Por Julia Elena Melche.
En agosto de 1969, el director Michael Wadleigh se trasladó a una granja lechera en el pueblo de Bethel en Nueva York, para realizar un documental del Festival de rock de Woodstock, junto con su equipo de producción, entre ellos el entonces novato Martín Scorsese, quien se encargaría de la edición. El resultado fue un magnífico registro del uno de los acontecimientos culturales más importantes del siglo 20, convertido en ícono de una generación de jóvenes norteamericanos en contra de las guerras y de la política militar de su país, en un abierto rechazo al sistema, que pregonaba la paz, el amor libre, la vida en comunas y el ecologismo, y que mereció el Premio de la Academia como Mejor Documental en 1970.
Cuarenta años después, el dos veces ganador del Oscar, como Mejor Director por Secreto en la montaña, y a la Mejor Película Extranjera por El Tigre y el Dragón, el taiwanés Ang Lee, decide asomarse al famoso festival de “tres días de paz y música” en Bienvenido a Woodstock, una crónica de los preparativos y del espíritu que se respiró antes de su celebración, “tomando” la idea del Woodstock de Wadleigh como punto de partida, incluso trasladando su mismo estilo visual, división de la pantalla para varios puntos de vista.
Lee se basa de manera libre en las memorias de Elliot Tiber, un joven pintor que tuvo un importante papel involuntario en los hechos cuando en el verano del 69 regresa de Nueva York al lado de sus padres para ayudarlos a salvar su viejo motel llamado El Mónaco que está hipotecado. Cuando se entera que el poblado vecino retiró el permiso para la realización de un concierto de música rock, el chico se pone en contacto con los organizadores, entre ellos el productor Michael Lang, para conseguir la autorización de los lugareños y llevar a cabo el evento.
Más que el desarrollo del concierto, lo que presenta el director son sus orígenes y una descripción superficial día a día; las negociaciones de los empresarios para rentar el terreno, la escasez de alimento, los problemas de alojamiento, la manera en que Elliot (Demetri Martín) aprovecha todo esto para obtener dinero y salir de la deuda familiar y finalmente la ruidosa y colorida llegada de los miles de asistentes. Con canciones de Joan Báez y Janis Japlin, quienes por supuesto nunca aparecen en escena, la cinta recoge la lucha de Elliot por aceptar su homosexualidad, su primer viaje psicodélico con LSD y la forma en que el encuentro con este movimiento hippie y su concepto de libertad le cambia la vida.
Mediante un breve repaso histórico, hay señalamientos sobre la igualdad de derechos de la mujer, de la guerra de Vietnam y del conflicto árabe-israelí, aunque el relato nunca llega demasiado lejos. En cierto modo, es un nostálgico homenaje a una generación llena de buenos ideales e ingenua y soñadora a pesar de las drogas, que se encamina mayormente hacia la épica amable e intimista que a la lectura social, haciendo a un lado una observación profunda de la contracultura de la época.
La cinta se exhibe únicamente en la Cineteca Nacional el sábado 25 de septiembre a las 20:30 horas.
Dirección: Ang Lee.
Reparto: Demetri Martin, Henry Goodman, Imelda Staunton, Jonathan Groft y Dan Fogler.
País: Estados Unidos.
Año: 2009.
Género: Drama.
Duración: 110 minutos.
Clasificación: Mayores de 15 años.
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