sábado, 25 de noviembre de 2017

THE SQUARE (THE SQUARE)




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Por Fabián Quezada León 




Christian (Bang) es un hombre divorciado, un correcto padre para sus dos hijas y además trabaja como el curador principal de un importante museo de arte moderno. Su vida es feliz, glamorosa y absolutamente barnizada de este “prestigioso aroma de elite cultural”. 

En vísperas de la apertura de una nueva instalación llamada “The Square” en que se expresa el concepto de que The Square es un espacio donde “todos deben sentirse seguros y felices y confiar en las personas” Christian sufre el robo de su celular. 


Aconsejado por un compañero de trabajo, deciden realizar una “acción de recuperación” aparentemente inocente. Pero como en todo, no hay acción sin reacción y la avalancha de aconteceres se desata, tenga o no que ver de forma inmediata con ese hecho, transformando la vida de Christian en una especie de realidad paralela fatal y donde la racionalización es un concepto más que abstracto y olvidado al diluirse con la realidad sin forma de nuestros días.   
   




Ruben Östlund (Force Majeure) lo hace de nuevo, el polémico director ahora seduce hasta las más altas esferas del intelecto y avasalla en Cannes llevándose la Palma de Oro y lo hace desnudando, en pocas palabras, la vacuidad de la modernidad liquida y cuestionando hasta la médula la cultura del arte moderno de una manera mordaz y absolutamente consciente.





The Square se mete de lleno en un tema plagado de exquisitez: “El arte”, y más aún, “el arte contemporáneo”, donde el bluff supera cualquier norma, regla, tendencia, movimiento  o expectativa… y sin embargo Östlund lo hace de una manera magistral, simple, llano y sarcástico.





Si bien es cierto que el tema del acontecer del proceso artístico es una fuente inagotable (tal como el arte mismo) para hacer reflexiones sobre él, y que puede resultar fascinante ingresar a las diversas miradas sobre el tema, The Square, que nutre sus raíces temáticas en ese mundo, toma tal cantidad de perspectivas alternas sin dejar de mirar al centro del arte, que la hacen en sí un complejo y fascinante trabajo de creación artística (sí de ese mismo arte contemporáneo que con tanta hilaridad analiza) entonces, ante nuestros ojos el cazador se convierte aparentemente en presa, pero sale proyectado en tantas direcciones que en este acto va a aligerar un discurso que podría sonar hasta retorcido.





Una jolgoriosa calamidad sigue los pasos de Christian y los problemas llegan a parecer una comedia fatal. El que una persona del aseo barra sin querer algunas piedras de grava de una instalación  puede ser un problema demencial de consecuencias internacionales.  




Pero al mismo tiempo, la vida del mismo Christian va en acelere hacia múltiples colisiones, tiene problemas de alcoba, un niño lo acusa de haber acabado con la confianza que le tenían sus padres y una lujosa cena termina en un catastrófico performance que rompe todas las reglas… que no se compara a lo que va a suceder con la inusitada campaña de marketing que una agencia diseña para la instalación de “The Square”





Östlund seduce porque usa todas las herramientas que encuentra en este mundo del arte para construir su obra, es vibrantemente actual vibra al ritmo de este momento de este mundo, coloca todos los elementos conociéndolos desde dentro usando tomas que hablan de los diversos ritmos visuales usando la estructura narrativa para jugar se esconde y sale a la luz para dar pinceladas de cinismo y luego se desvanece tensando la neurosis de la vida diaria, la absurda e incuestionada manera en la que las cosas hoy por hoy funcionan para este momento, para el hoy absoluto.





Dentro de la trama y los infinitos reflejos en este alocado y vaporoso ambiente del arte entre brincos, gruñidos, performances, millenials, redes sociales, recaudaciones de fondos, escándalos, multimillonarios patrones de museo que están más interesados en atacar las viandas que en enterarse de lo que están comiendo y mucho menos aún en entender el tema de la exposición, la aceptación y aplauso de “lo que sea” simplemente porque se está dando dentro de los muros del museo, aunque sea algo que ni el propio artista entienda. Niños stalkers, la crónica indiferencia ante el mundo o ante el otro por dejarse absorber por la realidad alterna del celular… cada latido es  un compuesto de este mundo y en este concierto desconcertante, cada latido cuenta.





Paralelo a la figura de Christian tenemos a toda la fauna del mundo del arte el artista que vive como Hefner, prácticamente en pijama y bata, la periodista ambiciosa y fan de Christian:  Anne (Moss) con la que Christian sostiene una de las escenas más icónicas de toda la cinta. 


Ahí los artilugios del lenguaje construyen un entramado conceptual  que sería la mezcla entre  un cuadro de Escher,  el jardín de las delicias y la Escuela de Atenas para acabar explotando en un simple letrero de neón al fondo que dice “No tienes nada”. 

Así de sutil y deliciosamente perverso puede ser  el mundo de Östlund. Esta sorprendente situación va a ver su culminación en una pelea por... un condón y nuestro asombro va y viene sin disminuirse .





Claro que también tenemos la perturbadora presencia de Oleg (Notary) en el culmen de tirarle a la cara a todos los posers en una cena de gala alguna que otra cosa y provocando que el “lado salvaje” invada hasta la médula aún a los más emperifollados asistentes. Y el juego sigue el espacio sigue reflejándose una y otra vez hasta el infinito formando simetrías por siempre  





Al final como bien dicen, nombre es destino y The Square es un espacio,  contenido en un cuadrado luminiscente en una plaza que acaba volviéndose  dentro de sí, se duplica en espejo y juega alborozada con ella misma, delira embrujada en su propia imagen, pero no todo lo que el espejo refleja está al frente… y atrás de él existe el mundo al revés.


El mundo donde los propósitos iniciales del lado cristalino se cambian radicalmente, todo fluye  dentro de este juego de expectación  la insigne elevación del arte y la brutal  sólida e incontrolable comercialización, el marketing sodomizante y el arte embriagado  se abrazan







Lo más seductor y asombroso de “The Square” es que se encarga de hacer una exquisita burla de las mismas bases de muchos principios en los que la elite intelectual del arte se jacta y se identifica para sentirse en las alturas. 


Todos los elementos de la modernidad multicambiante, nunca definida, que ha venido a tomar posesión de nuestro mundo y nuestra manera de concebir la vida de la sociedad y cultural, la sádica influencia del marketing en cada poro de la existencia, la segregación intelectual y la exhibición sin mesura de los círculos que detentan la intelectualidad que se sujeta a las más controvertidas e inestables tendencias, ahora es lo último y en media tarde ya es pasado porque se reinventó y modificó para placer de aquellos que juegan a la erudición. 


Los perímetros se expanden o se contraen a placer las definiciones y plataformas también de forma tal que cada vez más las concepciones del arte se evaporan y condensan con mayor sutileza pero también con consistencia aunque esta dura lo que un suspiro.




Director/ escritor: Ruben Ostlund



Reparto: Claes Bang, Elisabeth Moss, Dominic West, Terry Notary, Christopher Læssø.



Año: 2017



País: Suecia, Alemania, Francia , Dinamarca



Género: Comedia Drama



Duración: 142 min



Clasificación: Mayores de 18



Fecha de estreno en México: 24 de Noviembre 2017

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