias vacías para ocultar vacíos anímicos y existenciales como un la ceremonia de un matrimonio que debe continuar aunque la novia no esté presente.
Pero es en 1976 cuando Oshima alcanza su mayor celebridad con la cinta El imperio de los sentidos, una historia real sobre un caso de obsesión sexual fatal en el Japón de los años treintas. Con fuertes escenas pornográficas, el filme tuvo que ser terminado en Francia para poder crear una versión sin censura, misma que aún sigue sin exhibirse en Japón y en su lugar se conoce una con escenas cortadas. Sin embargo, la cinta se distribuyó sin modificaciones en Francia, Estados Unidos y en los Países Bajos, entre otros lugares. Esa otra versión de la película se tituló El imperio de la pasión, que mereció el galardón a la Mejor Dirección en el Festival Internacional de Cine de Cannes en 1978.
Con 10 cintas de este director, la Cineteca Nacional, con el apoyo de la Fundación Japón en México y la Cinemateca Argentina, proyecta el Ciclo Nagisa Oshima: la evolución de un maestro del 11 al 20 de marzo de este año en la sala 4. En la muestra se aborda la primera etapa de la carrera del realizador, previa a El imperio de los sentidos. Se trata de los trabajos que realizó entre 1959 y 1971; La calle del amor y la esperanza, un drama social realista en torno a la relación entre pobreza y crimen y las difíciles relaciones entre pobres y ricos; Cruel historia de juventud, un drama en la línea de Rebelde sin causa, sobre el amor entre un joven delincuente y una chica buena, donde el cineasta muestra un mundo de ideales fracasados y de bajeza moral.
También se proyecta El entierro del sol, la desgarradora crónica de un Japón que se encamina hacia la modernidad y se olvida de las clases populares, sumiéndolas en la criminalidad, el hambre y la desesperanza. Una violenta historia en torno a dos pandillas que se disputan el territorio. En Diario de Yunbogi, Oshima muestra las problemáticas relaciones entre japoneses y coreanos, así como con los japoneses descendientes de coreanos. Para realizarlo, viajó a Corea donde capturó a los jóvenes por las calles de Seúl a través de un magnífico montaje fotográfico. Apasionado por el erotismo, en Tratado de canciones obscenas japonesas retrata a la sexualidad como fuerza subversiva que desata las más delirantes fantasías. Con su habitual complejidad narrativa, narra los sorpresivos efectos que provocan unas antiguas canciones japonesas prohibidas por ser explícitamente eróticas, en un grupo de estudiantes. Entre el documental y la ficción y en una mezcla de color y blanco y negro, en un innovador collage pop, Diario de un ladrón de Shinjuku retrata la euforia contestataria que estalló en Japón en los años sesenta y cuyo origen fue en el distrito de Shinjuku.
El ciclo de Nagisa Oshima es una oportunidad única para conocer la obra de un reconocido maestro del cine y atípico dentro de la cinematografía de su país, en cuya obra se observan sus inquietudes y motivaciones personales; la radicalidad política y los tabúes relacionados con el sexo y la violencia social dentro de un Japón en transición.
Para mayores informes sobre la programación y horarios, consultar la página:
No hay comentarios:
Publicar un comentario