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Llega a carteleras la segunda película del afamado director Ari Aster que
tras su laureada Hereditary viene
con una nueva propuesta terrorífica: Midsommar. La historia gira en torno de
un grupo de jóvenes que deciden pasar un verano en una antigua y extraña
comunidad en Suecia. Con un reparto que cuenta con Florence Pugh, Jack Reynor y William Jackson Harper entre
otros, Midsommar aspira
a convertirse en una de las destacadas del año.
El «Elevated Horror» en el punto de mira
Poco después del estreno
de su película debut Hereditary, Ari Aster nos
sorprendía con la noticia del rodaje en Hungría de lo que sería su segundo
largometraje y que respondía al enigmático título de Midsommar.
Antes de empezar con
la crítica de la película, deberíamos recordar la polémica que levantó Aster con Hereditary. Una polémica
que comenzó más bien con ciertos sectores de la crítica más especializada e
intelectualoide que tildó a la primera película del director norteamericano
como Elevated Horror.
Levantando pues ampollas
entre la crítica especializada en el terror que se sentía atacada por el
siempre eterno y absurdo debate de si el cine de terror es de baja
calidad y de simple usar y tirar. Un debate que influyó en numerosas críticas
desprestigiando a la magnífica película con el argumento de que era un drama
con toques de terror.
Un absurdo total, el propio Aster comentaba que Hereditary era
una genuina película de terror. Un comentario que se complementa con el estreno
de Midsommar, de nuevo una película
de terror pero en otro ambiente, otros dramas, otros terrores y por supuesto,
nuevos horizontes que descubrir.
Luz que deslumbra
Con un frío y
desgarrador prólogo, Aster
nos atrapa desde el comienzo en una historia pesadillesca, llena de dolor y de
pesimismo. Nuestra protagonista Dani (Florence
Pugh) es una joven que tras sufrir una dramática perdida decide
irse con su novio Christian (Jack
Reynor) y unos amigos a una pequeña comunidad antiquísima que
vive en Suecia y que celebran una festividad muy especial cada 90 años.
Un
viaje que nos transmite una sensación de desasosiego desde el primer momento ya
que la película capta perfectamente la esencia más pura de los dramas
cotidianos. Relaciones sentimentales que se enturbian hasta el punto de que la
relación de Dani y Christian sea una especie de tránsito a la nada, personajes
que se mueven por la fuerza que ejercen los otros.
Esta pesadilla es
contrarrestada instantáneamente con el aparente ambiente luminoso de Suecia.
Uno de los puntos fuertes del film es esta luminosidad que no nos abandona
durante todo el metraje ya que en Suecia durante el verano apenas hay horas de
oscuridad.
El resultado producido es probablemente la película más terrorífica
con menos oscuridad de la historia. Una luz perpetua que parece no agonizar por
la comunidad que da la bienvenida a nuestros protagonistas. Una comunidad que
parece estancada en el tiempo, que sigue los antiguos rituales escandinavos, el
ciclo de la vida, el eterno retorno, es decir, todo gira en torno al sol, a la
luz.
El viaje a ninguna parte
Otro de los factores que
acentúan esta sensación de pesadilla de la película es el uso de psicotrópicos
en la película. Aster capta
a la perfección eso que comúnmente llamamos un “mal viaje” gracias a un uso
interesante de efectos visuales y sobre todo sonoros que es uno de los aspectos
más perfectos del film. A partir de este momento la película va siendo más
extraña por momentos.
¿Qué es esta comunidad que vive apartada de la
civilización en pleno mundo occidental? ¿Por qué parece que estén alejados del
tiempo del espacio? Y la pregunta más importante que llega hacerse la propia
Dani ¿Qué pintamos nosotros en esto?
Claro que esta comunidad
es el eje central en el que se desarrolla el metraje. El diseño artístico es
increíble, dotando a esta comunidad con una identidad clara que se ve a través
de las vestimentas, viviendas, pinturas, muebles e incluso paisaje y a su vez,
transmitiéndonos cierta idea de individualidad en los miembros.
Observamos en Aster una especie
de maníaco de la perfección en lo que intrahistoria de la película se refiere.
Y es que no para de contarnos o insinuarnos aspectos de esta comunidad a través
de un gran número de pinturas, grabados o danzas.
Además
no debemos olvidarnos de los momentos más sangrientos e impactantes del film. Aster, como un
artesano italiano, no quita el objetivo de la escena sangrienta, es más lo
paraliza y lo alarga, para que el espectador no pueda apartar la mirada. Un
rasgo que hace que el espectador tienda a la risa en alguna ocasión por lo grotesco
de la imagen.
Lo extraño y lo espeluznante de Midsommar
En Midommar Aster continua con una serie de rasgos estilísticos que comenzó a usar en Hereditary. Uno de estas características que más llama la atención es la capacidad barroca que tiene de llenar siempre el encuadre con pequeños detalles, por ejemplo, en una conversación entre dos personajes vemos escenas de la secta de fondo: cantando, bailando, o simplemente haciendo cosas raras. Puede que Ari Aster sea de los directores que mejor sepan plasmar en pantalla aquello que Max Fisher llama “lo extraño” en su obligado ensayo Lo raro y espeluznante (Alpha Decay).
Es decir, proyecta un
tipo de imágenes que nos ponen los pelos de punta ya que son imágenes que se
podrían dar en la vida cotidiana pero que nos da la sensación de que algo no
debería estar allí.
Esos planos lejanos de gente mirándonos y pareciendo
balbucear palabras inteligibles, unos cambios de localización tan drásticos que
nos transporta a una esfera onírica, la bondad y la tranquilidad como
sentimientos engañosos e inquietantes…
Puede
que al espectador que no le gustase demasiado Hereditary se
eche definitivamente atrás con esta segunda película. Es cierto que Aster pueda
pecar de pretencioso en un nivel referencial y de influencia, pero al
adentrarnos en su cine solo podemos encontrar una normalidad paralizante en
cotidianidad del drama y del trauma.
Midsommar tiene algo de catártico,
de teatro clásico en el que el drama era épico y la comedia visceral en una
historia que habla de la vida y la muerte, del eterno ciclo que es la
existencia.
Conclusión
Midsommar es la película que
establece a Aster como uno de
los mejores directores de esta década que estamos por terminar. Estamos ante una película sin
complejos: dramática, desternillante, visceral pero sobre todo es una película
de terror con un autor detrás. Midsommar es una experiencia que hay que vivir al menos una vez, aunque
desde una perspectiva personal, no aguanto esperar el momento de volver a
verla.
Dirección: Ari
Aster
Reparto:
Florence Pugh (Ari Aster)
Jack Reynor (Christian)
Will Poulter (Josh)
William Jackson Harper (Mark)
Henrik Norlen (Ulf)
Vilhelm Blomgren (Pelle)
Isabelle Grill (Maja)
Reparto:
Florence Pugh (Ari Aster)
Jack Reynor (Christian)
Will Poulter (Josh)
William Jackson Harper (Mark)
Henrik Norlen (Ulf)
Vilhelm Blomgren (Pelle)
Isabelle Grill (Maja)
Año: 2019
País: Estados Unidos
País: Estados Unidos
Género: Terror. Drama
Duración: 140 minutos
Clasificación: Mayores de 18
Guion: Ari Aster
Fotografía: Pawel Pogorzelski
Música: Bobby Krlic
Clasificación: Mayores de 18
Guion: Ari Aster
Fotografía: Pawel Pogorzelski
Música: Bobby Krlic
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