jueves, 10 de marzo de 2011

LA NANA: AUNQUE LA JAULA SEA DE ORO, NO DEJA DE SER PRISIÓN.


Por Julia Elena Melche.

Raquel tiene 40 años y trabaja como nana en la residencia de los Valdés, una numerosa familia de clase alta radicada en Santiago de Chile. La rutina de Raquel es la misma todos los días; preparar el desayuno para los chicos y llevárselo a la cama a sus patrones, recibir las verduras que lleva un joven, organizar la comida, poner la lavadora, planchar, barrer, aspirar, dar de cenar, ver un rato la tele e irse a dormir. Tras 23 años de trabajar al servicio de la familia, Raquel se siente parte de ella y a su vez, sus miembros la tratan con gran familiaridad y afecto. Su carácter hosco, agrio y seco dificulta las relaciones con los Valdés y se incrementa con los diarios dolores de cabeza que padece, quizás como reflejo de su existencia gris y sin sorpresas. Vive encerrada en una casa que no es suya, y aunque vea a sus habitantes como su propia familia, sabe que no es así. Ella quiere pertenecer a ese núcleo que, sin embargo, le es ajeno.

Con La nana, el realizador Sebastián Silva ofrece un estimulante ejemplo del nuevo cine chileno, un relato intimista y agridulce que estuvo nominado a la Mejor Película Extranjera en la edición de los Globos de Oro del año pasado y ha recibido multitud de galardones, entre ellos, el Premio del Jurado a la Mejor Película Extranjera y el Premio Especial del Jurado a la Mejor Actriz en el Festival de Sundance. Lo que construye Silva, guionista también de la cinta, es una historia sencilla, en la línea de la uruguaya Whisky y de las argentinas Historias mínimas y El perro, pero al igual que estas, ricas en lecturas, apuntes sociales e ironías.

Uno de los puntos más sobresalientes es la extraordinaria actuación de Catalina Saavedra como Raquel, una talentosa actriz chilena de teatro, cine y televisión, quien proyecta con gestos, actitudes y miradas el malestar anímico del personaje. Cuando la patrona (Claudia Celedón) decide contratar a otra nana para que la ayude en sus labores, Raquel piensa que será desplazada del único lugar que tiene en el mundo. La llegada de Mercedes, la nueva limpiadora, será para la mujer un elemento amenazante para su relación con la familia, por lo que decide sabotearla, y al igual que a la casi senil Sonia, otra candidata al puesto, le hará la vida imposible. Sin embargo, el arribo de Lucy (Mariana Loyola), una chica de provincia, alegre y despreocupada, conseguirá cambios radicales en Raquel, logrando que cambie su visión de la vida y de sí misma.

Aunque la atención de la historia recae en la desencantada mujer, el realizador manufactura con gran acierto el retrato de una familia con recursos que no tiene grandes problemas pero destacando siempre la relación ambigua que tiene con Raquel. La tratan como parte de ella pero Raquel es y será siempre la empleada doméstica, la empleada que ha tenido que nulificar sus intereses y en su lugar, adaptarse y acostumbrarse a un mundo ajeno para el beneficio de otros y cuyo deber es cubrir sus necesidades y demandas. La mirada de la relación patrón- empleada es devastadora y delineada con particular realismo. A pesar de los buenos tratos de los Valdés con Raquel, de su festejo de cumpleaños, de los regalos de mero compromiso o de llevarla al médico, la mujer tiene otro lugar diferente al de ellos y sigue en la casa porque necesitan que les sirva. Raquel no ha tenido tiempo para estudiar, su vida ha transcurrido entre las paredes de un hogar que no es suyo, vestida siempre de uniforme, y quizás muera en su misma condición.

La fotografía y el manejo de los espacios contribuyen a la intención dramática de la cinta; acercamientos al rostro de Raquel, el detenimiento en sus rutinas y labores y la utilización de planos cortos para subrayar ambientes claustrofóbicos en la inmensa residencia, cual jaula que la aprisiona y no le permite volar. Se trata de un inmejorable retrato de las costumbres socioculturales en torno al trabajador doméstico como indicador de la posición social y económica de una familia y una mirada reflexiva sobre la marcada división de las clases sociales.

La Nana también se exhibe en la Cineteca Nacional.

Dirección: Sebastián Silva.

Reparto: Catalina Saavedra, Claudia Celedón, Alejandro Goic, Mariana Loyola, Andrea García-Huidrobo y Agustín Silva.

País: Chile.

Año: 2009.

Género: Drama.

Duración: 98 minutos.

Clasificación: Mayores de 15 años.

Fecha de estreno en México: 11 de marzo de 2011.

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