Si nos
visitas por tu celular/móvil/tablet te sugerimos girar la pantalla a horizontal
o dar scroll down hasta el final y seleccionar la opción “ver versión de web” a
fin de facilitar tu lectura. Gracias
En 1940
el poderío del ejército Nazi y sus ambiciones de apoderarse de Europa
estuvieron a punto de cristalizarse. Medio continente se encontraba a su merced
y las fuerzas enemigas del régimen habían sido replegadas cercándoles en el
norte de Francia o venciéndolas hasta el exterminio.
En
Inglaterra, las cámaras, temerosas del avance Nazi e inconformes con el primer
ministro, lo obligan a renunciar. El puesto queda en el aire y aún con muchos
en su contra el único líder capaz de aglutinar opiniones era nada más y nada
menos que Winston Churchill.
Inglaterra
temía ser invadida, la gente estaba desmoralizada y Hitler ganaba potencia.
Horas oscuras se cernían sobre el mundo. Esas horas que decidirían el destino
del planeta necesitaban desesperadamente una respuesta, alguien que aún
sabiendo la flaqueza infundiera fuerza, que aún temiendo lo peor, no cediera y
que sobre todo, venciera.
2017
será recordado cinematográficamente porque en este mismo año el tema de la
segunda guerra encontró un punto nodal en la figura de Sir Wiston Churchill.
Y no es
para menos, porque definitivamente es uno de los pivotes de la historia del
siglo XX.
De esta forma, a lo largo del año hemos visto desfilar magníficas
interpretaciones de este controversial primer ministro inglés; desde el
realizado por Cox en “Churchill” la cinta de Teplitzky, o el interpretado por Lithgow en The Crown para Netflix.
Pero sin duda
alguna, la figura que sobresale es Gary Oldman en su impecable transformación
para encarnar a Sir Churchill en esta cinta absolutamente devota al célebre ministro
inglés.
Wright, de quién
hemos visto previamente Pride & Prejudice (2005), Atonement
(2007) y Anna Karenina (2012), realiza un reverente discurso visual y ambiental que es a la vez
una declaratoria de su exquisita visión cinematográfica, suntuosa, llena de
magníficos escenarios y pletórica de atmósferas. Su ojo fluye en medio de los
claroscuros donde los refinados ambientes ingleses se asientan, ya sea en la
cámara del rey, o dentro del parlamento, o tal vez en el hogar de los
Churchill, o hasta en los bunker del gobierno.
Todo es un dominio perfecto de
la estricta flema inglesa, Wright con Las
Horas Más Oscuras se explaya por completo en la re-construcción
del mito, del hombre, de la tenebra política… y al mismo tiempo del sombrío
clima de la guerra.
No solo penetramos a la historia, sino que también, guiados por el guión y siguiendo
la magnífica interpretación de Oldman, entramos al corazón del espíritu del
pueblo inglés. Solo siguiendo el devenir de los acontecimientos que Wright nos
va presentando.
Y aunque Oldman es el eje central, la presencia de Scott
Thomas como Clemmie, la esposa de Churchill, Mendelsohn como el rey Jorge VI y
James como Elizabeth Layton, su secretaria, arropan a la perfección los matices
con los que el personaje va creciendo, mostrándose y dejándonos atónitos ante
la historia.
El relato toma un breve espacio dentro de la apasionante
historia de la segunda guerra, comenzando por el 9 de mayo de 1940 con la “dudosa”
elección de Churchill como primer ministro, ya que ni fue la primera opción de
su partido, ni tenía una popularidad avasalladora… (y sí un recordado incidente
en la batalla de Gallipoli que hacía sombra a su vida y a su carrera) y de ahí nos
lleva hasta terminar después del episodio de Dunkerque.
Estamos sin duda frente al segmento de tiempo donde la
historia del mundo pudo haber cambiado definitivamente para siempre.
Churchill llega al poder en medio de un ambiente caldeado,
lleno de traiciones, desconfianzas y miedos, donde cada día la suerte podía
dictarse en contra, ya fuera desde el interior de las cámaras, hasta la
precaria defensa que los países europeos hacían de sus territorios ante el
avance de las tropas Nazis.
Churchill se sacó la rifa del tigre y la enfrentó con
terquedad, habanos y whisky.
El escritor, McCarten, le pone en las manos
a Oldman y a Wright un detonante personaje, sagaz, mordaz y con un genio muy
disparejo, lleno de detalles anecdóticos, con una vasta capacidad para seducir
a quien se ponga a ver su carácter y desempeño. No podría resultar mejor
combinación para narrar una historia de guerra de una manera hipnótica. Al
final todos caemos frente al líder.
Y es que en definitiva, la cinta va apretándose en torno a que
la decisión de un hombre significa la vida (en mucho más que el sentido
existencial) de toda una nación. Un paso
en falso puede significar despeñarse con costos humanos exorbitantes.
Sin
embargo Churchill no tenía mucha madera de andar ni pidiendo permiso, ni
arrepintiéndose públicamente, aunque estuviera al final de la línea entre capitular
o pelear.
Más bien proyecta la perfecta la impresión de que quien manda, debe saber
que se deben correr riesgos siempre.
Al final, con sus luces y sus sombras y de todo lo que podamos
saber de él, por cualquiera de las fuentes: películas, libros de historia y
novelas, la figura de Churchill será siempre un eje dentro de la vida del siglo
XX y la encarnación que Oldman hace, es sin lugar a dudas de una dimensión humana
pero que no pierde ni un segundo de vista el carácter, la fuerza y la
obstinación de un gran líder y una figura clave de la historia.
Calificación: 8
de 10
Director:
Joe Wright.
Reparto:
Gary Oldman, Kristin Scott Thomas, Ben Mendelsohn, Lily James, Ronald Pickup,
Stephen Dillane, Nicholas Jones, Samuel West, David Schofield, Richard Lumsden,
Malcolm Storry.
Guión: Anthony McCarten.
Cinematografía (color):
Bruno Delbonnel.
Música:
Dario Marianelli
Año: 2017
País: Estados
Unidos/Reino Unido
Género:
Biográfico/Drama/Bélico
Duración: 125 min.
Clasificación: mayores
de 13
No hay comentarios:
Publicar un comentario