Por Julia Elena Melche.
Con un llamado a la comunidad cinematográfica para unir esfuerzos y resolver los problemas administrativos por los que atraviesa la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas, misma que está en crisis y se percibe dividida por la falta de interés de sus agremiados, dio inicio la ceremonia de entrega del Ariel en su edición 53 el sábado 7 de mayo en el Palacio de Bellas Artes. El elocuente discurso estuvo a cargo del presidente de la academia, el cineasta Carlos Carrera, para luego entrar en escena el actor Jesús Ochoa, quien fungió como anfitrión y conductor del evento.
La gran triunfadora de la noche fue El infierno, ganando como Mejor Película, Dirección, Mejor Actor (Damián Alcázar), Mejor Coactuación Masculina (Joaquín Cosio), Mejores Efectos Especiales, Mejor Maquillaje, Mejor Diseño de Arte, Mejor Sonido, y Mejor Edición. Año bisiesto ganó en la categoría de Mejor Ópera Prima y en Mejor Actriz (Mónica del Carmen). Como Mejor largometraje Documental, el Ariel fue para La historia en la mirada. Ofelia Medina se lo llevó como Mejor Coactuación Femenina por Las Buena hierbas.
El Mejor Cortometraje de Animación fue Luna. El Mejor Cortometraje Documental fue Río Lerma, y El último canto del pájaro Cú recibió el Ariel por Mejor Cortometraje de Ficción. El pequeño actor Christopher Ruiz-Esparza de la cinta Abel mereció el Ariel como Mejor Actuación Revelación y como Mejor Película Iberoamericana fue para José Martí: el ojo del canario de Cuba y para También la lluvia de España. Las buenas hierbas recibió el Ariel por Mejores Efectos Visuales y el Mejor Vestuario fue para El atentado. La Mejor Música Original fue para Hidalgo, la historia jamás contada y Biutiful como Mejor Fotografía. El Mejor Guión Original fue para Abel.
La ceremonia inició más tarde de la hora programada y tuvo como punto de coincidencia entre muchos de los ganadores, un reclamo al gobierno por un alto a la violencia y a esta guerra sangrienta. Ofelia Medina pidió paz, justicia y dignidad en nuestro país y al gobierno que no gaste el dinero del pueblo en una guerra absurda. El reclamo de un No a la Violencia se unió con la voz de Joaquín Cosio, quien dedicó su Ariel a su natal Ciudad Juárez que sobrevive a pesar del poder militar, con las palabras del realizador premiado Luis Estrada y del veterano Jorge Fons, quien estimuló a la audiencia a unirse a la marcha por la paz del día siguiente y al que se le premió y reconoció por su significativa carrera como director con el Ariel de Oro. Este mismo galardón le fue entregado a la destacada y versátil actriz Ana Ofelia Murguía.
Las exquisitas voces del Coro Filarmónico Universitario se hicieron presentes para semejar el sonido de una gran tormenta que devino luego en lluvia y luego en gotas que caían. Susana Zavaleta estuvo a cargo de un estupendo número musical y se les rindió un nostálgico homenaje a los desaparecidos en el Arte, la Cultura y el Cine como el maestro Manuel Esperón con un coro que interpretó su famosa canción “No volveré”, al tiempo que se recordaba también a Carlos Monsiváis, Roberto Cantoral, Kippy Casado, Rita Guerrero, Carlos Mordem, Irlanda Mora, Carmelita González, Alberto Mariscal y Lolo Navarro, entre otros. Se hizo entrega de la medalla Salvador Toscano al maestro universitario del Cuec, escritor, investigador y analista del cine internacional y autor de casi una treintena de libros sobre cine, Jorge Ayala Blanco.Entre los invitados a entregar los premios estuvieron Gerardo Taracena, Pedro Armendáriz Jr, Evangelina y Roberto Sosa, Alejandro Calva y Miguel Rodarte.
No obstante la importancia de la entrega del Ariel, hubo grandes ausencias del cine nacional, faltó glamur en los atuendos de muchas de las actrices invitadas, las pantallas en la sala fallaron bastante, algunos de los invitados y galardonados iban con ropa casual como pantalones de mezclilla y tenis y sobre todo la elección del destacado actor Jesús Ochoa como conductor de la ceremonia no fue de lo más acertado acertada, ya que no goza de la gracia y espontaneidad necesarias para los comentarios que quería se sintieran graciosos y chuscos.
Con un llamado a la comunidad cinematográfica para unir esfuerzos y resolver los problemas administrativos por los que atraviesa la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas, misma que está en crisis y se percibe dividida por la falta de interés de sus agremiados, dio inicio la ceremonia de entrega del Ariel en su edición 53 el sábado 7 de mayo en el Palacio de Bellas Artes. El elocuente discurso estuvo a cargo del presidente de la academia, el cineasta Carlos Carrera, para luego entrar en escena el actor Jesús Ochoa, quien fungió como anfitrión y conductor del evento.
La gran triunfadora de la noche fue El infierno, ganando como Mejor Película, Dirección, Mejor Actor (Damián Alcázar), Mejor Coactuación Masculina (Joaquín Cosio), Mejores Efectos Especiales, Mejor Maquillaje, Mejor Diseño de Arte, Mejor Sonido, y Mejor Edición. Año bisiesto ganó en la categoría de Mejor Ópera Prima y en Mejor Actriz (Mónica del Carmen). Como Mejor largometraje Documental, el Ariel fue para La historia en la mirada. Ofelia Medina se lo llevó como Mejor Coactuación Femenina por Las Buena hierbas.
El Mejor Cortometraje de Animación fue Luna. El Mejor Cortometraje Documental fue Río Lerma, y El último canto del pájaro Cú recibió el Ariel por Mejor Cortometraje de Ficción. El pequeño actor Christopher Ruiz-Esparza de la cinta Abel mereció el Ariel como Mejor Actuación Revelación y como Mejor Película Iberoamericana fue para José Martí: el ojo del canario de Cuba y para También la lluvia de España. Las buenas hierbas recibió el Ariel por Mejores Efectos Visuales y el Mejor Vestuario fue para El atentado. La Mejor Música Original fue para Hidalgo, la historia jamás contada y Biutiful como Mejor Fotografía. El Mejor Guión Original fue para Abel.
La ceremonia inició más tarde de la hora programada y tuvo como punto de coincidencia entre muchos de los ganadores, un reclamo al gobierno por un alto a la violencia y a esta guerra sangrienta. Ofelia Medina pidió paz, justicia y dignidad en nuestro país y al gobierno que no gaste el dinero del pueblo en una guerra absurda. El reclamo de un No a la Violencia se unió con la voz de Joaquín Cosio, quien dedicó su Ariel a su natal Ciudad Juárez que sobrevive a pesar del poder militar, con las palabras del realizador premiado Luis Estrada y del veterano Jorge Fons, quien estimuló a la audiencia a unirse a la marcha por la paz del día siguiente y al que se le premió y reconoció por su significativa carrera como director con el Ariel de Oro. Este mismo galardón le fue entregado a la destacada y versátil actriz Ana Ofelia Murguía.
Las exquisitas voces del Coro Filarmónico Universitario se hicieron presentes para semejar el sonido de una gran tormenta que devino luego en lluvia y luego en gotas que caían. Susana Zavaleta estuvo a cargo de un estupendo número musical y se les rindió un nostálgico homenaje a los desaparecidos en el Arte, la Cultura y el Cine como el maestro Manuel Esperón con un coro que interpretó su famosa canción “No volveré”, al tiempo que se recordaba también a Carlos Monsiváis, Roberto Cantoral, Kippy Casado, Rita Guerrero, Carlos Mordem, Irlanda Mora, Carmelita González, Alberto Mariscal y Lolo Navarro, entre otros. Se hizo entrega de la medalla Salvador Toscano al maestro universitario del Cuec, escritor, investigador y analista del cine internacional y autor de casi una treintena de libros sobre cine, Jorge Ayala Blanco.Entre los invitados a entregar los premios estuvieron Gerardo Taracena, Pedro Armendáriz Jr, Evangelina y Roberto Sosa, Alejandro Calva y Miguel Rodarte.
No obstante la importancia de la entrega del Ariel, hubo grandes ausencias del cine nacional, faltó glamur en los atuendos de muchas de las actrices invitadas, las pantallas en la sala fallaron bastante, algunos de los invitados y galardonados iban con ropa casual como pantalones de mezclilla y tenis y sobre todo la elección del destacado actor Jesús Ochoa como conductor de la ceremonia no fue de lo más acertado acertada, ya que no goza de la gracia y espontaneidad necesarias para los comentarios que quería se sintieran graciosos y chuscos.
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