miércoles, 23 de enero de 2019

FICUNAM: ULRICH KÖLER


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Nacido en Marburgo, Alemania en 1969, Ulrich Köhler es uno de los cineastas de la célebre Escuela de Berlín. Es egresado del Colegio de Bellas Artes de Hamburgo, en donde estudió filosofía y comunicación audiovisual.
Cuando tenía apenas cinco años, sus padres se mudaron a Zaire, hoy República Democrática del Congo, con la finalidad de colaborar en tareas humanitarias. Köhler volvió a Europa hasta los nueve años, y fue entonces cuando se dio cuenta de los privilegios que tenía al formar parte de una familia alemana. 32 años más tarde volvería a África para filmar su obra más notable hasta el momento: Sleeping Sickness. Sin duda aquella etapa de infancia fue determinante para sus inquietudes más personales.
Aunque su obra está compuesta solamente por cuatro largometrajes, ellos conforman una búsqueda precisa, muy circunscrita al retrato de la condición humana. Es un espacio de reflexión en torno a personas aisladas y expuestas a renuncias y tentaciones que afectan de manera determinante sus vidas. Esa elaboración de personajes complejos inmersos en coyunturas emocionales es, quizá, lo más característico de su filmografía.
Una parte fundamental para entender sus películas es el manejo de los espacios. Köhler no filma de manera frontal, sino que lo hace de forma distanciada, y muchas veces son los gestos y silencios los que transmiten estados emocionales. Utiliza planos secuencia sutiles y encuadra de manera rigurosa para que en ello se signifique lo que viven sus personajes. El vacío es clave en sus historias, las ausencias representan esa confrontación a la que sus actores están expuestos.
Bungalow, su primer largometraje, forma parte de esa primera ola de películas que cimentaron la generación de la Escuela de Berlín a la que se le adscribe que, si bien no es abiertamente aceptada por todos los que se dice pertenecen a ella, y no existe ningún manifiesto avalado de por medio, es cierto que se trata de una generación que ha conformado, estética y temáticamente, el espectro más interesante de cine alemán del siglo XXI. En Bungalow, Köhler hace el retrato de un joven que abandona el servicio militar y que comienza una especie de rebelión con la vida, un intento de mutar en ese antihéroe juvenil que muchas veces termina por ser mero hartazgo de las convenciones sociales. La destrucción, la rutina, el no rumbo son el eje para que la película se vaya estructurando. El cadencioso ritmo de los planos secuencia y el mapeo de los espacios son aquí los vehículos favoritos del alemán.

Otra clave importante para situar a Köhler con sus contemporáneos, son sus mecanismos para filmar, pues a diferencia de los más conocidos del movimiento, como lo son Christian Petzold o Thomas Arslan, Ulrich no apuesta por grandes rodajes, prefiere hacer películas más discretas que no buscan a grandes públicos, filmes que más bien encuentren en el camino a su espectador ideal, que le hablen directamente. En lo que todos coinciden es en contar sus historias a partir del mundo actual, aunque muchas veces son claras las referencias a momentos históricos, las películas siempre se ven atravesadas por la Alemania de hoy, sus conflictos del presente y una realidad que conversa principalmente con las personas que habitan aquel país. Problemas existenciales, personajes sin certezas, espacios que guardan memoria, material vivo en todos los casos.
En Windows on Monday, Köhler da un paso cronológico en la edad de sus personajes. La película parte de la premisa de la mudanza de una joven pareja a su casa nueva. Otra vez, la rutina, la crisis de soledad y los cuestionamientos hacia los estados afectivos y sociales caen sobre los protagonistas. “El amor romántico es un concepto simbiótico que no nos prepara realmente a hacer los compromisos de la vida diaria”, bajo esa declaración y argumento es sobre los que trabaja el cineasta aquí.
Su logro más importante en materia de reconocimiento público llegó en 2006, con el filme Sleeping Sickness que le trajo el Oso de Plata a Mejor Director en la Berlinale. Es su película más aplaudida por la crítica, que lo llevó de vuelta a sus primeros años de vida, y la que lo hizo volver a África para a hacer una especie de retrato de sus padres. Se trata de un cuestionamiento sobre el papel del hombre europeo en aquel continente y las implicaciones que de por medio suceden. Una cinta sobre colonialismo contemporáneo que no dicta sentencias, pero que sí expone las condiciones desiguales en esta modernidad que no a todos alcanza.
La obra más reciente de Köhler es In My Room, presentada en la sección Una Cierta Mirada de la pasada edición del Festival de Cannes. Narra la vida de un hombre que un día se despierta solo y no encuentra rastros de vida humana. Esta confrontación que el personaje vive con una situación tan desconcertante, es el eje sobre el que la película va sucediendo y es también quizá, un buen cierre de ciclo de las búsquedas del cineasta en estos años.
Una mirada intimista que al mismo tiempo cuestiona de manera global a nuestro mundo contemporáneo.

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