sábado, 12 de diciembre de 2009

JUEGOS INOCENTES


Dirección: Adolfo Martínez Orzynski.
Reparto: Ignacio Riva Palacio, Abril Reyes, Eréndira Ibarra, Alan Fernando, Alberto Reyes, Oswaldo Zárate, Paola Galina, Miranda Núñez, José Alonso, Lourdes Munguía.
País: México
Año: 2007.
Género: Drama
Duración: 90 minutos
Clasificación: Mayores de 18 años (escenas de sexo, desnudos, violencia, uso de drogas y alcohol).

Por Fabián Quezada León.

Un grupo de estudiantes de prepa pasan un fin de semana salvaje en Cuernavaca en casa de uno de ellos. La fiesta comienza tranquila pero a medida que el uso de sustancias prohibidas aumenta, aumenta el desorden y el caos. Cuando un pervertido vecino va a silenciar el escándalo no imagina lo que va a suceder.

Una cinta más de los problemas juveniles en el uso de drogas y alcohol. Los personajes son estereotipos de tal densidad que no son capaces de salirse del apretado molde prefabricado que les impone el guión.

La fotografía es pobre y el tema por demás absurdo y gastado. Ya hemos visto ad nauseam los excesos de los jóvenes de la clase alta de este país, pero singularmente no hemos visto una propuesta de solución al problema de los desmanes. Juegos Inocentes se queda en el mismo nivel de todas las demás cintas que vez tras vez nos dicen lo pervertidos que son los chavos y la cuestión sería preguntar más allá de presentarnos a la gente borracha y drogada … plus desnuda, esta cinta deja algo más?.... no.

Los temas del abuso de droga y alcohol no son nada nuevo, los hemos visto desde Jauría Humana hasta Less than Cero o Trainspotting… pero de esas a Juegos Inocentes hay un abismo.

Y la cosa es que si, sabemos que esas “fiestas inolvidables” se dan, no sólo entre los altos estratos de la sociedad en México, sino entre todas las clases sociales, el problema de las adicciones es una realidad y merecería un tratamiento decente, no una simple colección de malas situaciones y tomas de “bebamos hasta pisarnos las manos” y de paso “calentemos el ambiente con escenas de sexo”.

Una vez más la policía es retratada como un ente corrupto, los vecinos gay son una pareja de yonquis postdatados y el vecino “pervertido” es un macho adicto que maltrata a su mujer que en lugar de saltar de júbilo cuando ve que no regresa… ¡llama a la policía!

Los personajes de los jóvenes que armaron una destrucción hogareña peor que en cualquiera de las películas gringas de frat houses demuestran que es menester en el cine que retrate a los muchachos mexicanos ponerlos con el nivel intelectual de un mosquito al tratar de deshacerse del cuerpo del delito…

Una cinta que flaquea por donde se le mire. Aún así, si quieres verla es bajo tu propio riesgo… no digas que no te lo advertimos.

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