viernes, 8 de noviembre de 2013

EL LARGO CAMINO A (NUESTRA) CASA, DE ROGER HODGSON



Por Juan José Rodríguez 
Fotos: Juan José Rodríguez

Noche de miércoles. Cualquier músico puede tener resquemores al no actuar en un fiestero viernes o sábado. Pero Roger Hodgson es el viejo rockero seguro de sí mismo y de su propia leyenda. Sabe que ha trascendido a Supertramp y la necesidad popera de colocar "hits" en las listas de ventas. El amplio abanico de edades de los asistentes refleja el tamaño de la leyenda de Hodgson. A mí izquierda una joven de 24 años descubre que "la canción de Movistar" (Give a little bit) es un himno de sobra conocido para quienes pasan de los 40, mientras a mi derecha, un sexagenario practica sus mejores pasos de baile a ritmo de "Breakfast in America" y el vecino de enfrente toca en el aire una batería virtual, pese a sus casi 70 años. Esa es la magia del intérprete inglés que esta noche cumple el sueño (Hodgson dixit) de tocar por primera vez en un escenario mexicano. Se da el lujo de quemar uno de sus grandes éxitos soltándolo a rajatabla como primer número: "Take the long way home". El público se incendia inmediatamente. Con "In Jeopardy" se acaba de echar a la bolsa al respetable.
Con aire más de estoico apache que de shakesperiano, Roger se entrega a la audiencia, nos guía por sus canciones. Lamenta no hablar español, pero su acento es tan claro que no puede ser más que el de un inglés educado. Nadie se queda sin entender su mensaje. Sin ningún miedo, nos lanza canciones sólo conocidas para sus incondicionales, que resultan joyas de ese híbrido progresivo-pop que sólo este genio podría conjugar sin caer en contradicciones. Con "Death & a Zoo" plantea la disyuntiva de preferir morir en la libertad de la selva o vivir encerrado en un zoológico y ambienta a ritmo de 6/8 la vida en la selva y la captura del protagonista.
Este cantante es un rapsoda en el más amplio sentido de la palabra. Recorre los caminos del mundo contando historias, pero según el término musical, no respeta estructuras prefabricadas. No se ciñe al límite de tres minutos que dicta la radio comercial para permitir a un cantante sonar en las ondas hertzianas. Si lo que necesita decir precisa de 7 frases musicales más un interludio de 3 minutos, no dudará en plasmarlo de esa forma. Viajes de texturas progresivas con aterrizaje feliz.
El propio Hodgson se encarga del teclado principal -su clásico sonido Wurlitzer- y la guitarra de 12 cuerdas. La banda que lo acompaña ha captado la esencia supertrampiana, es más, dada la edad del saxofonista, sus progenitores quizá lo concibieron a ritmo de "Two of us". Un tecladista más, encargado de recrear el B3 y los solos, un bajista y un baterista, son toda la artillería necesaria para hacer sonar éxitos como The logical song, School, Dreamer o la grandilocuente Fool's overture. A sus 63 años, el exvocalista de Supertramp desea regresar a México. El público mexicano seguro volverá a abarrotar el coloso de Reforma para descubrir sus nuevas propuestas.

2 comentarios:

Ana Lopez dijo...


Me encantan los conciertos y las canciones de Roger porque es una persona normal a la que le suceden cosas normales y les dice a través de la música por eso muchas personas se sienten identificadas y funcionan. Su voz arrullada por el sonido de una guitarra llega más al corazón que un torrente grandilocuente de sonido, luz y color. Sube al escenario solo con su guitarra, sentimientos desnudos, nos da su poesía y ocurre el milagro. Si un artista se enfrenta al público con sinceridad, la audiencia se divierte y le recompensa con grandes ovaciones en pie, eso es lo que pasa en un concierto de Roger, un espectáculo verdaderamente increíble! Y debo decir que con su banda de acompañamiento suena genial!,
No importa si actua en un lugar grande o pequeño, siempre se siente que está tocando sólo para ti.

fadeleon dijo...

Hola Ana
gracias por leernos y tienes toda la razón, eso sucede con las grandes estrellas, siempre nos hacen sentir que solo están tocando para nosotros