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Por Fabián
Quezada León
François Ozon (de quien hemos visto en los
recientes Tours de Cine Francés varias de sus obras: “Una Nueva Amiga”, “Joven y Bonita”, “En la Casa”, “Potiche”, “El
Refugio”.) Nos ofrece su penúltima cinta (la más reciente se llama “El Amante doble” y se estrenó en Europa en septiembre de 2017)
“Frantz” es un relato lleno de melancolía y suspenso casi enmarcado por completo en blanco y negro.
“Frantz” es un relato lleno de melancolía y suspenso casi enmarcado por completo en blanco y negro.
Ozon, amante del thriller y del melodrama logra
realizar una fantástica cinta donde estos elementos y la historia romántica se
ven entrelazadas por la tensión de una mentira que crece como una bola de nieve
arrasándolo todo.
La historia se desarrolla entre guerras en Alemania
(1919) en un pequeño pueblecito llamado Quedlinburg. Anna (Beer) es una joven
que habiendo perdido a su prometido, Frantz (Von Lucke) en la guerra, ha quedado
desolada. Sus suegros: el doctor Hans Hoffmeister
(Stötzner) y Magda su esposa (Gruber), la han acogido bajo
su tutela y vive con ellos. Anna, con devoción de viuda, visita con frecuencia la
“tumba” (en realidad jamás recuperaron el cuerpo) de su prometido Frantz.
Un día descubre a un desconocido: Adrien Rivoire (Niney),
un francés que lleva tributo a la tumba. Confundida y deseosa de saber quién es
ese hombre Anna se hace la encontradiza.
Al toparse con él, la vehemencia de Anna propicia
que entre ellos se teja una red de suposiciones y mentiras que involucran la
vida de Frantz en París, la guerra, el proverbial odio franco–alemán, la
xenofobia, el amor…y hasta a los padres de Frantz. Mientras la mentira crece,
las malas interpretaciones se llevan a los límites y los precios a pagar por
ellas serán fatales.
Ozon hace un remake de una cinta de
1932 “El Remordimiento”, (Broken Lullaby) de Ernst
Lubitsch, a su vez inspirada por una obra de un escritor francés: Maurice Rostand.
Por ello
la esencia de Frantz, soberbiamente fotografiada casi por completo en blanco
y negro, con algunas pinceladas de color,
rinde un homenaje a la añoranza de
la memoria; al intermedio entre dos guerras; donde el mundo no se reponía del
estupor de una cuando ya se estaba gestando la siguiente.
Este
tiempo del no tiempo y de la
remembranza en grises, lo sublima adornándolo con la flor del color
precisamente dedicada al tiempo de los recuerdos.
Ozon no
pierde el gusto por los relatos donde el suspenso y la tensión sexual se cuelan
por cada momento, pero aquí el contundente peso de la mentira (que se desliza lentamente
por el precipicio de temor a ser descubierta) recorta con una navaja delgada la vida de
los personajes.
Mientras tanto, sin piedad, las sospechas abruman al testigo de
estas vidas; Qué tanto se puede mentir? Cuándo es justo y digno hacerlo?, Qué
puede justificar el engaño, -aún cuando se haga de una manera inocente-,
tratando de dilatar el afrontar las verdaderas razones que guiaron a ese hombre
a buscar la tumba de Frantz? Qué desea Anna realmente en el fondo de su alma?
Qué juego está jugando Adrien y en verdad... cuál fue su relación con Frantz?
La mordaza
de la soledad, la ilusión infundada y las buenas intenciones juegan un papel
dominante. El odio al extranjero se sobrepone a fin de escuchar la narración de
la “entrañable amistad” que unió a Franz con Adrien antes de la guerra.
Padres
y prometida tienen un hambre total de revivir cada instante de ese hombre que, aunque
murió en el frente, han hecho sobrevivir encerrándolo en su casa, en sus mentes.
Frantz es un fantasma más vivo que cuando era un hombre. Y así el engaño y su
peso en la angustia del arrepentimiento se elevan cada segundo.
Encima de todo, cada paso que se da sobre el alambre de la farsa, parece empujar a los protagonistas hacia las fauces abiertas del desengaño y la cruda, inmisericorde e ineludible verdad.
Encima de todo, cada paso que se da sobre el alambre de la farsa, parece empujar a los protagonistas hacia las fauces abiertas del desengaño y la cruda, inmisericorde e ineludible verdad.
Sea por la
trama, sea por la fuerza del blanco y negro, Ozon dibuja con sobriedad su
historia, exaltando la desolación de Anna y su más que potente necesidad de
aferrarse a una vida que ya no existe, fabricando en su mente la existencia
perfecta; como si el amor estuviera de su lado.
Anna, sin embargo, evoluciona dejando una clara muestra de la afición de Ozon por sus personajes femeninos que encaran las realidades para crecer y aprehender lo que la vida les va poniendo enfrente para que lo tomen.
Anna, sin embargo, evoluciona dejando una clara muestra de la afición de Ozon por sus personajes femeninos que encaran las realidades para crecer y aprehender lo que la vida les va poniendo enfrente para que lo tomen.
Anna
domina los hilos de la historia, es más: los crea, para que la trama continúe y
en ese momento las motivaciones de Adrien y su búsqueda del perdón se dan de la
mano con las elucubraciones de Anna; un perdón que habiendo sido otorgado
provoca la verdadera crisis, para volverse no en contra, sino simplemente "volverse"
para ser afrontado por Anna y que la verdad, lejos de liberar, encadenará los
destinos para seguir el juego hasta siempre, hasta que algo
lo descubra a otros y se reciban las consecuencias.
Pero
mientras tanto, la vida sigue y cada día se pueden encontrar nuevas causas para
seguir la mentira. Algunas se encontrarán mientras (irónicamente) se mira de frente
una pintura (un instante capturado en el tiempo) de un joven suicida que yace
en una cama.
Director: François Ozon
Reparto: Paula Beer, Pierre Niney, Ernst Stötzner, Marie Gruber, Johann von
Bülow, Anton von Lucke, Cyrielle Clair, Alice de Lencquesaing.
País: Francia Alemania
Año: 2016
Género: Drama
Duración: 1hr 53 min
Clasificación: Mayores
de 13
Fecha de estreno:5 de enero 2018
Para mayor información
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