·
Disfruta
la evidencia viva del destino cultural por excelencia
Situadas
a medio desierto entre la sierra, junto a cañadas y lagunas, o en el centro de
un oasis, se mantienen orgullosas las primeras misiones de la Antigua California. La
Secretaría de Turismo de Baja California Sur,
invita a ser parte de la evidencia viva de la inquebrantable fe de los
primeros pobladores europeos.
Recorriendo los lugares donde los misioneros
españoles, jesuitas, franciscanos y dominicos, se establecieron para colonizar
y evangelizar Baja California Sur.
A
grandes retos se enfrentaron estos, para colonizar y evangelizar a los
nativos –pericúes, guaycuras y cochimíes- grupos seminómadas difíciles de
congregar y reunir. En una tierra inhóspita pues
no había caminos, el agua era escasa sólo se podía llegar por barco.
Otros obstáculos a combatir fueron las inundaciones, las epidemias y la
resistencia de los indígenas a la aceptación de la vida en congregaciones.
La ruta inicia en San Ignacio hasta
llegar al municipio de Los Cabos, donde
se encuentran aún misiones bien conservadas.
En
medio de un hermoso oasis, a un costado de la plaza principal del pueblo, se
presenta la misión, un edificio blanco adornado por piedra cuidadosamente
labrada. Fundada en 1728 por Juan Bautista Luyando, se terminó de construir en
1786 por el dominico Juan Crisóstomo Gómez. En su interior destaca el gran
altar de madera labrada y chapada en oro, siete óleos y una estatua de su
patrono San Ignacio de Loyola, joya del arte religioso del siglo XVIII. San
Ignacio conserva intacta su fachada original y rodeado por uno de los
escenarios más bellos de la Baja California
Sur, hace de su visita una experiencia inolvidable.
Fundada
en 1697 por el padre jesuita José Maria de Salvatierra, Santa María de Loreto,
fue por más de un siglo la capital política, económica y religiosa de las
Californias. En 1793 la misión se componía por una iglesia y un cuadrángulo de
piedra. Sin embargo, en 1829 sufrió graves daños a consecuencia de un huracán y
medio siglo después perdió su torre en un terremoto. Aun cuando las reconstrucciones
efectuadas a la misión han alterado la arquitectura original, los cinco oleos
del retablo, un crucifijo y otros seis oleos se conservan intactos. Actualmente
alberga el interesante Museo de las Misiones.
Al
norte de Loreto, sobre la carretera peninsular, se localiza una brecha de 32 km que conduce a la misión
de San Javier. Fundada en 1699 por Fray Maria Píccolo, la cual, inicialmente constaba de una humilde capilla
de adobe y casa cural. El magnífico edificio que conocemos hoy, fue levantado en 1774 por el padre Miguel Barco.
En su interior, se encuentra un impresionante retablo barroco de madera tallada
y chapada en oro, dedicado a su patrono San Francisco Javier. Al descubrir la gran
iglesia edificada en piedra, al final de un pueblo desolado, se contempla una
majestuosa catedral en medio de la inhóspita Sierra de la Giganta.
Durante
más de siglo y medio, la tenacidad y temple de estos sacerdotes católicos logro
construir una veintena de misiones, de las que solo quedan unas cuantas.
Alrededor de las misiones, fueron crearon poblados permanentes donde se
cultivaron palmeras de dátiles, maíz, trigo, caña, árboles frutales (como
aguacate e higo) y rosales; de igual forma, introdujeron ganado y obtuvieron la
autorización de la corona española para cultivar vid y olivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario