Si nos visitas por tu celular/móvil/tablet te sugerimos
girar la pantalla a horizontal o dar scroll down hasta el final y seleccionar
la opción “ver versión de web” a fin de facilitar tu lectura. Gracias.
Por: Guillermo
Sanchez Ferrer
El hombre
invisible es la última película de Leigh Whannell, director que hace
relativamente poco dio la campanada por una película de poco presupuesto, pero
bien ejecutada, Upgrade (2018) así como la última película de la productora
Blumhouse, una compañía especializada en el cine de terror, con películas que a
pesar de no ser grandes superproducciones, tienen una rentabilidad
considerable. La película está
cosechando buenas críticas y cuenta como estrella principal del reparto con
Elisabeth Moss (conocida por su papel en el cuento de la criada), quien por
otra parte es de lo mejor de la película...
Elizabeth
Moss interpreta a Cecilia una mujer que vive una relación de pesadilla con su
pareja, que la maltrata psicológicamente y físicamente. Un día, harta de vivir
esta situación decide escapar de casa. Fruto de la huida, parece que su
expareja se suicida de manera desesperada. Sin embargo, cuando parece que la
vida de Cecilia empieza a encaminarse, alguien empezará a a acosarla, de manera
muy sigilosa…
Un proyecto Blumhouse
A El
hombre invisible se le nota la producción Blumhouse. Me atrevería a decir, que
incluso a nivel estético la película tiene muchas semejanzas con otras obras de
la misma productora, como Insidious (2010) o Sinister (2012). De hecho, la
película tiene más relación a nivel visual e incluso temático con estas
películas que con Upgrade. No en vano, Leigh Whannell fue también director de
la tercera entrega de Insidious (2015), y El hombre invisible en realidad juega
con muchos elementos del subgénero de terror de casas encantadas y fantasmas,
solo que añadiendo algunas particularidades, como es el hecho de que el
espectador es totalmente consciente de lo que está pasando, no así los
personajes de la propia película, que van siempre varios pasos por detrás.
¿Qué harías si fueras invisible?
¿Qué
harías si fueras invisible? Todos nos hemos hecho esta pregunta alguna vez. Y
la verdad es que ventajas para la humanidad que pueda dar este «superpoder» son
más bien pocas. Y eso precisamente es lo que pensaban los guionistas de la
película (que parece ser es el propio director de la cinta), que simplemente
toman de H.G Wells y su obra, una inspiración para llevar los efectos y
consecuencias que planteaba el británico en su libro a nuestra época. Así, la
película nos presenta una visión en la que «el hombre invisible» es obviamente
el «malo», y cuyas implicaciones éticas le llevan a cometer barbaridades.
El eje
principal del guion girará en torno a la salud mental de la protagonista.
Parece que nadie la cree cuando dice que hay un hombre invisible que la
persigue (¿Por qué será esa desconfianza…?). Sin embargo, esto no es lo mejor
del guion, pues esta situación la hemos visto mil veces y mejor expuesta en
tantas otras películas.
Lo mejor seguramente se encuentra en la (muy obvia)
lectura que subyace en El hombre invisible sobre los malos tratos y la
violencia doméstica. Es una lectura que se lanza al espectador a la cara, lo
que habla poco de la sutilidad del guion, pero que al estar envuelto por el
tema fantástico resulta más que interesante.
Terror con corte social, que por
este motivo puede evocar a Déjame Salir. No solo por la violencia física, sino
especialmente por la violencia mental (que la película retrata
maravillosamente) que emplea nuestro hombre invisible, y que es por desgracia
tan palpable para muchas mujeres en el mundo.
Una película loca, loquísima
Lo cierto
es que la propia premisa de El hombre invisible, (¿Cómo demonios va a existir
alguien que es invisible en una película que no es de superhéroes?) hace que la
película firme con el espectador un pacto de ficcionalidad que tiene muchos
riesgos. La película es difícil de creer y en ocasiones hay giros de guion que
no le sientan demasiado bien (especialmente todo lo relacionado con el hermano,
Tom).
A pesar de ser una película que no deja respirar en ningún momento, una
vez terminado los fuegos artificiales uno se pregunta si realmente la película
es tan profunda como algunas hermanas suyas.
Escenas bien elaboradas…a veces demasiado
A Leigh
Whannell se le ven con ganas detrás de la cámara. En ocasiones, la película
parece un escaparate donde el director nos enseña a cómo dirigir escenas de
suspense. Y a fe, que el director no lo hace para nada mal. Hay secuencias de
buen valor cinematográfico, quizá las más destacables se encuentren en el
clímax de El hombre invisible (pero no el clímax final, sino el penúltimo).
También podemos citar ese plano abierto que el director mantiene durante los
primeros compases de la película, que es sinónimo de la introducción al caos
que se avecina y que funciona bien porque es de los pocos en el que el
espectador se pregunta si es ficción o realidad.
Pero…en
ocasiones servidor ha de admitir que algunas de las secuencias parecen querer
trascender por encima de la historia, y el cerebro de un servidor no puede más
que romper el pacto de ficcionalidad, porque es consciente de que lo que está
viendo es cine, y en vez de preguntarse ¿Qué pasará ahora?, uno se pregunta
¿Cómo rodaron esta escena?. Puede que sea defecto profesional, o puede que
realmente Whannell se haya pasado en su carta de presentación al gran público.
Conclusión de El hombre invisible
La última
producción de Blumhouse no es Déjame Salir o Insidious, pero tampoco es La
Horca, y seguramente está más cerca del grupo de las primeras que de las obras
infames. Seguramente a El hombre invisible le haya faltado unas cuantas
revisiones en el guión, que es lo que más flojea de una película que por otra
parte es una montaña rusa. Y Elizabeth Moss está maravillosa en su
interpretación.