sábado, 7 de septiembre de 2013

LA CASTRACIÓN




Por: Fabián Quezada León

Lourdes (Santaella) una chica apocada, vive cuidando a su padre que esta semi inválido. La madre los ha abandonado y Lourdes debe trabajar en una agencia de castings de comerciales para sobrevivir.
En la agencia conoce a Victoria (Wood) una “aspirante a starlet” alegre y desinhibida que la incita a liberarse un poco de sus ataduras. Esta relación servirá además a Lourdes para percatarse de otras cosas.
Cuando inesperadamente la madre de Lourdes (Woolrich) regresa a la casa, el mundo rutinario de la muchacha se ve invadido por esta figura materna y viejos rencores regresan al escenario. Sin embargo a partir de este regreso en la vida de Lourdes sucederán muchas cosas que darán un giro a su existencia.

En un esfuerzo que ha sido muy bien recibido y comentado por el público y la crítica, llega por fin a las pantallas nacionales la obra de Lowenberg con el sugestivo título de La Castración.
Lo primero que uno puede imaginarse es que se verán algunas escenas en las que algún “ser masculino” (hombre o animal)  se verá privado de sus órganos reproductores. No, no es el caso.
Castrar entonces de la mano de Lowenberg y sus actores adquiere mediante la vida de su protagónica Lourdes (Santaella) una dimensión mucho más extensa, en la que la castración deriva en que se priva de la esencia vital a alguien o aún más profundamente, una persona se encarga de auto castrarse, auto anularse y auto sabotear su proyecto de vida.
En definitiva ninguna de las acepciones va a dar a un panorama alentador.
Así vamos recorriendo a los personajes, pero sobre todo a Lourdes; una chica que ha cerrado casi todas sus oportunidades de vida escudándose en diversas situaciones, un padre enfermo, una madre ausente, una vecina encajosa que le “enjareta” a su bebé para poder tener una vida mientras tanto, y ahí está Lourdes dueña y señora de ese mito de la “mansedumbre castrante” admitiendo dejar escapar a la vida mientras los demás se ocupan de sus propios asuntos a su alrededor.
Conjuntamente con ello está al otro extremo la figura aparentemente “libre” de Victoria  de la que solo sabemos que es una efervescente aspirante a starlet… desempleada y ansiosa de “trabajar en lo que sea”, y vivir la vida de una manera “cool” y que nos brinda la oportunidad de entrar en una de sus sesiones de casting…  
Evidentemente para Lourdes que es una chica reprimida y tímida (aparentemente puesto que es capaz de mantener fogosas conversaciones con un desconocid@ en la red) el supuesto glam de Victoria es seductoramente abrumador.
Y luego tenemos la figura de la madre de Lourdes (Woolrich) que así como se supone se fue un día sin decir adiós, regresa sin decir “agua va” reinstalándose en  la vida de “esos que dejó atrás”, queriendo alcanzar el ritmo afanosamente, sin tomar en cuenta los atropellos que su salida y regreso ocasionaron en su marido y su hija. Y en este afán, tan usado a diario de “aquí no pasa nada” “podría decirte muchas cosas pero me las callo”,  la aparentemente vacía y resuelta vida de Lourdes se hace añicos.
En este juego casi siniestro de ver quien maneja mejor la guadaña para castrar las vidas, nada mejor que toparse con la aparentemente bien intencionada familiaridad de los “seres queridos” para tener una mano certera.
Finalmente el padre que aunque colateral, también es esa figura omnipresente que requiere constantemente atención como lo suelen hacer quienes adolecen de alguna enfermedad, sin embargo nunca lo vemos agradecer esos cuidados, ni reconocer las atenciones así desde su propia invalidez física también está poniendo su granito de arena para someter a su hija.
De esta manera, a lo largo de la historia,  los ecos de lo que “castrar” significa adquieren nuevos usos; algunos sutiles, algunos abrumadores… pero todos sin duda inquietantes.

Direccion: Ivan Lowenberg
Reparto: Victoria Santaella, Keyla Wood, Paloma Woolrich
País: México
Año: 2012
Género: Drama
Duración 86 min
Clasificación: Mayores de 15 años
Fecha de estreno en México: 6 de Septiembre

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