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Por
Fabián Quezada León
Christian
(Bang) es un hombre divorciado, un correcto padre para sus dos hijas y además
trabaja como el curador principal de un importante museo de arte moderno. Su
vida es feliz, glamorosa y absolutamente barnizada de este “prestigioso aroma
de elite cultural”.
En vísperas de la apertura de una nueva instalación llamada
“The Square” en que se expresa el concepto de que The Square es un espacio
donde “todos deben sentirse seguros y felices y confiar en las personas”
Christian sufre el robo de su celular.
Aconsejado por un compañero de trabajo,
deciden realizar una “acción de recuperación” aparentemente inocente. Pero como
en todo, no hay acción sin reacción y la avalancha de aconteceres se desata,
tenga o no que ver de forma inmediata con ese hecho, transformando la vida de
Christian en una especie de realidad paralela fatal y donde la racionalización es
un concepto más que abstracto y olvidado al diluirse con la realidad sin forma
de nuestros días.
Ruben Östlund (Force
Majeure) lo hace de nuevo, el polémico director ahora
seduce hasta las más altas esferas del intelecto y avasalla en Cannes
llevándose la Palma de Oro y lo hace desnudando, en pocas palabras, la vacuidad
de la modernidad liquida y cuestionando hasta la médula la cultura del arte
moderno de una manera mordaz y absolutamente consciente.
The Square
se mete de lleno en un tema plagado de exquisitez: “El arte”, y más aún, “el
arte contemporáneo”, donde el bluff
supera cualquier norma, regla, tendencia, movimiento o expectativa… y sin embargo Östlund lo hace de
una manera magistral, simple, llano y sarcástico.
Si bien
es cierto que el tema del acontecer del proceso artístico es una fuente
inagotable (tal como el arte mismo) para hacer reflexiones sobre él, y que
puede resultar fascinante ingresar a las diversas miradas sobre el tema, The
Square, que nutre sus raíces temáticas en ese mundo, toma tal cantidad de
perspectivas alternas sin dejar de mirar al centro del arte, que la hacen en sí
un complejo y fascinante trabajo de creación artística (sí de ese mismo arte contemporáneo que con
tanta hilaridad analiza) entonces, ante nuestros ojos el cazador se convierte aparentemente
en presa, pero sale proyectado en tantas direcciones que en este acto va a
aligerar un discurso que podría sonar hasta retorcido.
Una
jolgoriosa calamidad sigue los pasos de Christian y los problemas llegan a
parecer una comedia fatal. El que una persona del aseo barra sin querer algunas
piedras de grava de una instalación puede ser un problema demencial de
consecuencias internacionales.
Pero al
mismo tiempo, la vida del mismo Christian va en acelere hacia múltiples
colisiones, tiene problemas de alcoba, un niño lo acusa de haber acabado con la
confianza que le tenían sus padres y una lujosa cena termina en un catastrófico
performance que rompe todas las reglas… que no se compara a lo que va a suceder
con la inusitada campaña de marketing que una agencia diseña para la
instalación de “The Square”
Östlund seduce porque usa todas las herramientas que encuentra
en este mundo del arte para construir su obra, es vibrantemente actual vibra al
ritmo de este momento de este mundo, coloca todos los elementos conociéndolos desde
dentro usando tomas que hablan de los diversos ritmos visuales usando la
estructura narrativa para jugar se esconde y sale a la luz para dar pinceladas
de cinismo y luego se desvanece tensando la neurosis de la vida diaria, la
absurda e incuestionada manera en la que las cosas hoy por hoy funcionan para
este momento, para el hoy absoluto.
Dentro de la trama y los infinitos reflejos en este alocado y
vaporoso ambiente del arte entre brincos, gruñidos, performances, millenials,
redes sociales, recaudaciones de fondos, escándalos, multimillonarios patrones
de museo que están más interesados en atacar las viandas que en enterarse de lo
que están comiendo y mucho menos aún en entender el tema de la exposición, la
aceptación y aplauso de “lo que sea” simplemente porque se está dando dentro de
los muros del museo, aunque sea algo que ni el propio artista entienda. Niños
stalkers, la crónica indiferencia ante el mundo o ante el otro por dejarse
absorber por la realidad alterna del celular… cada latido es un compuesto de este mundo y en este concierto
desconcertante, cada latido cuenta.
Paralelo a la figura de Christian tenemos a toda la fauna del
mundo del arte el artista que vive como Hefner, prácticamente en pijama y bata,
la periodista ambiciosa y fan de Christian: Anne (Moss) con la que
Christian sostiene una de las escenas más icónicas de toda la cinta.
Ahí los artilugios del lenguaje construyen un entramado conceptual que sería la mezcla entre un cuadro de Escher, el jardín de las delicias y la Escuela de
Atenas para acabar explotando en un simple letrero de neón al fondo que dice “No
tienes nada”.
Así de sutil y deliciosamente perverso puede ser el mundo de Östlund. Esta sorprendente
situación va a ver su culminación en una pelea por... un condón y nuestro
asombro va y viene sin disminuirse .
Claro que también tenemos la perturbadora presencia de Oleg (Notary) en el
culmen de tirarle a la cara a todos los posers en una cena de gala alguna que
otra cosa y provocando que el “lado salvaje” invada hasta la médula aún a los más
emperifollados asistentes. Y el juego sigue el espacio sigue reflejándose una y
otra vez hasta el infinito formando simetrías por siempre
Al
final como bien dicen, nombre es destino y The Square es un espacio, contenido en un cuadrado luminiscente en una
plaza que acaba volviéndose dentro de sí,
se duplica en espejo y juega alborozada con ella misma, delira embrujada en su
propia imagen, pero no todo lo que el espejo refleja está al frente… y atrás de
él existe el mundo al revés.
El mundo donde los propósitos iniciales del lado
cristalino se cambian radicalmente, todo fluye dentro de este juego de expectación la insigne elevación del arte y la brutal sólida e incontrolable comercialización, el
marketing sodomizante y el arte embriagado se abrazan
Lo más seductor y asombroso de “The Square” es que se encarga
de hacer una exquisita burla de las mismas bases de muchos principios en los
que la elite intelectual del arte se jacta y se identifica para sentirse en las
alturas.
Todos los elementos de la modernidad multicambiante, nunca definida, que
ha venido a tomar posesión de nuestro mundo y nuestra manera de concebir la
vida de la sociedad y cultural, la sádica influencia del marketing en cada poro
de la existencia, la segregación intelectual y la exhibición sin mesura de los
círculos que detentan la intelectualidad que se sujeta a las más controvertidas
e inestables tendencias, ahora es lo último y en media tarde ya es pasado
porque se reinventó y modificó para placer de aquellos que juegan a la
erudición.
Los perímetros se expanden o se contraen a placer las definiciones y
plataformas también de forma tal que cada vez más las concepciones del arte se
evaporan y condensan con mayor sutileza pero también con consistencia aunque
esta dura lo que un suspiro.
Reparto:
Claes Bang, Elisabeth Moss, Dominic West, Terry Notary, Christopher Læssø.
Año: 2017
País: Suecia, Alemania, Francia , Dinamarca
Género: Comedia Drama
Duración: 142 min
Clasificación: Mayores de 18
Fecha de estreno en México: 24 de Noviembre 2017
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